Venganza

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A la hora de la salida, los padres recibían a sus pequeños de mano directa de los instructores, junto con un pequeño informe de como había estado su primer día, era un proceso largo y tedioso, aunque Grell tenía ese asunto dándole vueltas en la cabeza, por ello el tiempo de espera le fue pasando algo desapercibido; habían pasado muchos años, así que después de su "transgresión", no esperaba volver a cegar almas, ya se había hecho a la idea de pasar de oficina en oficina tal como sucedió durante su embarazo, pero no podía evitar sentir una gigantesca emoción por la noticia, pues a pesar de lo mucho que siempre se quejaba, para el no había nada en el mundo como dedicarse a ello, al fin le daría un buen uso a su sierra, sin duda que sus habilidades terminarían oxidándose si seguía como instructor, pero el estar de regreso traía muchas complicaciones, quizá volvería a verlo, aunque para ese tiempo es muy probable que ya tuviese otro amo y lo que le resultaba peor, alguien más a su lado. La sola idea le parecía terrible, pero sabía que de ser así no podría culparlo, había hecho lo imposible por alejarlo, que estuviera a salvo, si estuviese feliz, él también debía estarlo pero lo cierto era que durante todo ese tiempo, no dejo de extrañarlo, ni de amarlo con intensidad.
— ¡papi!
El fuerte abrazo a sus piernas lo trajo de regreso a la realidad, tomo al pequeño para cargarlo.
— ¿qué tal te fue en el colegio?
Antes de que el menor respondiera, el alegre instructor se adelantó.
—tuvimos un buen día, ya tiene un amigo nuevo, espero que mañana este más alegre, ¿nos divertiremos, verdad Stefan?
El pequeño solo movió un poco la cabeza como asintiendo, abrazándose con más fuerza del pelirrojo.
—está bien, hasta mañana—tomo el bolso para el colegio y salió de allí, aún con todo ese asunto dándole vueltas en la cabeza.
Durante todo el recorrido, Stefan no había dejado de abrazarlo, pero no era normal en el estar tan callado, lo que lo hacía sentir todavía más culpable.
—Papi—sintió un enorme alivio al escuchar su voz aunque fuese con ese tono tímido.
— ¿si amor?
El pequeño se había puesto a jugar con su cabello carmesí.
— ¿por qué no vino Ronald?
—Bueno, el aún no regresa del mundo humano, hoy tuvo mucho trabajo sabes, ¿lo extrañas un poco?
El pequeño movió la cabeza.
—no...Pero siempre viene contigo, ¿papi, él no tiene casa?
Aquello le arranco una carcajada, se alegró mucho de tener a su ocurrente Stefan de regreso.
—Claro que la tiene, solo que le gusta pasar tiempo con nosotros.
Finalmente el moreno se había separado un poco y ahora lo veía fijamente con sus enormes ojos verdes.
— ¿no tiene novio?, Henry dice que su tío tiene uno y que por eso nunca lo ve.
Grell solo podía seguir sonriendo.
—no lo sé bebé, ¿por qué no se lo preguntas la próxima vez que lo veas?, y dime ¿ese Henry que parece saber tantas cosas, es tu nuevo amigo?
—sí, se sienta conmigo y dijo que le gustó mucho mi muñeco, sus papás se llaman Alan y Eric, le gusta mucho dibujar.
Durante las siguientes horas, Grell escucho con atención todo lo que su hijo había sabido de aquel pequeño, hasta el momento de la cena en que toda su atención fue a parar a la rebanada de pastel de chocolate frente a él.
— ¡Gracias papi!—enterraba el tenedor una y otra vez, terminando con la cara manchada—papi ya no quiero ir a la escuela, ¿puedo ir contigo a trabajar?
El mayor se acomodó junto a él, buscando la forma de hacerlo comprender las cosas.
—no, Stefan, debes ir a la escuela, porque todo shinigami debe hacerlo, yo fui a tu edad, además ¿no crees que Henry se pondría triste si ya no vas?
El menor hizo un puchero, la idea de volver a ese lugar no le gustaba nada, pero ahora que tenía un amigo, no parecía tan malo.
— ¿Y por qué no puedo ir contigo?—el pelirrojo debió pensar que las cosas no se quedarían así.
—porque me han cambiado de trabajo, debo regresar al mundo humano como lo hace Ronny.
El pequeño se le quedo viendo, haciéndole preguntas de todo tipo, pero para todas ellas el mayor tenía un tipo de respuesta acerca de porque tendría que mandarlo a la escuela, ya era muy entrada la noche, cuando Stefan continuaba despierto.
— ¿por qué vas al mundo humano?
La energía de Grell se había terminado, en ese momento estaba muy arrepentido de darle algo tan dulce por la noche.
—porque debo cegar almas.
Pero el pequeño parecía decidido a obtener todas las respuestas.
— ¿y que son las almas?
El pelirrojo lo abrazo contra su pecho, tratando de arrullarlo.
—lo que debemos tomar con las guadañas, duérmete ya.
Stefan se quedó con esa palabra en la mente porque aunque intento preguntarle, su papi se había quedado profundamente dormido.
———
Al día siguiente las cosas no fueron muy diferentes a la entrada del colegio, quizá el moreno ya no se aferró a todo árbol que se encontraba de camino, pero igual lloro con mucha fuerza cuando el instructor lo alejo de brazos de su padre.
El pelirrojo seguía sintiéndose muy culpable, pero no había opción, además todo parecía indicar que con el paso del tiempo aquello terminaría, sin embargo los días avanzaban y era la misma rutina, Stefan corría hacia las rejas para gritar llamando a su padre, pero Henry salía para traerlo de la mano y hacerlo volver al salón donde trataba de distraerlo pidiéndole ayuda con sus dibujos.
El moreno hacia un puchero mientras abrazaba su muñeco, pero su curiosidad pronto llevaba su atención hacia los coloridos trazos de su compañero.
La llegaba del instructor lo sorprendió, le dejo un papel en blanco, junto con algunos colores.
— ¿por qué no lo intentas Stefan?, hoy vamos a dibujar a nuestra familia.
El pequeño se quedó viendo aquellos implementos por un rato, pero una vez que comenzó a dejar trazos sobre la pálida hoja, se entusiasmó mucho, dibujo lo mejor que pudo a su papi, y a Ronald.
Cuando terminaron, el instructor los animo a pasar al frente y mostrar su trabajo.
—empieza tu Henry, preséntanos a tu familia.
El pequeño mostro su dibujo, habían dos figuras con manchas cafés y amarillas en la cabeza.
—estos son mis padres, se llaman Alan y Erik, mi padre Alan siempre quiere que ordenemos la casa, pero mi padre Erik dice que no debemos perder el tiempo con eso.
—muy bien Henry, creo que con eso está bien, y tu Stefan ¿a quién dibujaste?
El moreno mostro muy emocionado su dibujo, todos dejaron salir una exclamación de sorpresa, los trazos eran bastante definidos y algo complicados para un chico de su edad.
—Stefan dibuja mejor que el instructor—se apresuró a decir un chico de cabellos rubios muy rizados.
Hubo una risa general, pero la severa mirada del instructor hizo que volviera a reinar el silencio.
—puedes comenzar Stefan.
El pequeño asintió sonriendo.
—Este es mi papi, se llama Grell Sutcliff, yo lo quiero mucho, hace los pasteles más ricos y tiene un cabello muy muy largo.
El instructor lo interrumpió señalando la otra figura.
— ¿y él es tu otro padre?
Stefan negó rotundamente.
—no, ese es Ronald...papi dice que tiene casa pero le gusta estar en la nuestra, creo que le falta un novio.
El joven shinigami se arrepintió de haber hecho aquella pregunta, aunque le causaba bastante gracia la inocencia de los pequeños.
Después de recibir algunos aplausos por parte del resto de la clase, ambos niños regresaron a sus asientos.
Algo había en el dibujo de Henry que llamó poderosamente la atención de Stefan.
— ¿Qué son?—señalo los burdos dibujos de unas líneas que pasaban por las manos de ambos padres.
