20. ¿Y qué crees que deberían hacer ese "alguno" y ese "otro"?

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Me despierta un fuerte golpe de puerta y maldigo en voz baja. Busco con la mirada mi móvil en el escritorio, que es donde lo dejé ayer, pero en vez de eso lo veo en la mesilla de noche, a menos de un metro de mí.

-¿Pero qué...? –me incorporo un poco para poder cogerlo y veo que tiene una nota encima:

"No dejaba de sonar y te lo he acercado para que lo revises al despertar. Por cierto, buenos días.

Mike."

¿No dejaba de sonar? ¿Quién puede tener mi número? Este móvil es nuevo, me lo regaló Ben poco después de conocerme y comentarme que todas mis pertenencias se habían perdido o quemado en el accidente. Desbloqueo la pantalla y miro el registro de llamadas: 13 llamadas perdidas. ¡Joder! Ni una, ni dos... ¡Trece! Al fijarme bien, veo que son cuatro números diferentes los que me han llamado. Uno ha llamado seis veces, otro cuatro, el tercero solo ha llamado dos veces y el último una. ¿Qué hago? Bueno, ya llamaré de vuelta después... Suspiro algo cansada y decido chequear los mensajes. Por suerte solo tengo dos...

Número Desconocido: ¡Hola! Espero no haberte despertado al salir de casa. Me he quedado dormido y llegaba tarde a trabajar. Te he dejado el pan y la mermelada en la isla de la cocina. El zumo y la mantequilla están en la nevera. La tostadora está por ahí, ya la verás. Cruzo los dedos para que no me destroces la casa el primer día.

Número Desconocido: ¡Soy Mike, por cierto! :)

Lo agrego al instante y le respondo lo más graciosa que puedo:

Leena: Oh, ¿enserio eres tú, Mike? ¡No lo hubiese adivinado nunca! Tu primer mensaje no me lo había dejado claro, gracias.

Leena: Ah, por cierto. Soy Leena, por si no te habías dado cuenta.

Mike: ¿Leena siendo irónica? ¡Eso sí que no me lo esperaba!

Mike: Por cierto, ¿qué haces despierta ya? Aún es temprano. Vuelve a dormirte, debes descansar.

Leena: Señor, sí señor.

Bloqueo el móvil y lo dejo en la mesilla de noche. Me remuevo entre las sábanas y en segundos vuelvo a estar dormida mientras abrazo el cojín.


Llaman al timbre muchas veces seguidas, consiguiendo despertarme, y me obligo a levantarme e ir a ver quién demonios está llamando. Camino con torpeza, cruzando todo el salón e intentando no chocar con ningún mueble. Una vez delante de la puerta, inspiro profundamente, intentando relajarme ya que los timbrazos no han parado en ningún momento. Abro con brusquedad y me encuentro a un Helen sonriente.

-¿Qué pasa? –pregunto lo más educada que puedo.

-Solo quería hablar contigo.

-Oh, ¿enserio? ¿Y si no llego a estar en casa? ¿Hubieses estado toda la mañana llamando para nada? –pregunto con un tono vacilón.

-Eso no habría pasado. –responde igual.

-¿Cómo puedes estar tan seguro? Podría haberme ido con Mike al hospital...

-Solo... Dejémoslo en que sabía que estabas aquí, ¿vale? –me encojo de hombros, dando por acabada la conversación.- ¿Acabas de levantarte de la cama, verdad?

-Sí, ¿por qué lo preguntas?

-Por tu cara de zombie y por tus pelos. Pareces un cadáver que lleva abandonado en el bosque una semana.

-¿Me estás comparando con una muerta? Madre mía, cuanta confianza ya el primer día, ¿no? –intento parecer sarcástica, aunque no lo consigo del todo. La comparación ha sido algo cruel y él lo ha dicho como si nada...

Recuérdame en InviernoWhere stories live. Discover now