Capítulo 2

6.4K 390 86
                                    

No pensaba quedarme allí a solas junto al secretario de James

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No pensaba quedarme allí a solas junto al secretario de James. Me negaba. Parecía una niña pequeña y malcriada que no quería sentarse al lado de un niño aún más malcriado, pero no lo era. Podía decidir.  

No haría un berrinche. Si no quería estar allí, pues simplemente me iba.

―Bien ―me levanté de mi asiento, dispuesta a largarme de aquel lugar―. Será mejor que yo también me retire.

―Pero...

―No se ofenda, pero el encuentro era con James. Si él no está no tiene gracia que yo me quede ―le dije lo menos directa posible. No quería decirle "me voy porque estoy incómoda estando aquí a solas contigo, más teniendo en cuenta que trabajas para mí". Incluso cuando le dije que fuera de la oficina no cumplo el papel de jefa.

―Sí, pero en realidad, esperaba poder conocer un poco más de la empresa en esta "reunión".

―Ya es tarde Connor, mañana en mi oficina podremos conversarlo —repliqué. Tan solo deseaba lanzarme a mi cama y dormir tanto como pudiera. Mañana tenía una conferencia importarte.

―Por favor, tan solo un momento, jamás trabajé como secretario —rogó con los ojos de perrito. Una mueca adornó mis labios mientras el revisaba la hora en su reloj rápidamente. Volvió a mirarme tan pronto como pudo—. Aún es temprano, tan solo un momento más.

Estaba intentando convencerme y yo solo podía pensar en que James se fue, me dejó sola con Connor cuando él debería de estar conmigo, ¡incluso se fue sin despedirse! Qué desconsiderado.

Suspiré.

―Está bien ―bufé. No me agradaba mucho la idea de quedarme en el bar hablando con un chico que acababa de empezar a trabajar en mi empresa. Y que además, me parecía atractivo. Unas copas demás y no quería ni saber lo que podría pasar, o las ridiculeces que podría decir. Así que no tomaría de nuevo por esa noche.

―Gracias —respondió revolviendo su cabello.

—Pero antes tengo que hacer una llamada. Si me disculpa. —Me alejé tanto como pude y marqué el número de James. Algo grave debió suceder.

No contestó hasta la tercera llamada.

—April, lo siento muchísimo, mi mamá enfermó y vine a cuidarla por hoy. Prometo recompensarte —dijo apenas contestó y de inmediato colgó la llamada.

¿Disculpa? Auch. No había podido siquiera decir que su querido secretario apto para el trabajo había rogado porque me quedara y que yo tan solo quería irme.

Respiré hondo y volví a sentarme en la mesa donde el chico esperaba paciente.

—¿Y bien? ―pregunté abruptamente luego de unos largos segundos de silencio sintiendo como me escaneaba con la mirada y, ¡maldita sea! Me observaba como si supiera de mí más de lo que yo misma sabía. No me gustaba, parecía tener el control de todo.

El infiltradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora