El dolor demanda sentirse

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No es fácil vivir en este mundo, todo era una constante lucha por seguir en pie. A veces te toca vivir en la gloria y otras en la miseria, como en la que ella vivía cada día de su marginada vida.

Como dijo, su vida no es la mejor, pero es la que me tocó vivir, en ocasiones sólo quería dormir hasta jamas más despertar, estaba tan cansada de ser golpeada, humillada y de sentirse sola. su madre no cuenta, ella vive bajo la sombra de su padre, ella aguanta ser golpeada, una vez le pregunto porque aguantaba tantos golpes y lo que le contesto fue "por amor, esa es su forma de demostrarme que me ama"

Pensó, eso no es amor... ella no quería esa clase de amor.

La escuela fue tranquila no se encontró con Lucien, nadie se fijó en ella y ni la molestaron, sólo era una basura más en el colegio a nadie le importaba en lo absoluto. La campana de la última clase se hizo sonar ya era hora de ir a casa. Guarde sus cosas en la bolsa vieja café que hacía de mochila, espero a que todos sus compañeros de clase salieran hasta que no quedara nadie.

Coloco la bolsa en el hombro y fue a la salida, el pasillo estaba medio lleno por los alumnos no miro a nadie, siguió su caminando por el pasillo hasta que llego a la salida de la escuela, la luz del sol brillaba con tanto fulgor que le lastimaba los ojos.

Algo le llamo la atención, giro la cabeza hacia la derecha para ver que era, un carro de lujo se estacionaba en el aparcamiento del colegio, el carro era de un color negro y brillaba por la luz solar, sólo la gente rica tenía esa clase de carros.

La puerta del piloto se abrió dejando ver al hombre más hermoso que una vez haya visto.

Alto, cuerpo bien formado, cabello negro amarrado, unos ojos entre violeta y azules... No podía identificar bien el color desde donde se encontraba, pero estaba entre esos colores, su piel era clara, mejor dicho era blanca y se veía sedosa, el hombre era la elegancia en persona.

Se quedó viéndolo por unos largos minutos y su corazón latía tan rápido, la puerta del copiloto sea abrió mostrando a otro hombre más diferente, el compañero tenía el cabello rojo, un poco más delgado que el de ojos violeta, su cabello era corto y rebelde, su piel era blanca, todo aquello lo hacía ver un hombre muy hermoso.

Decidió que ya los había quedado bien mucho tiempo y no quería que nadie se diera cuenta o empezarían a molestarla y era lo último que quería, pero el de ojos violetas volteó el rostro hacia la dirección donde ella estaba y la miro tan seriamente que por unos momentos dejo de respirar, su compañero hizo lo mismo, se inclinó y le dijo algo al oído al de ojos violetas.

La sonrisa del cabello rojo fue lasciva, los pelos del cuerpo se le erizaron en una sensación de temor que se instalaba en su pecho, el de ojos violeta dejo de verla y camino en dirección a la entrada del colegio, su compañero mostraba una sonrisa divertida y no se volteó a verla y siguió al de ojos violetas.

Corrió lejos para quitarse esa sensación, era la misma que tuvo esa mañana cuando estaba caminando rumbo a su casa, la misma intranquilidad que sintió al tener los ojos violetas mirándola.

¿Quiénes eran ellos? ¿Qué hacían ahí?

Llego a casa cansada de la caminata, abrió la puerta sin poner a tensión sólo quería descansar, pero fue un error.

Ese error costaría mucho.

Su padre estaba ahí, sentado en el sillón con una botella de whisky y la miraba enojado.

—¿qué haces aquí? –Le pregunto mientras se quitaba el cigarrillo de la boca.

—lo siento.

Era lo único que se le ocurrió decir, no quería hacerlo enojar, no quería ser golpeada hoy.

—Lárgate a tu cuarto no quiero verte –hizo una mueca de asco.

Corrió a su cuarto y cerró la puerta con seguro, lo más conveniente era que no saliera de la recámara, por lo visto su padre estaba de buen, por decirlo de alguna manera.

Hizo la tarea, la espalda le dolía a morir, los hematomas le latían, estaba cansada por lo que decidió meterse a bañar, busco la ropa para ponerse. El agua estaba fría como de costumbre, estaba con un pijama de franela azul rey con uno que otros orificios, pero servía, eso era lo más importante.

Se metió a la cama, estando ya entre el sueño y la vigía escucho los gritos de su madre la sobresaltaron, corrió a la puerta y puso el odio, su padre la golpeaba y le decía lo estúpida que era, su madre gritaba sin hacer absolutamente nada para detenerlo.

Su mente hizo clic, el vendría por ella después de que terminara con su madre, las manos y el cuerpo le empezaron a temblar, necesitaba salir de aquí.

Agarré una liga para el cabello y se disponía a salir por la ventana, cuando los golpes en la puerta la detuvieron y llena de miedo se quedo quieta esperando a que su padre hablara.

— Desiree –gritaba su padre– ven aquí pequeña puta, Hazme de comer... La perra de tu madre quemo la comida...

Se debatió si en salir por la venta o abrirle la puerta y hacerle de comer, sabía que si se iba de ahí él se enojaría y cuando la atrapara le iría fatal, así que dio marcha atrás y ee acerco a la puerta con pasos temblorosos. Abrió la puerta, su padre un hombre corpulento, algo guapo y joven, pero todo un machista y golpeador, le dijo que si le haría de comer.

—¿Qué quieres que haga? -susurro con miedo.

—Ya sabes escoria -y se alejó.

—Muy bien...

Fue a la cocina, comenzó hacer el espagueti con una salsa de tomate, tardo una hora y después le sirvió a su padre. Él se sentó y agarro el tenedor, pero antes de empezar hizo lo que menos pensó.

Con su pistola disparo en un costado de la pierna, creyó que la bala le había perforado, pero sólo le rozo, pero eso fue más que suficiente para lastimarla, la sangre brotó a montón y el dolor fue horrible.

— Lárgate tu presencia me da asco –dijo como si nada.

Se fue cojeando, se agarro la pierna derecha por el dolor, entro al cuarto, antes de cerrar se dio cuenta que había dejado rastro de sangre por todo el suelo, ojalá Darren no lo notara.

Vendo su rodilla con un trapo viejo, la sangre no paraba de salir, no había nada con que desinfectarse la herida ni parar el sangrado, así que aguanto el dolor, empezó a sudar frío ya que el dolor no disminuía y la sangre emanaba de la herida, los ojos empezaron a cerrarse hasta que ya no supo si viviría o moriría.

1.-EL DEMONIO Y LA HUMANA. (Evil 1) EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora