veintiocho de octubre
agustina's pov
Las luces suaves del restaurante y el murmullo distante de otras conversaciones se desvanecieron en el fondo mientras me concentraba en la mirada fija de Franco.
Él no apartaba los ojos de mí, y, por un instante, sentí que no había nada más en el mundo. Mi corazón latía más rápido de lo que quería admitir, pero traté de mantener la calma.
—¿Qué pasa? —le pregunté, un poco más por reflejo que por curiosidad, porque en el fondo ya sabía la respuesta.
Franco sonrió, su expresión un tanto más seria ahora, como si hubiera estado esperando que finalmente lo dijera.
—Nada, sólo pensaba... —hizo una pausa, y su voz se suavizó—. que a veces te complicás demasiado, Agus.
Me sentí un poco descolocada. ¿Qué quería decir con eso? Claro, sabía que no me estaba refiriendo a lo obvio, pero no sabía cómo tomarlo. Me lo tomé como una especie de reclamo disfrazado.
—¿Y eso qué significa? —contesté, ahora algo más firme. No estaba dispuesta a dejar que me pusiera en esa posición de vulnerabilidad sin más.
—Nada, simplemente... a veces parece que te resistís a lo que es obvio. —Se recostó un poco en su silla, con el tono relajado, pero sin sacarme los ojos de encima—. Como si pudieras evitar lo que está pasando entre nosotros.
Me quedé en silencio, procesando sus palabras. Sabía a qué se refería, pero no quería admitirlo en voz alta. No podía.
—No estoy evitando nada —respondí finalmente, aunque mi voz vaciló un poco. Traté de parecer segura, pero la verdad es que me sentía perdida. En este momento, no sabía si quería aceptar lo que él sugería o seguir resistiéndome.
Franco se inclinó un poco hacia adelante, sus ojos brillando con esa mezcla de confianza y algo más, algo que me inquietaba.
—No me hagas decir lo obvio, Agus —dijo, su tono más suave, pero cargado de una intención que no dejaba lugar a dudas—. Sabés perfectamente lo que está pasando. Y no hay forma de negarlo mucho más tiempo.
Estaba empezando a sentir esa presión en el pecho, esa sensación de que ya no podía seguir jugando a no saber lo que estaba pasando entre nosotros. Había algo en el aire, una energía indescriptible que no podíamos ignorar, por más que lo intentáramos.
—No estoy haciendo nada —respondí, pero esta vez mi tono era más bajo, casi como una confesión.
Franco no contestó, pero su sonrisa se amplió de manera casi imperceptible, como si hubiera ganado algo en ese pequeño intercambio.
El mesero apareció en la mesa en ese momento, interrumpiendo por fin la tensa quietud que se había instalado entre nosotros. Con una leve sonrisa, tomó nuestras órdenes con profesionalismo, pero no pude evitar notar cómo miró a Franco. En sus ojos había algo, un destello que no pasó desapercibido para mí.
Franco, notando mi mirada, levantó una ceja.
—¿Te molesta? —preguntó en tono casual, pero con una ligera burla.
Negué con la cabeza, aunque no pude evitar sentir que algo más se estaba cocinando en el aire, y no era precisamente el menú.
La tensión seguía creciendo, pero no sabía si me gustaba o me asustaba.
El mesero se retiró, dejándonos de nuevo en silencio, pero ahora mucho más cargado de lo que había sido al principio. Franco no apartó los ojos de mí, y yo no pude evitar corresponder, aunque intentaba racionalizar mis emociones.
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a fondo | franco colapinto
FanfictionA FONDO | En el apasionante y competitivo mundo del automovilismo, donde cada segundo cuenta y las emociones quedan relegadas al último lugar, Agustina, una periodista decidida a construir su carrera, se cruza con Franco Colapinto, un joven piloto a...