051 | i'm yours

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nervous, trip over my words
you're so pretty it hurts

baby, I'm yours
baby, I'm yours

i'm yours | isabel larosa

veinticuatro de noviembre

agustina's pov

Eran las ocho de la noche. Estaba sentada en el escritorio de mi habitación de hotel, con los anteojos de descanso puestos y rodeada de papeles, revisando notas para el próximo GP de Qatar. Había marcado estadísticas, preparado preguntas para pilotos y organizado entrevistas, pero mi cabeza parecía no querer concentrarse del todo. Cada tanto, mi mente regresaba al caos de Las Vegas: el choque de Franco, la tensión antes de la carrera, y su sonrisa al cruzar la línea de meta.

Cerré los ojos, intentando enfocarme, cuando el sonido de una notificación me distrajo. Al mirar el celular, ahí estaba su nombre.






















fran 🤍

hoy

bajá en una hora

trae tu mejor sonrisa

20:02

y ahora que planeas? 

sos una caja de sorpresas

20:02

confiá en mi

ponete linda

como siempre

20:03




















Solté una risa suave, cerré las notas, y miré el reloj. Si algo sabía de Franco, era que sus planes siempre tenían un toque especial. Y esta vez, intuía que no sería diferente.

Me levanté del escritorio, miré el caos de mi valija y suspiré. No podía aparecerme con lo primero que encontrara. Vestite linda, había dicho. Como si eso no me pusiera más nerviosa.

Fui al baño para darme una ducha rápida. El agua caliente ayudó a calmar el ajetreo de mi mente, pero mientras el vapor llenaba el espacio, no podía dejar de preguntarme qué estaría tramando. Franco era impredecible, y eso me encantaba tanto como me sacaba de mi zona de confort.

De vuelta en la habitación, frente al espejo, comencé la búsqueda del outfit perfecto. Después de descartar tres opciones, finalmente opté por un pantalón negro ancho, de esos que siempre me salvaban en situaciones inciertas, y un corset blanco. Algo elegante pero no demasiado formal. Me puse las texanas negras, lo suficientemente cómodas para cualquier cosa que tuviera planeada, y dejé mi pelo suelto.

Cuando bajé al lobby, lo vi de inmediato. Estaba apoyado contra el auto estacionado frente al hotel, con una remera blanca con un jean negro baggy, y esa sonrisa que siempre me desarmaba. Su mirada recorrió mi atuendo rápidamente, y su expresión aprobatoria me hizo sentir que había elegido bien.

—a la pipetuaaaaaaaa, estás lista? —preguntó, extendiéndome la mano mientras sus ojos brillaban con emoción contenida.

—Todavía no sé para qué, pero sí, siempre —respondí, con una sonrisa divertida.

—Eso lo hace más emocionante, ¿no?

Solté una risa suave, y me subí al auto. Las luces de Las Vegas nos rodeaban mientras avanzábamos, y el aire fresco de la noche daba hermosas vibras. Franco manejaba con confianza (y sí pelotuda, es piloto de carreras no de avión), alejándonos del bullicio del centro, llevándonos hacia un lugar que parecía más tranquilo con cada kilómetro.

a fondo | franco colapintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora