El Carnitrix

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Los disparos y las órdenes rompieron la tranquilidad del lugar. La sangre de los soldados caía al suelo, siendo abatidos por un niño maldito. Desde que aquel reloj se adhirió a su muñeca, la vida de Ben Tennynson se convirtió en un infierno. Ese artefacto alienígena y profano que destruía su ser y lo reconstruía en cada transformación.

Ahora, los restos despedazado de los soldados volaban en todas direcciones cuando XLR8 impactaba corriendo contra ellos

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Ahora, los restos despedazado de los soldados volaban en todas direcciones cuando XLR8 impactaba corriendo contra ellos. La sonrisa retorcida del alienígena era capaz de helar la sangre. Y su risa resonando como un eco por el campo de batalla. Una risa gutural que venía de todas direcciones y de ninguna al mismo tiempo.

Ben solo podía sufrir en silencio, preso de su propia mente

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Ben solo podía sufrir en silencio, preso de su propia mente. Veía todo y no podía hacer nada. Solo rogar que alguien lo sacara de sus pensamientos. Pero, ¿a quien le puede rezar un dios?

XLR8 se escondió detrás de un jep militar volcado. El carnitrix parpadeaba inestable. Aquella arma apocalíptica podía sentir el peligro a su alrededor y elegir un alíen en consecuencia. Pero la presencia de los militares lo altero demasiado. La programación de causar sufrimiento le pedía prolongar aquel combate. La programación de supervivencia le pedía terminar rápido. Dos objetivos enfrentados en la naturaleza corrupta del reloj.

—Necesitamos apoyo aéreo, refuerzos, ¡lo que sea! —gritaba un sargento con la radio en la mano.

El jep donde se escondía el retorcido monstruo salió volando, revelando un nuevo ser. Diamante se hizo presente, pero las balas no lograban atravesar su cuerpo.

El alíen extendio su mano y empezó a disparar cristales contra los soldados, hiriéndolos o destruyendo sus vehículos en grandes explosiones por la fricción que generaban sus proyectiles

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El alíen extendio su mano y empezó a disparar cristales contra los soldados, hiriéndolos o destruyendo sus vehículos en grandes explosiones por la fricción que generaban sus proyectiles.

—¡Retrocedan, soldados! Nos encargamos desde aquí.

Diamante bajó el brazo y su ojo furioso se centro en la figura que había irrumpido en la escena. Flotando en los cielos, como un mesías moderno, con su capa ondeando al viento. Detrás suyo otros seres, miembro de su propia liga de justicieros con poderes.

 Detrás suyo otros seres, miembro de su propia liga de justicieros con poderes

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—“No, no, no, no, no, no”. —pensaba aterrorizado Ben.

—¿Qué clase de animal haría algo así? —preguntó Homelander.

—Según la información recabada, posee un reloj que lo convierte en esos monstruos —exclamó Queen Maeve.

—No sabemos si es voluntario o forzado —dijo Jack de Júpiter.

—Es solo un niño —exclamó Lamplinghter.

—Debemos reducirlo rápido, por su bien y el nuestro —dijo Homelander—. Vamos a salvarlo.

Homelander aterrizó y levantó las manos, caminando con cautela hacia Diamante quien parecía temblar ligeramente. No de miedo, sino más bien de furia.

—Ben, sí puedes escucharme, queremos ayudarte —exclamó Homelander.

Pero Diamante alzó ambas manos y empezó a disparar sus cristales, provocando que Homelander reaccionara rápido y comenzará a volar para esquivarlo. El superhéroe embistió a su enemigo con ambos puños y lo hizo salir volando. Diamante rodó por el suelo antes de reincorporarse, justo cuando Homelander estaba cerca. Lo que el héroe no sabía era que de alargar aquel conflicto, algo peor podía salir.

 Lo que el héroe no sabía era que de alargar aquel conflicto, algo peor podía salir

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