capítulo 2

16.2K 775 31
                                    

“nunca digas que si algo puede ir peor, la vida te sorprenderá”



 Naira.

Cuando vi que el auto se fue, me senté a terminar la película. Después de terminar de ver la película de "los niños lobo" me dispuse a ver la de " El castillo vagabundo", en días como estos me da mucho por ver películas tristes, y románticas, lo cual no es una buena combinación, mi estómago pide alimento, tengo antojo de comida china, hace tiempo que no voy al restaurante del señor Gong, él es un muy buen amigo mío, me ayudó cuando más lo necesité y por ello le estaré eternamente agradecida, sin él pude haber muerto, aunque debí estarlo. Al salir de mi casa, vi un auto pasar, parecía un auto muy lujoso, como el volvo que estaba frente a mi edificio hace poco, y como el antes mencionado, tenía los vidrios polarizados, parecía ser un... ¡¿Ferrari?! ¿Qué persona en su sano juicio compraría un Ferrari? Aunque, sí conozco a alguien capaz de comprarse uno, cómo Cornelio por ejemplo, es un amigo de la escuela, ahora estudia en España, pero desde que lo conozco siempre ha andado con un coche diferente, uno siempre más lujoso que el anterior, él sí que tiene problemas, o una adicción, aunque creo que es lo mismo; pero volviendo a lo del Ferrari,  creo que esa persona tuvo que ahorrar durante 10 años cuando mucho para comprarlo, o si no es que más.

Se quedara sin comer.

Ignoré lo del Ferrari y me dirigí al restaurante, como no está lejos me tomaría unos 5 minutos en llegar.

-hola Nai -  al darme la vuelta me encuentro con Edward, es mi amigo desde hace 4 años, lo conocí en la escuela, pero por razones de trabajo y personales la dejó, ahora trabaja en una tienda departamental que hay fuera de la zona.

- hola Ed, quiero preguntarte cómo estás pero por lo visto, creo que te va de maravilla – y como no iba a estarlo, vestía ropa de marca y usaba una cadena que parecía de oro - . No parece que trabajes en una tienda departamental – bromee - . Ya, hablando enserio veo que te va bien.

Edward me miró  serio y comenzó a mirar por todos lados, dando un aire de misterio - . Y si, ¿no trabajara en una departamental? – lo miré esperando que fuera una broma, pasaron unos segundos cuando su rostro cambió a uno divertido - . ¡Es broma!  - empezó a reír, juro que sentí como si se me fuera el aire.

-no das risa – su risa se hacía cada vez más sonora, se agarraba la panza en señal de que por tanta risa su estómago dolía.

Se limpió las lágrimas causadas por su carcajada y se paró bien, tomó aire y lo sacó calmándose - . Debiste ver tu cara, uff, ¿de verdad crees que haría algo ilegal? Me dueles – puso su mano en su pecho de manera dramática.

-perdóname pero sí, de por sí tienes cara de hacer algo ilegal.

-es show, nunca sería capaz, ¿sabes que haría mi mamá  si se entera? –  y nada más de pensarlo su cara se puso pálida - .  Me mata, aún si me ofrecieran medio millón de dólares, un yate y una sandía no aceptaría – lo miré raro.

-¿una sandía? ¿Por qué una sandía?

-me gustan las sandías – vaya conversación.

- espera, ¿aún vives con tu mamá?

Menuda fresca, con 18 años en cima y aún vive con su mamá.

-que tu no vivas con los tuyos no significa que yo tenga que dejar el nido – mi vista fue a parar al suelo, él no sabe nada y no le culpo por hablar así, Edward me miró y carraspeó - .  Además que está a todo dar vivir juntos, compartimos calor familiar.

-sí, que tu mamá esté sobre ti todo el tiempo, debe ser una pasada – dije en broma.

-es lo máximo – dijo en tono orgulloso - . Bueno, volviendo a la conversación inicial…

El mafioso del que me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora