Capítulo Diez

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Todavía podía sentir el calor de sus labios sobre los míos. Incluso después de que la distancia volviera a ponerse en medio, sentía el tacto de su piel, el sonido de su risa, la humedad de sus lágrimas y sus sentimientos siendo susurrados en mi oído. Era como si estuviese a mi lado, como si me observara desde lejos. Mi corazón palpitaba con la esperanza de que a través de la tormenta que sacudía la ciudad, su silueta se dibujara en lo más profundo de las vías, qué su perfecta figura apareciera caminando, disipando la niebla como un foco en el momento más oscuro de una pesadilla.

Pero mis ojos, fieles detractores de mis sentimientos, me devolvían a la realidad llena de lágrimas que seguían precipitándose en las calles de la misma ciudad que no hace mucho me había visto partir, pero esta vez, en sentido contrario.

La sensación de que no habría un retorno que me permitiese volver me desgarraba el corazón a cada paso que daba, pasos que parecían incitarme a la traición, como si por cada uno que fuese dado, algo de él se desvaneciera. Mis manos en un puño se resguardaban de la nieve que caía dándome la bienvenida, acompañándome hasta casa. Es como si me hubiera llevado algo de ese lugar, algo que irremediablemente, me recordaba a Taehyung. Una pequeña ráfaga de viento me acarició el rostro, dándome la razón de mis pensamientos.

"Jimin, estoy aquí."

Mis ojos se cerraron dolidos y los apreté con fuerza. Un sollozo estremeció mi cuerpo y tuve que luchar con el gran nudo que tenía en la garganta, por lo que me paré. Me tuve que parar a llorar, por primera vez en mi vida, me detuve a llorar lo que realmente sentía en ese momento. Me llevé una de las manos a la boca para detener el angustioso sonido que salía de mis labios o, más bien, de mi corazón. No podía caminar, me temblaban las piernas y mi cuerpo convulsionaba a causa del dolor que cargaba en mi pecho.

Un fugaz destello me iluminó débilmente a través de las nubes grises que adornaban Seúl. Al instante, un sonido estridente hizo temblar el cielo. Por un momento, sentí empatía con el tiempo. Vi en ese trueno mi corazón siendo atravesado y, después de varios, no quedaba ni rastro, pero me seguía doliendo. Me limpié como pude los ojos con las manos congeladas y emprendí la marcha de nuevo. Los músculos se resintieron debido al frío que hacía, pero en algún momento tenía que llegar a casa y, tras pasar la calle, aquel hecho se materializó. No obstante, tenía miedo. Miedo de volver a la realidad. Miedo de darme cuenta lo que supondría seguir adelante. No tenía fuerzas para enfrentarme a su recuerdo en estos instantes.

Solté un gran suspiro para luego impregnarme de algo de valentía y, cuando vine a darme cuenta, ya estaba frente a la puerta. Por un momento, mi mente viajó siete días atrás haciéndome caer en la poca similitud que tenía con el presente. Pulsé el código con un pulso ridículo y, tras varios intentos fallidos, conseguí quitar el seguro y el calor del interior me acogió. Me envolvió con suavidad como si no me recriminara nada, como si entendiera de verdad lo que estaba sintiendo.

Sin darme tiempo a levantar la vista del suelo, una mano me agarró con escasa sutileza y me sentó en el sillón con brusquedad. No quería, realmente no quería esto:

- Hazme el favor de explicarme ahora mismo por qué desobedeciste –me recriminó una voz furiosa.

Alcé con lentitud el rostro y me encontré al mánager con ojos acusadores y un rostro totalmente enfadado:

- ¿En qué estabas pensando? –se acercó más a mí, aumentando el tono de voz. En cualquier momento, empezaría a gritar.

Me miró esperando una respuesta, esa que yo no le iba a dar:

- ¡Contéstame! –ahí estaba.

Agaché el rostro con el propósito de aparentar un arrepentimiento que en realidad no sentía, pero de nada servía porque no sabía mentir. Escuché los pasos apresurados saliendo de las habitaciones y ni me cuestioné de quiénes se trataban. No me importaba ni lo más mínimo, solo quería estar solo o irme, pero eso ya no era posible:

Última llamada [VMin] {10/10}Where stories live. Discover now