Capítulo 3.

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Me quedé atónita al oir eso. Completamente en silencio.

—¿Iris? -Preguntó Rachel.

—Sigo aquí.

Me senté en la cama, porque mis piernas parecían de gelatina en ese momento, débiles y temblorosas. No me lo podía creer.

—En realidad fue un fallo multiorgánico.

Cómo era posible.

—Los pulmones y el corazón dejaron de funcionarle.

—¿Está bien? —Pregunté.

—Está vivo.

Al menos era algo, tal vez no lo mejor pero algo era. Yo me retiré el pelo de la cara y me lo coloqué detrás de la oreja.

—¿Por qué le pasó?

—No tienen ni idea, a veces pasa pero, es muy difícil, de momento no saben nada. Oye Iris tengo que colgar hablamos luego.

Fue lo último que dijo antes de oir el sonido de que indica que la llamada había terminado.

Cogí el portátil y lo dejé en mi cama. Me senté y lo encendí. Incluso sabiendo que no era mi culpa, el pensar que acababa de besarme era totalmente escalofriante. Abrí el buscador y empecé a teclear. Casos de fallos multiorgánicos en adolescentes... no. Por qué se producen... tampoco.

Fallo multiogánico.

Le di a enter y comencé a abrir enlaces. Leí un montón de ensayos e investigaciones, artículos de revistas científicas... Tan solo había dos opciones aplicables en el caso de Jamie. Alcohol o Drogas.

Supongo que de tanta información y la falta de sueño mi cerebro colapso y me acabé quedando dormida. El ruido de mi movil me despertó. La foto de Rachel apareció en la pantalla.

—¿Qué hacías? Oye Iris no me hagas cosas raras.

—Estaba... Despejando la vista un momento.

—Pues ese momento ha sido más de una hora.

Me aparté el movil de la oreja un momento para mirar la hora, eran las siete de la tarde, puede que me hubiera quedado dormida unas cuantas horas.

—Quería preguntarte si te apetecia ir a cenar a un Mexicano. Hoy si que te prometo que no volveremos tarde.

Yo me quedé pensativa, estaba esa posibilidad o la de quedarme en casa sola y hacerme la cena.

—Nunca he probado la comida Mexicana.

—¡¡Me tomas el pelo!! —Gritó Rachel, pero lo oí con eco, en duplicado, la ventana estaba abierta y su voz tambien se oyó desde la calle, yo me asomé, estaba sentada en su coche sacando el brazo por la ventanilla.

Colgué el teléfono y me asomé.

—¿Rachel?¿Qué haces aquí? —Pregunté.

—Suponía que la respuesta sería un sí. —Respondió, luego carraspeó y continuó con acento mexicano—.Así que mueve el culo, manita.

Cerré la ventana y baje corriendo. Cogí dinero, una chaqueta vaquera y me calcé justo antes de salir por la puerta. La tarde se estaba nublando de nuevo, pero sinceramente yo prefería el mal tiempo después de todo, me gustaban los días grises y sombríos.

Rachel condujo hasta el centro de la ciudad, en el coche íbamos cantando una canción de las Spice Girls como si la vida nos fuera en ello. Bajamos del coche en una calle transitada en la zona comercial llena de restaurantes y tiendas, la gente charlaba mientras caminaba por la calle, Rachel y yo entramos en un local bastante nuevo, con las paredes color mostaza, estaba decorado con motivos mexicanos y en todo el local se oía música de mariachis como supongo que es lo normal en un restaurante de comida mexicana.

Sinners. 《Isaac Lahey》[1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora