Capítulo 23.

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El impacto contra el suelo fue brutal, Leilah había descargado toda su fuerza en mi estomago, que tenía lleno de moratones por los últimos entrenamientos, había mejorado en las últimas semanas pero aun así no era suficiente.

—Levántate y pelea. —Me ordenó Leilah desde arriba.

Yo me intenté poner de pie pero las piernas me dolían muchisimo. Me agarré a la valla metálica que rodeaba el "ring" y me coloqué en posición de atacar, aún así acabé en el suelo segundos después.

Blanca me miró desde la linea que marcaba el limite y se agachó para ayudarme a levantarme, podía considerarla mi única amiga en La Cabaña.

—No es por ser negativa... Pero te está machacando.

—Gracias por la observación. —Dije apretándome la coleta—. No puedo con ella, es...

—Más alta, más fuerte, más poderosa... Sí. Pero tu eres Iris Welsh así que dale su merecido.

Esbocé media sonrisa y agarré la barra metálica que estaba apoyada en la valla, Leilah hizo lo mismo. La barra era lo que mejor se me daba, por alguna extraña razón me sentía imparable, y mi rival lo sabía.

Apreté fuerte mis manos en torno al metal y comencé el ataqué, era mucho más ágil que ella en esto, podía parar su ataques y a la vez atarcala a ella, era mi elemento, Blanca lo sabía, Catelyn también y por eso Leilah me odiaba.

La chica acabó en el suelo tras cinco minutos de intensa lucha. Apoyé la barra en el suelo a modo de bastón y le tendí mi mano para ayudarla a levantarse. Ella no la cogió, a medida que se ponía de pie y con movimiento ágil de pierna me golpeó en los tobillos y me hizo caer al suelo, causando un estruendo en toda la sala que hizo que las pocas chicas que no nos estaban mirando se giraran hacia nosotras para ver que ocurría.

Leilah se fue sin más, y Blanca se acercó a mi lado para levantarme, de nuevo. Quería gritar de dolor al sentir las manos de blanca, me dolían muchísimo las costillas.

—Es una perra. —Dijo Blanca por lo bajo.

—Empiezo a pensar que sí.

Dejé la barra en la valla de nuevo y comencé a andar con su ayuda hacia "mi habitación", no dormía ahí, pero era uno de los privilegios de ser una chica del ritual. Solo la usaba para dejar mi ropa del entrenamiento y cambiarme. Nada más llegar me tiré en la cama, solo la usaba para tirarme ahí cuando no podía más, básicamente a diario, Blanca se limitaba a mirarme desde la butaca de al lado y contarme cosas que Catelyn no me diría como por ejemplo las creativas maneras de absorver energía. Su trenza estaba hecha un desastre ese día, no era la única a la que Leilah daba una paliza cada vez que entrenabamos, y aunque ella aguantaba más cuerpo a cuerpo se llevaba todos los golpes de la barra.

—Empiezo a dudar la efectividad de los metodos de enseñanza de Catelyn. —Dijo con los ojos cerrados.

—Estamos para el arrastre. —Admití—. ¿Qué hora es?

—Las cuatro y media de la tarde.

Hoy había venido justo después de comer, le había dicho a mi padre que iba al gimnasio, para excusar el hecho de que llegara sudada a casa, aunque era tan solo una verdad a medias, me hacía sentir tan mal como si le estuviera mintiendo por completo.

—Lo que te da una hora para prepararte.

Fruncí el ceño confusa.

—La fiesta de la cosecha de octubre. Los súcubos irán, y ya que van ellas... No lo pienses como una obligación, piensa que estará bien, no tienes que presentarte o hacer un discurso oficial. Solo estar por allí.

Sinners. 《Isaac Lahey》[1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora