41. ¿Nunca te han dicho que la curiosidad mató al gato?

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Dedicaciones: LisbethUrquiaMuoz

Me despierto por culpa del sonido de la potente aspiradora de Mike y me quedo un par de minutos más en la cama con los ojos cerrados, intentando volver a dormirme por la falta de horas de sueño que llevo, pero con este ruido es imposible. Me levanto lentamente de la cama, tan cansada que no tengo fuerzas ni para abrir los ojos completamente. Me hago un moño alto y desordenado, con algunos mechones de pelo rebeldes escapando del alcance del coletero y me visto con lo primero que veo en el armario y que a la vez sea cómodo. La sudadera es muy grande y con un cierto olor que me suena mucho, me recuerda a la calidez... familiar, de ese calor especial que solo sientes cerca de esas personas a las que quieres, pero no entiendo por qué... Si algún día conozco a la persona que me mandó toda esta ropa, voy a hacerle algunas preguntas bastante concretas que espero que responda, porque toda esta ropa es de mi talla, mi estilo, incluso hace que recuerde cosas... Eso significaría que esta persona me conoce o al menos sabe quién soy, ¿no? Entro al baño y me aseo rápidamente, durante el proceso me quedo unos largos minutos mirando mi reflejo en el espejo. Reposando, meditando... No lo sé, siento que algo hoy no irá bien, pero bueno, ¿desde cuándo me sale algo bien a mí? Niego con la cabeza varias veces mientras una risa sarcástica se escapa de mis labios y salgo del baño. Como si fuese hecho aposta, justo antes de que salga de la habitación, mi móvil suena varias veces por la llegada de un mensaje, así que me acerco al escritorio para ver quien me escribe y para qué.

De: Ed.

¡Hey Leena! ¿A qué hora habíamos quedado hoy? Ayer estaba tan cansado que no me enteré de nada de lo que dijiste... Lo siento por eso.

Río divertida y le respondo A las cuatro, imbécil :). Vuelvo al menú de conversaciones y mi sonrisa divertida desaparece. Me encuentro con un mensaje a nombre de alguien con quien no hablo desde... Bueno, desde que salí del hospital.

De: Ben.

Hola Leena. ¿Cómo te va? Mañana tienes cita con Zack para hacerte un chequeo, no lo olvides. También me gustaría hablar contigo, creo que merezco una explicación, ¿no crees?

Te echo de menos.

Dudo por un momento si debería contestar o no a su mensaje. No me despedí ni de él ni de ninguno de sus familiares. Solo me fui sin decir nada. Seguramente ha sido Sven quien le ha comentado donde y como estoy, cosa que intenté evitar desde el mismísimo momento que me dijeron que me iría del hospital. Pero ahora que lo pienso, ¿por qué demonios actué de esa manera? No hacía falta esconderles está información, se hubiesen alegrado al saber que finalmente podría salir del hospital y volver a hacer una vida normal, ¿no? Finalmente decido contestar. No tengo nada que perder.

De: Leena.

Ok. Mañana te veo.

No quiero alargarlo demasiado. Y tampoco quiero darle la oportunidad de decirme nada más mediante mensajes, ya hablaremos mañana.

Sacudo la cabeza, intentando apartar estos pensamientos. Prefiero dejarlos para más adelante, hoy ya tengo suficientes cosas por hacer. Bloqueo el móvil, dejándolo otra vez en el escritorio, y salgo finalmente de la habitación.


Wow.

Como se nota que Mike está acostumbrado a vivir y a arreglárselas solo. Miro la hora en y veo que tan solo son las once y media. Seguramente, no debe llevar más de dos horas limpiando y la habitación que ayer estaba irreconocible vuelve a tener cierto orden. Aunque la mesita de café no la veo por ninguna parte. Río levemente recordando como la vi ayer, con las patas y las partes de cristal completamente rotas, cerca de la puerta de salida. Mi risa hace que Mike se gire con una sonrisa cansada en el rostro y me salude amablemente.

Recuérdame en InviernoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin