Capítulo 3: |Aaron.

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—Tu casa es mi casa.— Se apresuro a decir Aaron con un tono de voz emocionada en cuanto los dos se detuvieron ante una linda casa color gris.

Ella asintió con una mirada sincera, agradecía mas que nada lo que el acababa de decir, hacia mucho que nadie la trataba con esa amabilidad, hacia mucho que no tenia ningún tipo de trato con nadie. Aaron la miro sonriente, ella miraba fijamente hacia aquella casa, estaba perdida.

Aaron, un hombre joven, de ojos azules y amplia sonrisa, era quien había sido enviado por Deanna para mostrarle la comunidad. Su primera impresión de el era que tenia buenas intenciones y que probablemente era una persona fuerte.

—¿Que piensas?.—Pregunto el hombre rompiendo el silencio entre ellos.— Me refiero a Alexandria.

—Es un lugar grande.— Respondió sincera mientras ambos caminaban por una de las calles del lugar.

—¿Que grupo te encontró?.

—¿Grupo?.—Pregunto a punto de reír.

—Ya veo, nos has encontrado tu.

—Así parece ser.

Ambos continuaban su camino entre las calles de aquel lugar, ella observaba con detenimiento todo, todo aquello parecía ser un sueño.

—¿Cuanto tiempo llevas aquí?.—Pregunto a Aaron sin detener su paso.

—Desde el inicio.

—¿Como es que encontraron todo esto?

—No encontramos "todo esto", es solo que... Larga historia.

—Me gustan las historias.

Aaron la miro sonriente y la invito a sentarse en el una banca a una cuadra de su casa.

—Cuando todo esto comenzó el gobierno enviaba gente a distintas zonas donde se suponía que el virus aun no llegaba.

Medito cada palabra de Aaron, recordó que unos años atrás ella pudo haber sido de esas personas trasladadas hacia alguna zona como en la que se encontraba ahora.

—Y fui trasladado aquí con Erick. Lo único que estaba aquí era el vecindario, estas no tan baratas casas.—Aaron prosiguió.— Nos instalamos y mas gente llego. El Señor Reg, fue quien creo esto con un poco de ayuda de todos.— Dijo refiriéndose a aquella murallas que la habían atraído a ese lugar.

—Reg hizo una buena fortaleza.

—Comunidad.—Dijo Aaron alzando su mano divertido.- Somos una comunidad.

"Comunidad" medito esas palabras un par de veces, la forma en la que Aaron hablo al pronunciarlas la hizo sentir que el consideraba aquel lugar como un hogar, su hogar.
Miro con ternura a aquel chico que se había mostrado amable con ella sin conocerla. Le sonrio y decidió tratar de parecer un poco mas contenta ante el, pero en realidad se encontraba así, estaba contenta por estar ahí.

—¿Que mas hay por aquí?.

—Hay mas que solo esto, no te asustes si ves medio vacío, es temprano, cada quien esta en lo suyo ahora.— Aaron sonrió.

—Esto si que es un gran lugar.

Aaron asintió con la cabeza y miro curioso a la chica sentaba junto a el que se encontraba perdida en su mente mirando el suelo con el cabello sobre el rostro.

—¿Te apetece pasar a mi casa a ayudarme con algunas cosas?.—Aaron hablo sin pensar, la chica apenas lo conocía y el la estaba invitando a pasar a casa.

Ahora no importaban cosas de ese tipo, no importaba el sentir confianza con un extraño, Aaron no era una clase de violador o asesino serial, de eso podía ser segura.

—Me parece bien.

Aaron se levanto y camino a casa, ella lo siguió lentamente y quizo seguir con su propósito por ahora, descansar y mantener su mente ocupada en otra cosa.


—¿Cuando tengas mas que harás con ellas?.— Pregunto mientras Aaron se acercaba con otra caja en manos.

—Antes no lo sabia exactamente... Créeme lo he pensando Em, pero he decidido utilizarlo como decoración aquí.

—Cuando este listo debo verlo.

El sonido de la puerta principal abriéndose los hizo guardar silencio y dejar su conversación de lado.
Miro confundida cuando Aaron dejo la caja de lado para ir hacia aquel chico que acababa de entrar.

El chico rubio y un poco mas delgado que Aaron apareció y estrecho cariñosamente a aquel otro chico.
Ambos se miraron por unos segundos y se sonrieron. Así fue como ella comprendió un poco las cosas.

Miro con una leve sonrisa a ambos chicos y siguió admirando la amada colección de Aaron.

—Muchísimo gusto.—Dijo aquel chico desconocido acercándose a ella y extendiéndole la mano.— Soy Erick

—Emily.— Respondió estrechando su mano.

Erick era un chico alto, mas delgado que Aaron, pálido y rubio. Su cara era como la de un niño y su enorme sonrisa también. Erick la miro de arriba a abajo, observando desde sus zapatos hasta su rostro, Aaron miro al chico con una sonrisa.

Ella confirmo lo que pensaba, supo que ambos eran pareja desde el momento en que Erick ingreso a la casa, lo supo por las miradas que ambos se dedicaron, esos eran sentimientos. Ella mas que nadie comprendía el significado de las miradas.

Miro con otra pequeña sonrisa a la pareja y acepto su invitación a quedarse y comer algo junto a ellos.

Una vez que se despidió de la pareja camino sola de regreso a aquel pequeño cuarto donde Deanna la había dejado quedarse.
En sus primeros momentos dentro de aquella habitación color blanco no se percato de unos pequeños detalles. Después de tanto pensarlo se dio cuenta de que ese lugar parecía ser una zona de castigo, una especie de prisión. ¿Para que ese lugar querría un lugar como ese? No lo sabia.

Aaron le había comentado que todos los habitantes de Alexandria trabajaban en conjunto para que todo ese lugar pudiera funcionar, seguían utilizando el método de trabajar para ganarse su lugar, un método que ella bien conocía y que la había ayudado a llegar hasta donde estaba.

Se había reunido con Deanna justo después de regresar a casa, a la hora de la cena. La mujer le había pedido ir a primera hora del día siguiente a su casa, ya que creía que había encontrado algo para entretenerla.

No le agradaba la idea de seguir dentro de ese lugar, pero era eso o nada, probablemente habría muerto si siguiera afuera, afuera, sola, sin un plan.
Solo esperaba que la mujer le pidiera que hiciera algo que involucrara no quedarse todo el tiempo en aquella zona.
Y al parecer Deanna se lo concedería.

The Troubles. ➤  Rick Grimes  Where stories live. Discover now