capitulo 5

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“no salgas, puede ser la última vez que veas el sol”

Naira.

¿No sienten que hay ocasiones en las que quieren que les trague la tierra?, pues, este es uno de esos momentos; al otro lado de la puerta estaba Charles, como si llamarme a las cuatro de la mañana no haya sido suficiente, me quejé en silencio, no hay forma de que supiera que estoy aquí,  tal vez si no digo nada o no hago el más mínimo ruido se dé por enterado de que no  estoy en casa. A veces me sorprende lo brillante que puedo ser. No me moví, intenté hacer el menor ruido posible, si no es que ningún ruido.

-Naira, soy yo – sí, el problema es que ya lo sé - . Sé que estás aquí, vi cuando hablabas con esa señora - ¿qué? ¿Y cuándo que yo no me di cuenta? De verdad que nunca me lo voy a quitar de encima, y no es por ser enfadosa, sólo que ya sé para qué me busca, además de que mis conversaciones con el no han sido muy, decentes, al menos por parte de él, con decir que a fuerzas quería que le viera su… miembro, no podía tener una conversación normal, o en su defecto cordial, a cada segundo mi teléfono estaba lleno de mensajes de él diciendo que se le puso dura o que si en algún momento tendría relaciones con él, y si soy sincera, ese tipo de cosas no le concierne a nadie más que a mí, y me parece algo… incomodo que quieran indagar más de lo debido en mis planes de reproducción. Pero él antes no era así, de un día para otro comenzó a hacer comentarios lascivos de mi cuerpo, y eso, en vez de atraerme, me alejó. No dije nada, no quería verlo, y menos escucharlo - . Naira, por favor, eso que escuchaste no es verdad, bueno sí lo es pero, te equivocas al pensar que sólo te quiero por tu cuerpo, por favor, abre…

Tenía tanto que quería decir, que dejará de rogarme, que sé que me presionará a tomar actitudes que no son propias de mí, que sólo quiere ser el primer hombre en mi vida para regodearse de su hazaña, hombres así no valen la pena y no le daré el gusto. Jamás volveré a dar mi brazo a torcer, jamás. Me alejé de la puerta con el mayor silencio posible y me senté en mi sillón - . Por favor, ábreme – no estoy loca - . Eres una mojigata – lo dijo creyendo que no lo iba a escuchar, en ese instante sentí que mi sangre hervía, me levante de golpe y abrí la puerta con brusquedad, al verme en el marco de la puerta sus ojos brillaron, pero al ver mi rostro, éste cambió, estaba molesta, herida y ofendida, me cansé de que quiera verme la cara y disponer de mi intimidad como si yo no tuviera voz ni voto.

-me das asco, ¿desde cuándo no querer acostarse con alguien es un delito? ¿Crees que por decirme que te sientes miserable porque yo no quiero perder mi virginidad contigo o en su defecto por mostrarte mi cuerpo voy a ceder? – Su rostro mostró rabia debido a mis palabras - . ¿De verdad creíste eso? Pues te equivocas, yo decido con quien estar, y antes de ir llorándole a los demás como una víctima, lo pienses bien, tengo mayores problemas ¡solo hacías falta tú!

Y ya estaba al borde de las lágrimas, no quería que me viera así, y no porque me importe, sino porque, eso significaría que su acoso si me afecta mucho, y no quiero que se sienta importante - . Naira, yo solo quiero ayudarte a que pruebes…

-no, lo que quieres es que alguien te quite la calentura, y yo no lo voy a hacer, quiero que me dejes sola, Charles Christian Smith – y con eso, cerré la puerta en sus narices, un hombre como él no vale la pena, suspiré cansada y me acosté boca abajo - . Estoy exhausta – dije con mi rostro contra el colchón, de seguro que Edward vendrá a que le explique lo que pasó, que cansancio, pero bueno, si se queda aquí estaré más tranquila por si llega a aparecer el loco. Me levanto de mi cama y  como un círculo vicioso llegué al mueble de mi sala, prendí mi televisor esperando encontrar una buena película y distraerme, evitando los noticiarios claro, zapee por los canales, no pude decidirme si ver “hombres de negro” o “Jack y Jill”, tampoco es que tenga muchas ganas de ver una u otra, la verdad es que quiero distraerme del loco del volvo negro, Charles, la escuela, mientras veía los canales, me encontré con un documental sobre los hikikomori, gente que de la nada se encierra, evitando todo contacto con la sociedad, me sentí tan identificada que hasta me sentí orgullosa, claro que no llevo encerrada unos veinte años, no, claro que no, ellos son profesionales, yo su lado soy una aficionada, pero claro que si es por salvar mi vida podría tomar cualquier medida y a partir  de ahora me llamarán “hikikonaira”, porque por culpa de un loco me tuve que encerrar, tal vez no sepa que año sea y cuando salga de mi apartamento ya haya autos voladores y en  vez de haber personas en la calle habrá robots. Y entonces la tormenta apareció.

El mafioso del que me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora