21. Entre blanco y negro.

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ANDY

- Terrence, eres un imbecil. Creo que me diste mal la dirección.

- ¡Oye, tranquilo, viejo! No es mi culpa que no sepas seguir indicaciones. - Se defiende Terrence a través del teléfono. - A ver, ¿dónde estás?

- Si lo supiera, no estaría llamándote ahora.

- De acuerdo, señor-mal-humorado, dime qué ves.

- Ahm, - Miro a mi alrededor, entre las casas, locales de comercio y edificios. - hay un restaurante de comida china y de junto hay una tienda de ropa para niños... Del otro lado de la calle hay una...

- ¿Una pizzeria?

- Sí.

- Eres un tarado, - Se burla al otro lado de la línea. - estás en el otro lado de la calle.

- ¿A qué te refieres? - Cuestiono aún mirando a mi entorno.

- Tienes que caminar a la otra esquina de la calle, estás del otro lado.

- ¿Y cómo sabré si es el lugar correcto?

- Sólo hazlo y déjame volver con Rebecca, tengo necesidades que satisfacer. - Exclama exasperado.

- De acuerdo... Pero si no encuentro el puto lugar, ten por seguro que iré a buscarte y sin importarme lo que estés haciendo, te patearé el culo.

Cuelgo la llamada y guardo el celular dentro de mi chaqueta de cuero negra. Empiezo a caminar en dirección a donde mi amigo me ha indicado.

Terrence me había pasado la dirección de la veterinaria en la que según él, me dirían de lo que tenía Charlie ya que Juliett lo había llevado sólo con veterinarios incompetentes, pero el tarado no me había dado bien la dirección y ahora estaba aquí como idiota buscando el estúpido lugar.

Camino a lo largo de toda la calle frente a los locales donde la gente de los suburbios hace diferentes compras con sus familias y eso me hace pensar en el futuro. Cuantos tendrán esa vida tranquila en unos pocos años. Veo a una mujer comprando fruta fresca mientras toma tiernamente de la mano a un niño de cabellos rubios y por mi mente pasa el ver así a mí hermana Juliett. Del otro lado de la calle observo a una pareja de casados empujando una carriola donde tienen a una bebé usando vestido rosa y zapatos blancos con listones; por alguna razón así visualizo a Connor con una buena familia feliz, con una vida tranquila. Cada persona que veo llevando una vida armoniosa me hace pensar en personas distintas. Mi hermano Marcus, Terrence con Rebecca, Tara, Brandon, Verónica, Cowell incluso... Odette también. Pero por alguna razón, yo no me veo en ninguna de esas vidas. No me imagino como padre, como esposo.

Así me mantengo pensando hasta llegar a la otra esquina de la calle donde Terrence me indicó. No tardo mucho en encontrar el local de veterinaria a la esquina del otro lado de la calle con el logotipo de una huella de cachorro en el ventanal de cristal y el nombre del consultorio para mascotas Tribeca Soho Animal Hospital. Curiosamente ese nombre me sonó demasiado familiar, ¿dónde lo habré visto antes?

Le resto importancia a ese detalle y cruzo de una banqueta a otra hasta llegar a la entrada del lugar. En cuanto abro la puerta de cristal, el ruido de una campanilla anuncia mi presencia aunque pasados unos segundos nadie aparece.

Recorro con la mirada el lugar de forma tranquila en lo que espero a alguien que me atienda. Las paredes del lugar son azul claro con cachorros pintados en estas, hay una enorme repisa de madera mostrando diferentes accesorios para mascotas. Collares, pelotas, juguetes de plástico chillones y hasta ropa. ¿Quién mierda viste a sus mascotas?

Amarte a MorirWhere stories live. Discover now