Capítulo 18

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Después de que Harry decidiera perdonar a Louis, los niños volvieron a la casa. El ambiente al principio había sido pesado, como si cada rincón estuviera impregnado de una tristeza que ninguno podía disipar del todo.

Aunque Harry había tomado la difícil decisión de perdonar a Louis, un acto de amor tan desgarrador como valiente, el perdón no borraba el dolor, y el eco de la infidelidad resonaba aún entre ellos, llenando los espacios donde antes habitaba la confianza. Porque sí, eso era lo que había hecho Louis, había sido infiel, aunque a veces a Harry le costará admitirlo.

Kady al principio, había dejado de reír con la misma frecuencia. Pidiéndole perdón una y otra vez a sus papás. Harry siempre le acariciaba el cabello con suavidad, ocultando su propio dolor tras una sonrisa que intentaba ser reconfortante. "No es tu culpa, mi amor. Nada de esto es tu culpa". Pero por más que lo dijera, Kady no podía evitar sentirse responsable.

Mason, en cambio, se había encerrado en su propio mundo. A sus once años, entendía lo suficiente como para sentirse traicionado por la situación, pero no lo suficiente como para comprender las complejidades del amor y el perdón. Había comenzado a evitar a Kady, mirándola con una mezcla de tristeza y resentimiento. Para él, su hermana había sido el catalizador de la pelea entre sus padres, y aunque su corazón le decía que eso no era justo, su enojo era más fuerte.

Los días pasaron con una lentitud dolorosa. Harry y Louis, conscientes de que su familia se tambaleaba en un hilo frágil, se esforzaban por reconstruir lo que habían perdido sin querer. Louis preparaba el desayuno mientras Harry organizaba las tareas escolares de los niños. Se intercambiaban miradas cómplices, pequeños gestos de afecto que intentaban llenar el abismo entre ellos. Pero había algo que ninguno de los dos decía en voz alta: que el amor, aunque fuerte, no siempre era suficiente para sanar todas las heridas.

Louis, consciente del daño que había causado, dedicaba cada momento a intentar reparar el daño que había ocasionado. Cada día se esforzaba en sorprender a Harry con pequeños pero significativos detalles. Por las mañanas, le dejaba notas escritas a mano junto a su taza de café, con mensajes como: "Eres lo mejor que me ha pasado" o "Hoy más que nunca quiero verte sonreír con tus lindos y angelicales hoyuelos". A veces, se aparecía en la casa, en su hora libre con la comida favorita de su esposo o le enviaba flores a casa, siempre acompañadas de algún recuerdo compartido. Por las noches, Louis ponía su película preferida y se aseguraba de preparar palomitas, intentando crear momentos cálidos que contrarrestaran las sombras del pasado.

Harry aceptaba estos gestos con una sonrisa tenue, pero en el fondo de su ser aún luchaba con el fantasma de lo que había ocurrido. Por más que Louis tratara, el dolor seguía ahí, enterrado pero palpitante. Todas las noches, cuando la casa quedaba en silencio, Harry lloraba en su soledad, incapaz de olvidar lo que había sucedido, sintiéndose atrapado en sus propias decisiones.

Un día, Louis quiso dar un paso más grande. Organizó una cita romántica en un lujoso restaurante. Había reservado la mejor mesa, en un rincón acogedor con vista a la ciudad iluminada. Llegaron al lugar y Louis, como era ya ahora su costumbre, apareció con un ramo de flores rojas frescas que entregó a Harry con una mirada esperanzada. Todo parecía perfecto: la música suave de fondo, la comida impecable, y la manera en que Louis se esforzaba por hacer reír a Harry con sus anécdotas.

Por un momento, Harry sintió que las grietas de su corazón comenzaban a cerrarse, que lo sucedido con Louis se iba desvaneciendo, como un mal sueño del que poco a poco despertaba. Sin embargo, esa frágil ilusión no duraría mucho.

Cuando llegó el mesero, reconoció a Harry de inmediato. Con una sonrisa amplia, lo saludó efusivamente:
—¡Señor Styles, o perdón, de Tomlinson, qué gusto verlo de nuevo! —exclamó. Louis también sonrió, complacido al ver a Harry recibir cariño y familiaridad. Pero entonces, el mesero añadió viendo a Louis con naturalidad:
—Ya no ha venido tan seguido, me alegra verlos de nuevo. ¿No vendrá su cuñado? También era un gusto tenerlo por aquí.

Life After You / Larry Stylinson + Zouis MaliksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora