capítulo 3

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“cuidado, que el mal no duerme”

Víctor.

 Tengo que hallarla, de algún modo u otro, vio mi rostro y eso puede significar un problema, no es que tenga miedo a los policías, lo que me preocupa es que no pueda moverme con tanta libertad como antes, nadie, ni mis enemigos ni aliados conoce mí rostro, sólo mis hombres de mí entra confianza trabajan muy cerca de mí, como Gomez. Y si esa chica se le ocurre divulgar lo que sucedió podría correr la misma suerte que la rata. Aunque debo admitir que esa chica me llamó la atención, y no del modo del que veo a todas las chicas, es un modo, diferente.

De lejos, se ve que es una chica bien, que es de esas que prefieren tener el trasero metido en casa viendo una película o procrastinar todo un fin de semana, comiendo toda clase de chucherías como hamburguesas o galletas de crema de cacahuate; y en lo personal, ese tipo de chicas son las más fáciles de impresionar. Puedo decir con toda seguridad, que es del tipo de chica que espera vivir en una novela, conocer a un hombre que grite a los cuatro vientos cuanto la ama, casarse y vivir un sueño de amor… en pocas palabras, que le resuelva la vida. Tal vez me pueda divertir un rato con ella, la rata antes de morir suplicaba que no la lastimara, tengo dos razones para esa suplica, la primera es porque ella, de alguna manera presenció lo que pasó, bueno en realidad sólo estuvo antes de la “tragedia”, pero sé que ella escuchó los disparos y la segunda es, porque la rata usó junto con ella mi dinero. Reí al imaginar la escena, que en realidad eso de  que no tenía dónde ir fue un intento desesperado de la rata para ocultar la verdad, que ella sólo es una muchacha que vio en aquella rata la oportunidad de “conseguir dinero”, como si él hubiera podido ofrecerle algo más que un asqueroso restaurante. Y sé que dije que parecía una chica bien, pero por cómo la rata le trataba, dudo que haya sido sólo por mera amistad o que trate así a todos sus clientes, en sólo pensar en lo grotesco de la escena sentí nauseas.

Creo que me voy a divertir.

Mientras iba conduciendo hacia mi mansión, pensaba en qué manera le podía sacar provecho a la chica, no podía hacer lo mismo que hago con otras, tengo que ingeniarme algo, y rápido,  por cómo van las cosas, no podía tardar. Al entrar a la mansión entro a mi despacho, tengo que organizar todo para que no hubiera espacio para el error. Yuridia entró con mi cena dado que no suelo cenar en el comedor principal, y según mi madre, el comprar ese comedor fue un desperdicio de dinero, dado que nadie come ahí. Al dejar mi cena sobre mi escritorio se paró frente a este como si estuviera esperando algo o decirme algo.

-¿algo que quieras decirme Yuridia? – ni siquiera la miraba, estaba firmando papeles de permiso.

- señor, en la tarde se presentó una señorita, su nombre era… ¿Mina?

La miré incrédulo –. Me preguntas como si yo lo supiera – regresé mi vista a los papeles - . Pero en fin, ¿qué hay con esa Mildred?

-Mina, señor  - me corrigió. Como si el nombre de esa chica fuera importante.

-sí ella, ¿qué pasa con Mina?

Y antes de que me explicara, una chica entra a mi despacho como si fuera suyo, ésta miró a Yuridia con superioridad - . Gracias, ahora me encargo yo – Yuridia me miró esperando que dijera algo.

-déjanos solos Yuridia – y con un “sí señor”, salió del despacho dejándonos solos - . Ahora, ¿Qué quieres, y por qué entraste como si esta fuera tu casa? – me recliné en mi silla, esperando a ver que estupidez salía de su boca.

- de esto – dijo mostrándome una prueba de embarazo, yo sólo me empecé a reír - .  No sé qué te da tanta gracia, di algo por lo menos.

-¿algo cómo qué? ¿Felicidades, por ejemplo? – sus ojos se clavaban en los míos como dagas - . Creo que no tienes mucho sentido del humor.

El mafioso del que me enamoréWhere stories live. Discover now