-EDITADO- 30. You're all i think about.

1K 150 31
                                    

FRANK POV.

Cheech tenía un muy buen gusto musical.

Era extraño él como habíamos llegado a esto.

Nunca se me hubiese pasado por la cabeza que el tipo que mas irritaba mi existencia estaría ayudándome en un momento así.

Luego de negarme tres veces acepte hablar con mi mama. Todo fue confuso al comienzo, pero cuando estábamos acabando nuestra charla entendí muchas cosas.

Ella no podía aceptar tan bien la homosexualidad como alguien más joven. Cuando ella era adolescente esto, era algo impensable. Se trataba como un tabú y no estaba para nada bien visto. Esos pensamientos no habían salido de su cabeza del todo.

Sin embargo según ella, la noticia la había tomado por sorpresa. Mama y Gerard se llevaban bien cuando estaban juntos, admitió que él tenía su aprobación.

No estaba al cinto por ciento convencido de sus palabras, pero si ella insistía en estar de acuerdo no iba a insistirle.

Luego de ese momento, algo incomodo, Cheech llego para llevar a mi madre directo a su trabajo.

Esta vez algo extraño se plasmo en su rostro al verme. No se trataba exactamente de una sonrisa, ni de una extraña mueca, pero estaba entre esas.

En mi ausencia, ellos habían pasado mucho tiempo junto. Él ayudo a mi madre a dejar su mente en calma, hasta le sugirió darme un poco de espacio. La última parte me molesto un poco ya que de mi parte no lo sentí como "espacio", sino más bien como un abandono. De cualquier forma, fueron de mucha ayuda para ambos.

La situación carecía de odio mutuo alguno, por suerte. En esos días Cheech había aprendido a aceptar que era un adolescente y por lo tanto nunca me comportaría como alguien como él, un adulto responsable. Yo, por mi parte, intente ignorar los comentarios negativos sobre él en mi cabeza y solo acepte cuando se ofreció a llevarme al hospital.

Había pasado un día desde que Gerard había despertado. Esperaba que recordara algo y que, fundamentalmente, su salud estuviese bien.

The Clash sonaba a un volumen bajo en el estero del auto, aun así no dejaba de ser buena música.

Cheech manejaba a paso lento y cuidadoso, no insultaba cuando alguna persona se pasaba ni me permitía bajar la ventanilla hasta menos de la mitad.

Si bien no permanecimos en silencio todo el camino, así se sintió. Claramente, ya no se sentía esa tensión de odio entre nosotros, como antes, aun así no podían obligarnos a tenernos confianza como si fuésemos mejores amigos de toda la vida, o padre e hijo.

El día estaba asqueroso.

La humedad hacia que mi pelo se sintiera sucio, además que volvía el ambiente mil veces más pesado. Una pequeña llovizna comenzaba a caer en el parabrisas, pronto se pondría peor.

Cuando aparcamos el auto en el estacionamiento del hospital, finalmente, la lluvia era un poco más protagonista, por lo cual nos obligo a entrar algo apurados al establecimiento, en busca de un techo para cubrirnos. Por un momento pude oír a Cheech reír en volumen algo bajo.

Las visitas para la habitación número 78 colmaban la sala de espera.

Si bien llevaba conociendo a Gerard un poco más de dos meses, nunca había mencionado lo grande que era su familia.

No podía divisar a sus padres, pero si a unas cuatro señoras que bien podrían ser sus tías, junto con dos hombres que podría interpretar por sus tíos, y unas cinco personas más.

Preferí no presentarme de ninguna manera, y solo quedarme sentado algo apartado de los demás. Cheech solo me siguió.

No hablamos más. Nessa vino a darme unas indicaciones que él solo limito a escuchar, para luego irse. Según ella, Gerard había amanecido bien, una psicóloga había vuelto a hablar con él, y si bien no se encontraba como antes del accidente, si podía recordar el noventa porciento de las cosas.

Estaba ansioso. Maldita sea, quería verlo.

Estaba a punto de ser mediodía cuando las personas comenzaron a pasar a la habitación.

No tenía ni puta idea sobre los horarios de visitas, pero probablemente existían y yo ya no era la excepción para ellos.


-Frank ¿Crees que podríamos hablar unos minutos?- alguien llamo detrás de mí, moviendo con cuidado mi hombro.


Rápidamente, me voltee algo sorprendido, encontrándome con la mama de Gerard que me sonreía tímidamente. Solo asentí a su propuesta moviendo mi cabeza hacia abajo.

La seguí hasta un espacio algo apartado de los pacientes y los familiares de estos, un tanto alterados. No tenía idea de lo que iba a decirme, no sabía si estar asustado o más tranquilo. Solo una cosa era segura y era que estaba nervioso.

La señora Way llevaba el pelo recogido y sus gafas que siempre usaba. Bajo sus ojos se notaban unas bolsas marcadas, no sabía si era por la falta de maquillaje o el cansancio excesivo de la última semana. Realmente se estaba esforzando por sonreír y eso me asustaba.


-Se que has sido la primera persona que ha visto a Gerard ayer, tu sabes, después de que despertara. Sé que probablemente todo no salió como quisiste...- me dijo jugando con sus dedos. -Se que no todo será igual que antes a partir de ahora, pero quiero que sepas que hare todo lo posible para ayudarlo y también ayudarte- continuo alentándome.


-Gracias...- fue lo único que salió de mi boca. Ella solo me sonreía, parecía como si algo estuviese realmente mal. -¿Todo está bien?- le pregunte.


-Si si, todo está bien. Solo, ve, Gerard te necesita.- respondió frotando un poco sus ojos rápidamente. -Ambos se necesitan.


Algo confundido, apresure mi paso hasta la habitación. Ya no quedaba tanta gente, probablemente ya habían pasado a saludar.

Con un suspiro pesado me pare frente a la puerta y limpie mis transpiradas manos en mis jeans. Seguía nervioso.


-Dios, soy un inútil.- dije bajo rodando mis ojos. Tenía que dejar esas idioteces y entrar de una maldita vez.


Pesadamente abrí la puerta de la habitación. Enfrentando todo, mire hacia delante, abrí mis ojos, respire y avance.

Gerard se encontraba aun en la camilla. No estaba dormido, de hecho estaba leyendo.

Acercándome a él note que no se trataba de un libro, si no de una nota. Una de mis notas.

No pude evitar sonreír ante su gesto. Él me miro e hizo lo mismo.


-Pensé que no vendrías, mi familia es demasiado densa a veces.- dijo riendo, con un todo bajo.


-Me di cuenta- le respondí con una mueca. Ambos evocamos una sonrisa. -No voy a irme.- confesé acercándome lo más posible a la camilla para poder abrazarlo.


-¿Nunca?- Me pregunto entre pequeñas risas, viéndome a los ojos haciendo una cara dramática, exagerando la escena. Dios, extrañaba muchisimo esto.


Me limite a negar y reír con él para luego acercarme a sus labios.



The Messenger | FrerardWhere stories live. Discover now