—son lasañas, mi padre dice que las usa para trabajar, ¿tu padre no tiene una?
—solo tiene una sierra, cada vez que la sacaba sus alumnos corrían muy rápido, papi dice que son para las almas.
Henry se acercó para ver más de cerca el dibujo de su compañero.
—es una lasaña, mi papi dice que los shinigamis tienen que ir al mundo humano, porque los humanos siempre trabajan demasiado y están muy cansados pero no quieren dormir, por eso mi padre los ayuda, toma sus almas y se quedan descansando.
Aquella historia había intrigado mucho a Stefan.
— ¿qué es el mundo humano?
Henry le vio con seriedad muy seguro de su respuesta.
—Es donde hay humanos.
El moreno estaba por hacerle más preguntas, sin embargo en ese instante la campana resonó por el colegio y el instructor los animo para salir al descanso.
———
Habían pasado ya unas semanas, durante las cuales de cierta forma disfruto de su regreso al mundo humano. No tenía idea de cuánto añoraba volver a recorrer con agilidad cada espacio con un sigilo tal que pasaba tenue y desapercibido, irreal como las sombras proyectadas por objetos inanimados cuando los alumbra una vela.
Debía reconocer que incluso extrañó el tacto del libro de la muerte, con sus pastas gruesas de relieves intrincados, con el aroma sutil emanando de sus hojas, uno que se teñía de muerte luego de que blandiera el filo de su sierra contra cuerpos que mostraban con toda claridad su historia, haciéndole mudo testigo como siempre, pero sus sentimientos ya no eran los de cualquier shinigami, ahora mientras veía las historias de amor entre los recuerdos de humanos, pensaba en él, con tan fuerza que agradecía sinceramente a la lluvia que asolaba la ciudad por entre mezclar entre sus gotas las lágrimas que corrían por sus mejillas, no le había visto y quizá lo mejor era que no volviese a verlo, ¿si lo hiciera de que serviría?, no podía decirle la verdad, tampoco volver a ese lugar escondido entre los callejones de Londres, a besarle mientras se quedaban dormidos, resultaba incluso risible la manera en que llegaban los recuerdos abrasándole, tanto que le pareció aspirar el aroma inconfundible que brotaba de su ser y ver su alta silueta frente a sí, pero no era un sueño, ahí estaba, finalmente podía verlo, tenerlo tan cerca para correr a sus brazos, sin embargo le dedico una mueca de desprecio y se giró dispuesto a marcharse.
—Esta propiedad pertenece a mi amo, me ha pedido poner especial esmero al encargarme de los invasores.
El tono de su voz tenía ese frío glacial en cada palabra, justo como cuando se enfrentaron por primera vez, él no dudaba cuando se debían cumplir las órdenes, si hubo una historia entre los dos no importaría, lo más prudente sería retirarse, sin embargo no pudo negarse la oportunidad de una última mirada, se giró de nuevo muy lentamente, conservaba la guadaña en la mano esperando no tener que usarla.
Ahí estaba él, con su arrebatadora belleza incluso estando con los cabellos pegados al rostro, su atuendo empapado y manchas de barro hasta las rodillas, su mirada era cruel y amenazadora, pero indudablemente seguía siendo su amado demonio.
Un pensamiento sombrío lo embargo, ¿era posible que lo hubiese olvidado?, toda la hostilidad que sentía proferirle quizá se debía a que ya no formaba más que un breve lapso de su pasado; espero que no fuese así, debió irse, correr lo más rápido que pudiese, si no tenía la concentración necesaria para usar la guadaña, al menos debió huir hacia los portales, volver al mundo shinigami a donde pertenecía, renunciar a cegar almas y refundirse para la eternidad en la oficina de archivo más lejana, pero contrario a eso, su cuerpo se movió dando pasos algo torpes hasta plantarse frente a él, para poder ver cada línea de sus irises que iban tiñéndose de purpura.
Entonces le vio venir, lo dejaría darle un golpe o los que necesitara porque sabía que lo había herido de la forma en que jamás deseo, por ello era justo que de cierta forma cobrara venganza con la débil justificación de obedecer a su amo, pero lo que recibió fue algo muy distinto.
Sebastián estaba furioso, lo sentía en el ambiente, lo supo al momento de verlo lanzarse contra él con las garras expuestas, acorralándolo contra la dura pared; pero no le ataco, al menos no de la forma que esperaba, sus garras no le destrozaron la piel, sino se limitaron a quitarle la ropa, arrojándola contra el fango para tumbarlo encima, pensaba que sus filosos colmillos le atravesarían la garganta, pero los acariciaba con su lengua en medio de fogosos besos, quería hablar, pero él no se lo permitió. Deseaba usar su guadaña, pero esta se había caído quedando recargada de lado contra la pared que le parecía tan lejana.
El moreno solo pareció satisfecho cuando le tuvo desnudo con las piernas en sus hombros, su mirada brillaba de una forma espectral, pero Grell dejo de contemplarla, cerró los ojos con fuerza y se mordió el labio para no gritar cuando sintió su enorme falo de nuevo, rasgándole, rompiendo cada resistencia ofrecida por su cuerpo, nadie lo había tocado desde entonces, dolía, pero eso le provocaba tanto placer, que se comportara como una bestia con él; que reclamara con su cuerpo el tiempo perdido, no tardo en sentirlo, se movía con tanta fuerza, entrando y saliendo, mientras mordía su cuello, sus hombros, sus tetillas, los labios que sentía ya hinchados. Su piel escocia cuando laceraba con las caricias de sus garras, incluso sentía que las frías gotas debían evaporarse al contacto formando una leve bruma; él busco, de nuevo por el contacto al menos con algo de su piel, pero el seguía casi vestido por completo y además salió de él, girándole, volvió a entrar de forma violenta, estaba seguro que incluso a él debió dolerle
No lo había olvidado, lo supo en el momento de sentir una fuerte corriente recorriendo su cuerpo, él sabía perfectamente donde y como tocarlo, se sintió desfallecer pero la fuerte mordida en su hombro lo hizo reaccionar, lo sujetaba para impedirle alejarse, aunque no lo hubiese hecho, sintió como arremetía contra su sensible entrada, mientras el gemía con fuerza, sintiéndole gruñir ansioso, ambos eran no más que animales en celo yaciendo bajo la lluvia, estaba tan ansioso, su miembro palpitaba necesitado de atenciones, pero Sebastián le sujeto las manos contra el barro, era quien dominaba por entero las acciones, era quien necesitaba descargar toda su ira y frustración contra el cuerpo de su amante que le fue negado por tanto tiempo.
Contra la superficie del agua, algunas plumas negras comenzaron a caer, mientras sentía su miembro henchirse todavía mas, llegar a donde solo él podía, podía escucharlo y sentir como salivaba contra su oído tomando su forma primaria para satisfacer su instinto más básico.
Arremetió con fuerza desmedida, haciéndolo venirse mientras el mismo se corría, llenándole con su simiente ardiente, espesa y abundante, por un solo instante todo fue del negro profundo que tanto disfrutaba, por segundos habían vuelto a ser uno solo, aun en su semiinconsciencia podía sentir sus labios dándole besos suaves en las heridas que le había infringido, aún estaba molesta, pero le consideraba su amante y de aquella forma parecía disculparse.
Salió con cuidado y al estar frente a frente, sus labios volvieron a encontrarse, le dio refugio en su pecho como antes, el tiempo pareció disolverse, pero la fantasía no sería eterna.
No le dijo una sola palabra, a pesar de que las caricias fueron continuas y los besos suaves, volvió a vestirle, pulcramente hasta el último detalle, hizo el moño de su corbata, le alcanzo la guadaña, sus labios se posaron sobre los suyos, rozándolos apenas y finalmente de ese par de líneas finas se deslizo una frase.
—nos veremos pronto.
Aún estaba molesto, lo conocía bastante bien como para saberlo, pero su sonrisa fue cálida, como si volvieran a ser los mismos de antes, pero Grell sabía que nunca podrían volver a serlo.

Stefan [SebasGrell]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora