Tenía yo veinticinco años aquella noche de estrellas brillantes
Recuerdo que me dejaron en frente de la casa de mi amigo el abogado, él era el presidente de una firma que parecía ser bastante exitosa, se caracterizaba por ser un hombre reservado, un poco serio pero exageradamente generoso. Él había decido invitarnos a celebrar el Shabat, que es una celebración judía muy importante.
Cuando llegue mi amiga "la bella" me estaba esperando en frente del edificio, sentada en una acera, ella se caracterizaba por ser una mujer exageradamente hermosa, elegante y atractiva, no había nada discordante en su físico, siempre que salía con ella, todo se me hacia muy divertido porque normalmente tenía de pretendientes a hombres muy adinerados, los cuales siempre querían impresionarla con su poder y generosidad, a mí siempre me trataron bien, y eran personas muy interesantes, juntas íbamos a los mejores lugares y jamás pagábamos nada.
Por suerte, yo era mucho más joven y tímida, la verdad me parecía un alivio que ella siempre fuera el centro de atención, me he caracterizado por ser de aquellas personas que les gusta pasar desapercibida, por eso una persona tan brillante como ella era la amiga perfecta para mí. La diferencia de edad nos caracterizaba y llegué a verla como una hermana mayor.
Nunca llegamos a tener ningún problema por hombres, teníamos gustos totalmente diferentes, y también, naturalmente atraíamos a hombres diferentes. Viendo todo en retrospectiva, ella era como el rojo y yo el rosado. Ella era apasionada, decidida y a veces podía ser un poco malhumorada pero siempre dulce, en cambio yo era ingenua, intelectual, sonriente y un poco infantil.
Yo la adoraba, a pesar cualquier defecto que pudiera tener; a veces tenía la percepción de que podía llegar a ser una persona bastante materialista, pero en el fondo, era una mujer que sabía a dónde podía llegar con su belleza y lo que valía cómo persona eso no era poco.
Entramos al edificio y llegamos al apartamento del abogado que era bastante cómodo y pequeño. Adentro nos esperaban el profesor, que fue quien nos unió con amigos, él era un hombre en ese tiempo un poco más de ochenta años, que había vivido y seguía viviendo su vida al maximo, había sido embajador en varios países. También, era un hombre de alta sociedad muy conocido, se había codeado con altas esferas de poder y había compartido con personajes de la historia mundial, lo cual lo dotaba de una vasta sabiduria y conocimiento del mundo. En su presencia siempre nos llenaba de alegria con sus reflexiones y las oportunidades que nos brindaba.
También estaba una mujer judia que aunque apenas era unos años menor que él, era una mujer que se mantenia excelentemente, tenía una personalidad vivaz y dinamica, humilde y elegante. A mi personalmente siempre me gusto su piel inmaculada y su inusual tono de voz.
En un ambiente en donde escuchamos musica de diferente países, el abogado con la generosidad que lo caracterizaba nos hizo regalos a cada uno de nosotros: a mi me regalo un libro de análisis histórico venezolano porque como mencioné, en el grupo yo siempre fui tratada como la intelectual.
Más adentrada la noche, el profesor que vestía una camisa azul de rayas blancas con su gran oratoria comenzó a recitar lo mas bellos, incluido el favorito de mi amiga, la bella, "Itaka", la música relajante de fondo, la comida del Shabat y la recitación de poemas creó un ambiente acogedor y muy bello en donde comenzamos a hablar de la vida, yo leí mi poema "escucha a la madre" y todos me escucharon con atención.
No sé en qué momento comenzamos a hablar de las relaciones, y ese, fue el momento en el que pasó algo, que para mi fue lo que más recordaría de la noche.
La mujer judía lloró
Porque entre conversaciones, ella recordó su divorcio, y mencionar apenas algunas cosas sobre las separaciones, hizo que su corazón se conmoviera. Me le quedé viendo fijamente y pensé que jamás había visto tal brillo en el rostro en de una persona, se veía totalmente preciosa y conmovedora.
Desde ese día, le tuve más aprecio a la mujer judía, comencé a detallarla y me percaté de la extraordinaria mujer que era, a pesar de tener edad y los pesares que conllevaba su sonrisa era muy cálida, su personalidad y mente vivaz y muy activa.
La aprecio ¡La aprecio profundamente! Así como aprecio a muchos judíos que he conocido.
Hoy en día vivimos en una situación muy difícil, una guerra que ha corrompido el corazón de muchas personas inocentes de ambos bandos. Pueden existir miles de opiniones y teorías sobre esta guerra, ya bien sea anti semitas o islamofobicas.
Pero, si algo le pido a mis lectores es que no se dejen llevar por el odio y los mensajes radicales, al final tanto judíos como musulmanes son seres humanos como nosotros, y también sufren de miedos, persecución, y profundo dolor.
El verdadero enemigo de la humanidad es el radicalismo y la imposibilidad de dialogar.
No seamos parte del desorden, no seamos partes de este profundo sufrimiento, seamos parte de la cordura y las ganas de avanzar siempre con amor.
En un contexto donde todo parece perdido, alcemos la bandera de La paz y la esperanza de un mundo mejor.

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Quisiera ser un pez
Non-FictionEstos son diferentes escritos que puedes leer sin ningún orden porque son de diferentes años y fechas ¡Bienvenido a este caos sin ningún orden cronológico! ¡Acompáñame en este viaje de la vida reflexionando sobre diferentes cosas! Aquí encontraras...