Lillith, Capítulo LXXII. Lágrima De Estrella.

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Como les decía mis queridos lectores, Sarios llevó su "oro" caído del cielo nocturno a Agathon el joyero. Yo invisible quise ver dicha resolución por curiosidad a ver que decía el joyero y su conclusión fue esta:

-Lo lamento Sarios pero éste material no es oro.

-¡No es posible! -Reclamó muy molesto.- Yo lo encontré anoche en la playa... ¡Cayó de los cielos! Debe de ser oro de los dioses, del Olimpo, de Zeus...

Y dale con los dioses. Supieras lo que le hice a Zeus, Sarios... -Pensé.-

-Te creo que haya caído de los cielos, Sarios pero no es oro. Podría ser fuego de una estrella quizás pero no oro. Además es demasiado pesado como para que lo fuese. Temo que si forjases una espada con este, lo puedes hacer más no lograrás quien pueda usarla por lo pesado del material. Lo siento en verdad, amigo. Lo mismo le dije a otro que vino en la noche para que viera un fragmento tan grande como el tuyo. Se fue muy enojado...

Ese era Caín, lo sabía... -Me dije.-

-¿En serio llegó alguien antes que yo con...?

-Sí, Sarios. -Interrumpió Agathon- Pero no lo he visto hoy.

Pude ver la frustración en él al saber que su "oro" no era más que parte de una estrella y que no tenía nada que ver con los inútiles dioses. Sin embargo, llevó el material a su pequeña estancia de herrería donde decidió darle algún uso. Así entonces pensó en forjarlo como espada pero sí, le dio mucho trabajo fundir el muy pesado material y hubo un momento en que casi se daba por vencido pero insistió hasta lograrlo.

Todo; todo un día completo hasta muy adentrada la noche el supuesto inmortal lo intentó hasta que logró fundir y posteriormente manipular el extraño material de estrella vaciándolo en un molde lo dejó secar para después forjarlo a fuerza de maso.

Poco a poco iba amaneciendo hasta que por fin; ¡la espada estaba lista! Hecha de una sola pieza desde el mango hasta la punta. Su brillo era puro, te podías reflejar en ella y tu imagen era tan pura como la que ves en un río de aguas cristalinas además emanaba un extraño calor que se mantendría siempre.

-¡Esta espada demandó mucho trabajo! -Exclamó con orgullo.- Por lo tanto merece un nombre; la llamaré "Lágrima De Estrella"; la espada de los cielos. Y es hora de probar su filo.

Ese mismo amanecer Sarios salió a un lugar apartado; yo lo seguí... Comenzó su prueba primero con pequeños troncos los que partió sin problemas luego tomó una piña la que también partió pero lo extraño fue el cómo la sábila de esta se corría sola de los costados de la espada. Era como si la limpiase una fuerza invisible luego, quiso saber su peso el cual superó los sesenta kilos. Demasiado para una espada y para cualquier guerrero.

Así viendo el poder de su espada, observó que su filo no se dañaba en lo más mínimo lo que motivó a hacerle una prueba más en la que partió una gran roca sin dañar su filo y el resultado fue el mismo al partir hierro el cual no resistió el filo de "Lágrima De Estrella"

-¡La espada perfecta de un todopoderoso! ¡La espada de un hombre verdadero! De un inmortal único, como yo... -Dijo eufórico.-

Con que único inmortal... ¿Que te estás creyendo, niñito? Un "único" inmortal, ¿no? Eso piensas porque no me conoces ni al ridículo de Caín pero hoy me conocerás, ingenuo.

Dejé un momento al niño con su nuevo juguete y vagué por la ciudad buscando a Caín pero no había rastros de él. Posiblemente está lejos y si tiene ese material hará otro juguete al igual que Sarios.

Ya cayó la noche; y mientras vagaba vi de nuevo a Sarios bebiendo y frecuentando mujerzuelas, buena debilidad a mi favor. Alardeaba el haber creado una espada poderosa. Haciéndome pasar por una de ellas, me acerqué y seduje lo que me fue muy fácil. Así este niño me llevó a su hogar donde estuvimos toda la noche. Después de Caín, Sarios es otro hombre que ha logrado saciar mis deseos carnales sin debilitarse como los hombres corrientes pero él correrá con el mismo destino de los que he seducido; ¡la muerte!

-¡Vaya mujer! Eres demasiado ardiente. ¿Cómo te llamas? -Me preguntó.-

-Me llamo Lillith y no tienes idea de lo ardiente y hasta asesina que soy.

-¡Ah, sí! ¿Eres una "asesina"? Dime, ¿qué tan asesina eres? -Decía sin salir de la cama.-

Yo estaba desnuda fuera de la cama cuando me transformé en la arpía asesina; vi el espanto en su rostro y sin decir nada me le lancé, lo sujeté con mi fuerza y empecé a beber la sangre de su cuello pero con una fuerza sorprendente me tomó del cuello para tirarme contra la pared. Yo, lo vi con asombro mientras salía de su cama y clavó su nueva espada contra mi pecho pegándome en la pared.

-No sé lo que seas, bestia pero hasta aquí llegas. -Me dijo muy seguro.-

-Es lo que tú crees, maldito. -Le rugí mientras me sacaba la espada.-

Debo admitir que era pesada mas yo la cargué lo que espantó más a Sarios.

-¿Crees ser el único inmortal, niño? -Le rugí mientras clavé su espada en su estómago pegándolo contra la pared y le dije.- Deberías conocer a Caín y Acacius, niñito.

Dicho esto salí por la ventana a la calle pero él me siguió con su espada y desnudo en plena noche. Disfruté verlo correr pues sabía que no me alcanzaría aunque debo admitir que era muy veloz y, para verlo enojado di un gran salto y salí volando gritando como la arpía que soy dejándolo sólo.


Lilith, la primera mujer.Where stories live. Discover now