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Tras pensármelo mucho, tomé aire y dejé mi orgullo atrás, me levanté de mi silla y caminé decidida, dirigiéndome hacia el asiento que había a su lado.

Pancracio no quería cederme el lugar, así que tuve que recurrir a mis medidas, ya saben.

Le miré atenta, Keneth no alzó la vista aunque yo me hubiera sentado a su lado, seguía divagando en sus pensamientos con aquellos ojos grises tan vacíos.

Hola... Keneth.

Tragué saliva, el sólo pensar en que podría ignorarme me causaba cierta incomodidad. Pero al diablo con eso, Keneth me necesitaba, al menos eso creía.

Hola.

Dijo en tono bajo alzando la vista un poco.

Oye...

Estoy mal.

Me interrumpió.

Lo sé.

Nos mantuvimos en silencio por un tiempo, hasta que él empezó a hablar.

Lamento no haberte hablado antes. No quise preocuparte y por eso no te dije nada... ¿Estás molesta?

Preguntó mirando mis ojos.

No Keneth.

Dije enseguida.

¿Hablas en serio?

¿Acaso quieres que lo esté?

Eh... No.

Entonces deja de preguntar, ya oíste que no lo estoy.

Desvió la vista y empezó a jugar con sus dedos.

Lamento si te he dejado sola los últimos días, te he notado aburrida e incluso un poco decaída. Imagino que tú también tendrás tus problemas.

A pesar de estar así... ¿Él se estaba preocupando por mí?

Lo siento.

Susurró captando mi atención nuevamente.

Por estar tan dentro de mis problemas, no te estuve dando ese apoyo que mereces.

Lo siento, Diana.

Mordí mi labio inferior y puse una mano sobre su butaca en un movimiento brusco.

Keneth se sobresaltó por la sorpresa, mas luego, me miró curioso.

No te disculpes.

Afirmé con una sonrisa.

Yo fui la egoísta al no haber estado para ti... Estabas triste y yo lo único que hacía era quedarme ahí, sin hacer nada, esperando a que me hablaras. Una actitud muy egoísta, lamento eso. Ahora, vengo a decirte que no tengo problemas, y ese rostro decaído era por que te veía así.

¿Me dices qué te pasa?

Pregunté ubicando una mano sobre su cabeza y el hizo una débil sonrisa.

Ya veo. Bueno... Ayer fuimos a la corte.

¿Y... Qué ocurrió?

Dije impulsivamente.

Él se detuvo ahí, apretando sus puños.

El problema aún no se resuelve.

Jamás pensé decir "Hola" (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora