Gokudera Hayato |Hora de la cena|

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Por las malas, (...) se enteró que Gokudera tenía muy arraigadas en sus venas, las raíces italianas. A veces lo olvidaba, su falta de acento no ayudaba tampoco y cuando se dio cuenta de su error, fue demasiado tarde.

Casi nunca estaban a solas, así que esa noche pacífica decidieron preparar la cena juntos. "No hay dinero para comprar express, mujer" fue el argumento de Hayato para ocultar su vergüenza, sin embargo, (...) lo conocía lo suficiente como para comprender que hasta cierto punto se sentía culpable por dedicarle más tiempo a su querido Décimo que a ella, o tal vez, Tsuna le había dicho que interactuara más con su novia y él terminó aceptando porque el Juudaime tenía  la soberana palabra por encima de todo ser vivo. Y punto.

—Huh... veamos, la pasta debe hervirse durante siete minutos apróximadamente —murmuró Gokudera una vez se ató el cabello en esa diminuta cola de caballo que a (...) le encantaba, y repasaba con sus gafas de lectura la receta del grueso libro de pasta dura que había traído desde su tierra natal.

(...) tuvo que correr a la estufa y bajar el fuego, pues el agua borboteando estaba a punto de desbordarse, sin que el albino se diera cuenta del caos; al parecer el cometer atrocidades en la cocina venía de familia, al menos esperaba que al final no terminaran con una compota purpúrea que era capaz de corroer hierro, Bianchi estaría orgullosa, pero lo dudaba del resto, incluso de él.

Una vez domada el agua, (...) abrió las puertas dobles del mueble donde se guardaban los víveres, observando con desaprobación la escasez de productos básicos que albergaba su pareja, su prioridad parecía residir en el alquiler y la compra de tabaco; siquiera tenía televisión y el agua venía incluida con la mensualidad, debía comenzar a preocuparse por su salud, tal vez extorsionarlo con que no podría ser la mano derecha de Tsuna si no comía balanceado, hablaría más tarde de eso con él...

—¿Cuánto es necesario añadir? —Dudó tomando el paquete transparente que contenía los espaguetis crudos y duros. Una marca genérica estaba escrita en letras blanco y rojo en la parte superior.

—Serán dos porciones, con la mitad del paquete estará bien —respondió con la mirada aún hundida en la receta, tal vez memorizando las medidas y procedimientos.

—De acuerdo —Abrió el paquete y luego de sacar la mitad de los delgados cilindros de trigo, los tomó por ambos extremos, dejando una pequeña distancia entre ellos y el agua hirviendo, después aplicando un poco de fuerza, los partió a la mitad, para que pudieran entrar en la olla, según ella. Sin embargo, ante el crujido que resonó por toda la cocina algo pareció romperse también dentro de Gokudera.

—¿Qué... —Se dio la vuelta lentamente, estupefacto, como si estuviera presenciando el mayor crimen de la historia—. ..acabas de hacer? —El susurro se deslizó hasta los confines de los platos vacíos sobre el mostrador, y los vegetales en el fregadero, enmudecidos por su acto de sacrilegio inminente.

—Eh... ¿los partí? —(...) no sabía la tormenta que había desatado.

Nunca escuchó tantas maldiciones en Italiano (Juraba que hasta mezcló latín en sus improperios) y desde ese día, pidieron express.

Gokudera no volvió a ser el mismo.

~+~

Febrero 01, 2016

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