capítulo 4

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“cuando el miedo llega”

 Naira

No había pasado mucho tiempo de la tragedia, seguía muy nerviosa, no, nerviosa se queda corto comparado al miedo que siento ahora; ni siquiera podía ver la película que quería ver, hasta se me había quitado el hambre. Me senté en mi sillón y abracé mis rodillas, me quedé en esa posición mucho rato hasta que me cansé, quería llorar, pero no podía, no me salían las lágrimas, tal vez por el shock o porque no quería creer que lo que pasó no fue real, que todo fue una pesadilla de la que debía despertar, que llegaría Janys a despertarme para ir a la escuela y comer donas, si lo pienso demasiado, tal vez pueda sacar alguna que otra lágrima, pues es lo normal. De repente escuché como si un auto se estacionara frente el edificio, - es la policía – pensé, aunque no los he llamado, deseaba que vinieran mágicamente a interrogarme o darme la noticia, pues soy la única que tenía una relación muy cercana a él, puesto a que su única familia era su hijo, pero hacía años que no cruzaban palabra y además que vive en China, me levanté del sillón a asomarme un poco por la ventana, con la ilusión o la esperanza de que fuera la policía para contarles todo lo que vi para que agarraran a ese loco. Pero al asomarme mi sorpresa fue la peor, sentí que mi presión bajó de un tirón y mi corazón parecía un caballo desbocado.

-no – me dije, esperando que fuera un sueño, una pesadilla - . Esto no puede ser – al mirar por la ventana, me encontré con la fatal sorpresa de que el auto que estaba estacionado, para mi desgracia, no era  la policía. El volvo negro, me alejé de la ventana lo más rápido que pude. Comencé a razonar, y si ¿el dueño del volvo negro estaba relacionado con lo del señor Gong? Por un momento no le vi sentido, porque el que mató a Gong tiene un Ferrari, ¿y si todo es parte de una paranoia? Sí, eso podría ser, debo estar tranquila, el volvo no debe tener ni una relación. Tome aire y volví a sentarme en el sillón y tranquilizarme. Entonces se me ocurrió la grandiosa idea de poner un cartel del tamaño de una pantalla de un cine con una frase diciendo “Naira no vive aquí”, me reí un poco al pensarlo, pero si uno le mete cabeza, no es una buena idea, sería demasiado obvia y en vez de que el loco diga “Mmh, tiene sentido, no vive aquí” dirá algo como “definitivamente vive ahí”, sacudí mi cabeza esperando disipar las malas ideas. En eso, me sobresalte del susto al escuchar el timbre de mi departamento  sonar, sonaba, me levanté lo más lento que pude y tome una sartén, por si las cosas no fueran bien y fuera ese loco, y al abrir la puerta me doy cuenta de que sólo se trataba de la vecina, Lissa Dee.

- hola Naira, buenas noches – me dijo con una amabilidad digna de una mujer de su edad, y a eso me refiero a que tiene por lo menos setenta años.

- ah, hola… hola señora Lissa – dije tratando de calmar el torbellino de emociones que tenía en ese momento.

- ah, hija, no es por insinuar algo que no es ni nada por el estilo pero, parece que quisieras golpear a alguien con esa sartén – mire el  sartén y luego a ella, debía de parecer loca, puse el sartén detrás de mí intentando parecer “normal”, ahora puedo parecer muchas cosas menos eso.

- ah, ¿esto? ¡No, no! Es que sólo… - vamos Naira no te puedes quedar sin palabras ahora, vamos, piensa, piensa, ¿qué otro uso le  puedes dar a una sartén además de un arma blanca? ¡Bingo! - . Estaba cocinando – bien Naira, tienes la mentira, sólo falta que te la crea - . Quería preparar unos cannolis pero ya sabe, lo problemático que puede ser la cocina – gran mentira Naira. La señora Lissa Dee me miraba muy preocupada, y no la culpo, incluso yo me preocupo por mí.

- ¿estabas haciendo Cannolis? – demonios ¿por qué no se oye que me crea? – . Se  necesita una sartén para hacerlos? – estupendo, ahora una pregunta que no puedo contestar, ni modo, tendré que improvisar.

- ah, sí bueno, lo vi en una receta en internet – Lissa Dee abrió la boca sorprendida. Distracción completa  - . Sí bueno, ¿necesitaba algo?

El mafioso del que me enamoréWhere stories live. Discover now