Sonrisa funebre

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Despertó gritando. Otra noche más sin poder dormir, mi cerebro todavía no era capaz de bloquear aquella noche, la seguía repitiendo como en un disco de vinilo, se pasó la mano derecha por los ojos y noto húmeda en ellos. Al parecer estuvo llorando en sueños, se quite la humedad con el dorso de la mano y salió de la cama con rapidez, no quería estar ningún segundo más acostada.

Abrió la puerta para después asomarse no había nadie por lo que salió y comenzó a caminar hasta llegar al final de las escaleras, no sabía a donde ir, pero una luz azul sobre salía al fondo del pasillo donde estaba una habitación, dudosa si en ir a ver o quedarse como una estúpida en las escaleras, pero la curiosidad y la intriga le ganaba por lo que comenzó a ir hacia aquella recamara donde provenía la luz de la luna, algo extraño. La luz era de un azul tirando tonos plateados que iluminaban los rincones oscuros del pasillo, cuando llego se quedó mirando el gran ventanal, las cortinas estaban descorridas, la luz de la luna alumbraba la estancia de forma macabra como si la oscuridad fuera un depredador listo para cazar a su presa, observo al rededor y vio que había un piano y a un costado se encontraba un sillón de estilo francés. Se acerco al ventanal, cuando estuvo cerca posó su mano sobre el cristal, estaba frío e inerte como ella se sentía en esos momentos. Un sinfín de rosales decoraban la parte externa de aquella mansión, todos los capullos estaban firmes esperando a que los rayos del sol les dieran para abrirse en toda su gloria. ¿lograría alguna vez ser libre como aquellas rosas?

—deberías estar durmiendo. –La voz de su secuestrador le altero el pulso desbocándolo como si cayera de un precipicio.

Su voz fue como electricidad por todo el cuerpo, giro lentamente para poder verlo, estaba atareado en una vestimenta negra de estilo Rock desing, el cabello largo siempre amarrado en una coleta, sus ojos violetas la miraban de una forma oscura y peligrosa.

— No tenía sueño –contesto en voz baja.

— Está sala es privada, no puedes estar aquí –había un deje de enojó en su voz.

— ¿Vas a castigarme? –Se atrevió a preguntar.

— No –el camino hacia donde estaba ella.

Retrocedió instintivamente, él la agarró del cuello con algo de brusquedad para luego jalarla hacia él a una distancia prudente.

— Yo...–el miedo le atenazo la garganta.

Se inclinó a olerle el cuello, pudo sentir su cálido aliento sobre la calidez de la piel. Una de sus manos fue a su cadera el contacto la hizo temblar.

— ¿qué me haces? –susurro en la curva de su cuello– tú y ella no tienen nada en común....

¿De qué estaba hablando?, intento alejarse otra vez, pero el agarre sobre su cadera y cuello se mantenían firmes.

— Desnúdate –me ordeno cuando se alejó.

Oh, la mente se le quedó en shock, no supo cómo reaccionar, además no quería hacerlo enojar, sabía que él no era humano, sus ojos cambiaron de violetas a rojos... ¿Qué era? ¿Un demonio? ¿Un monstruo? ¿Si se negaba la mataría? ¿la torturaría? ¿Qué le haría él?

— Desiree –su voz fue más gruesa con un toque de advertencia que no pasó desapercibida para ella. ¿Qué podía hacer?

Mi cuerpo reacciono lleno de miedo y algo más, algo que ni ella misma sabía lo que es, sin otra salida hizo lo que le pedía, con lentitud fue desabotonando la bata hasta dejarla caer, él no le había proporcionado ropa interior, por lo que no llevaba nada más puesto que solo la bata que en esos momentos se encontraba en el suelo. Se quedo quieta mientras él la observaba, no era bonita como las otras chicas, su piel era muy pálida, el cabello rubio pálido y eso ojos fragmentados que ahora tenía. No era hermosa, y si hablamos de su cuerpo poco agraciado, sus pechos eran pequeños, la cadera ligeramente ancha, abdomen plano, no le gustaba su cuerpo en lo absoluto. Cubrió su feminidad y los pechos con sus manos, no deseaba estar tan expuesta a ese hombre misterioso.

1.-EL DEMONIO Y LA HUMANA. (Evil 1) EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora