Capítulo Uno

1K 112 65
                                    

Mis ojos se dirigieron hacia la puerta, casi por costumbre ya, por castigo, por anhelo. Me ardían terriblemente, pero cuando pensaba que el dolor no podía seguir manifestándose después de tanto tiempo, las lágrimas me saludaban traicioneras en un complot con mi cerebro, estrujando mi corazón tan fuerte que la agonía de morir se había hecho un hueco en él.

Había perdido la cuenta de las horas pasadas en la profunda oscuridad de la habitación. Una semana desde aquel día en la estación, donde el reloj marcó el mayor arrepentimiento de mi vida. Pero aún seguía yo aquí, esperando que él apareciera por la puerta como solía hacerlo, iluminando la estancia sin necesidad de que encendiera la luz.

Me llamaba alegre y yo le decía que bajara la voz, pero solo quería molestarme y, en realidad, a mí me encantaba que lo hiciera, que me prestara atención. Casi pude verlo entrar y tirarse a mi lado en la cama haciendo un tierno puchero de aburrimiento. Estaba sintiendo como poco a poco la cama cedía ante su peso y ambos quedábamos muy juntos. Yo... En realidad estaba hundiéndome en mi propia desesperación, en su recuerdo, su partida...

Los minutos hubiesen seguido pasando, si no fuera por un leve toque en la puerta que interrumpió mis pensamientos, aunque no se ganó mi atención. Quería estar solo, pero sabía que eso no duraría eternamente:

- Jimin –dijo suavemente Jin-hyung-. ¿Estás despierto?

Me hubiera gustado aparentar que sí, pero un sollozo se me escapó sin consentimiento propio, dándole a entender que en realidad lo escuchaba perfectamente:

- El mánager ya está aquí –dijo con tono preocupado-. Sé que esto es difícil, pero tienes que estar presente también.

Volvió a cerrar la puerta, huyendo el fino halo de luz que se había colado deslumbrándome la vista. Recordé que a pesar de que la empresa nos había dado una semana libre, tenía unas obligaciones que cumplir. No sabía hasta qué punto prefería seguir llorando en mi cama enrollado en las sábanas.

Me levanté con malestar en mi cuerpo debido a las horas de inactividad. Me senté en la mullida superficie y exhalé lo suficiente como para tener que recuperar el alma y, con ambas manos, borré todo el rastro de lágrimas de mi rostro. Sin embargo, el color rojo era algo que no podía esconder y quién me mirara lo notaría. Me puse en pie y, a paso lento, abrí la puerta y me dirigí al salón.

La atmósfera seguía siendo densa y apesadumbrada. Aunque algunas veces se hiciera el intento de alegrar el ambiente, enseguida se volvía nostálgico. Lo notaba en los demás y ellos sabían que el más afectado era yo, pero no sabían que detrás de su dolor, el mío se teñía de otro matiz bastante más profundo, más doloroso. Sentí algunas miradas en mí ya que era el único que faltaba y, cuando me percaté de algunas sonrisas débiles, supe que mi estado era deplorable hasta para ellos.

Me senté en una silla al lado del resto que descansaban en el sillón y, sin apartar mi vista del suelo, intenté prestar atención:

- Jimin, ¿estás bien? –me preguntó el mánager.

- Sí... -que otra cosa iba a decirle.

- Parece que estás enfermo, debería verte un médico.

- No, estoy bien. Simplemente comience con lo que quería decirnos –solté en apenas un susurro.

Noté su mirada desconfiada sobre mí, pero tras un suspiro pareció centrarse en el tema:

- Bueno, vengo a comunicarles los planes de la empresa. A partir de ahora el grupo se compondrá oficialmente de seis miembros sin intención de añadir a nadie más. Mañana lunes empezaréis vuestros nuevos horarios y...

Última llamada [VMin] {10/10}Where stories live. Discover now