Ryohei |Trabajo y estrés|

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—Buen trabajo el día de hoy —Apenas (...) logró discernir esas amables palabras de la secretaria, sin embargo, no dejó de caminar, siquiera asintió. Actualmente solo era la mitad de lo que sería un muerto viviente, la piel pálida por la falta de comida, oscuras ojeras y algunos cabellos (c/c) desarreglando su peinado solo eran algunos síntomas externos de su sobresfuerzo en las últimas cuarenta y ocho horas, no había dormido, en su estómago tal vez solo estaba el desayuno de esa mañana y la falta de sueño era notable en el cansancio que apuntaba su forma de caminar; errante y algo tambaleante. (...) suspiró aferrándose un poco más a las carpetas en sus brazos, tenía una semana de descanso, aún así, tenía toda una maldita pila de documentos que revisar, firmar, sellar y volver a enviar a su destinatario. Mientras pensaba en su triste destino, su rabia contenida durante horas comenzaba a borbollar.

Estúpido jefe, estúpido trabajo, estúpido mundo... —mascullaba rodeándose de un aura negra cada vez más grande.

—¡¡Oi, (...)!! —Ella parpadeó y por un instante todos los pensamientos terroristas se disolvieron. Levantó la mirada ojerosa para ver a lo lejos a su marido, agitando la mano con una extensa sonrisa. ¿Había venido por ella?. Contrario a como habitualmente lo hacía, solo se limitó a resoplar y continuar caminando, con la cabeza baja ante el peso de concreto endureciendo sus hombros. La sonrisa de Ryohei se borró y su semblante cambió a uno preocupado—. ¿Estás bien?

—Sí, sí, lo estoy —dijo cortante pasando junto a él-.Vamos-ahora el único pensamiento de (...) era llegar y lanzarse a la cama, para no despertar hasta el otro día. El hombre trotó hasta estar junto a ella.

—Déjame ayudarte —Tomó todas las carpetas que (...) llevaba en sus brazos.

—Gracias.

~+~

—Hogar, dulce hogar —suspiró Ryohei, derramando la luz de su optimismo en el momento que abrió la puerta de la casa satisfecho.

—Iré a dormir —(...) pasó a su lado y subió las escaleras, sin notar la expresión de amargura del guardián del sol.

Cuando entró a la habitación, desabrochó su sostén y lo lanzó en alguna esquina, suspiró cuando se dejó caer sobre la suavidad de las sábanas y almohadas.

—Esto es vida —Acurrucó el rostro, y poco a poco se fue adormeciendo, hasta que escuchó algo entrar al cuarto.

—(...) las carpetas...

—Ponlas en el escritorio —Le cortó. Escuchó el sonido de los documentos sobre la madera.

—Hum... ¿No quieres salir hoy? —gruñó como advertencia—. Puedo hacer algo de comer...

—¡Ryohei! —Se incorporó. Tanto era el nivel de su alteración que siquiera había reparado en el detalle de que su flemático esposo no había pronunciado ni un sólo "¡Extremo!"—. ¡Quiero dormir en este momento! —Él juntó las cejas, herido, sin embargo, solo se dio la vuelta y salió de allí. Ella nuevamente dejó caer el cuerpo sobre el colchón, pero esta vez las sábanas eran demasiado incómodas, y el contacto duro... se removió intentando una posición cómoda, pero no lo logró.

(...) frunció el ceño, él había estado en misión de dos semanas en Suiza, y justo ese día había regresado y en lugar de ir a descansar de inmediato, fue a recogerla al trabajo, cargó sus papeles, e incluso su emoción por regresar a casa era palpable en la atmósfera; y ella, por otra parte, no lo recibió con algún gesto de dulzura, o una sonrisa, solo con indiferencia y palabras groseras. Tragó saliva, y apretó los párpados. Él no tenía la culpa de su estúpido jefe, o de su trabajo desbordante, también Ryohei tenía su trabajo y arriesgaba la vida en él. Sintió un agrio apretón en el pecho al pensar la posibilidad de que él no regresara, que no le dedicara esa brillante sonrisa, o que la casa se viera suprimida de la luz de su sol personalizado.

"Mierda, fuí una perra con él"

(...) se levantó de golpe, y corrió fuera del cuarto, lejos de la comodidad, sin importarle el dolor que estalló en sus piernas fatigadas. A la mierda el orgullo, eso no podía existir en la relación de ambos. Bajó las escaleras, y tropezó en el último escalón, pero pudo estabilizarse para correr hacia la cocina. Allí lo vio, algo cabizbajo, preparándose un sandwich.

—¡¡Ryohei!! —El pobre respingó y las rodajas de pepino cayeron al suelo. Sin embargo, no puso atención y se dio la vuelta sorprendido.

—¿(...)?¡¿Estás llorando?! —Se exaltó preocupado. A ella no le importaron las lágrimas que corrían por sus mejillas. Corrió y saltó sobre él, enredando las piernas en sus caderas y hundiendo el rostro en el cuello—.¡Woo! —Ryohei retrocedió un par de pasos, puso el pie sobre las rodajas de pepino, resbaló y cayó hacia atrás con (...) aún aferrada a él.

—Lo siento mucho —murmuró contra su piel bronceada. Ryohei dejó de sisear por el dolor de la caída, y la observó casi estupefacto—. Yo... estaba muy estresada y quería que llegaras, pero cuando te vi estaba muy enojada y estaba planeando el asesinato de mi jefe y la destrucción del edificio, y el globo de un niño explotó por mi mal humor y....—Entre sollozos y moqueos, Ryohei apenas pudo entender lo que decía, comenzó a acariciarle el cabello, mientras sentía la curvatura de su cuello humedecerse por las lágrimas de arrepentimiento.

—Fue una semana extrema, ¿huh? —Poco a poco los sollozos fueron cesando.

—Eres demasiado bueno para mí —susurró con los ojos cristalizados.

Fue callada por un hambriento beso que casi extinguió su respiración, los dedos callosos del hombre se enredaron en su cabello, e intensificó más el ardiente contacto entre ambos, (...) apretó los puños sobre la ropa que cubría su pecho tonificado. En dos semanas había olvidado lo que Ryohei provocaba sobre ella, sus caricias y besos violentos que muchas veces arrancaban su alma, gimió levemente sobre los labios contrarios anunciando la falta de aire y se separaron para inhalar una pequeña bocanada. (...) unió la frente con la de él.

—Bienvenido a casa.

—Estoy en casa.

El trabajo podía esperar.

~+~

Junio 29, 2016

KHR |Lectora|Where stories live. Discover now