Capítulo 32

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Su mandíbula estaba muy apretada, demasiado

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Su mandíbula estaba muy apretada, demasiado. Entreabrí mis labios, sorprendida, y luego desvíe la mirada al suelo, donde se encontraba la puerta.

—Espero no interrumpir nada —habló Connor con un tono suave, y una leve sonrisa ladeada en sus labios. Pero aun así, nos taladraba con la mirada a ambos.

—Estás interrumpiendo, a decir verdad —ladré. Le fulminé con la mirada, me acerqué a él y estiró mi mano esperando a que me pasara el café.

Su mirada se desvió hasta mi mano, pero volvió a subir hasta mis ojos, lentamente, de una forma retadora.

Tragué saliva con dureza, y sabía que lo notó a pesar de que intento disimularlo.

—Pásame el café —pedí con seriedad sintiendo como Garrett se acercaba desde atrás, quedándose a mis espaldas, cerca.

—¿También te acostaste con él?

Su pregunta, simple y concisa, me sienta como una cachetada.

Permanezco de pie, estupefacta. Una rabia increíble arrasa en mis venas.

Di un paso más cerca, quedando a centímetros. Le observé, inexpresiva, y luego mis labios se estiraron en una de las típicas sonrisas ladeadas que él solía regalarme.

—Y si lo hice, ¿qué?

Acerqué mi rostro tan solo un poco más, sin llegar a siquiera rozarlo, y, con aires de superioridad le arrebaté mi café de las manos y le dediqué otra sonrisa, contorneé mis caderas al darme la vuelta para alejarme y hablé de nuevo.

—Gracias por el café, puedes retirarte. Tengo asuntos importantes que atender.

Y entonces... sus manos me cogieron de la cintura y me cargaron sobre su hombro.

—¡Suéltame, desperdicio de... de semen! ¡Bájame! —chillé como desquiciada, mientras intentaba no patear el aire, ya que llevaba falda.

—Bájala, ya la has oído —ordenó Garrett, sus palabras serenas definitivamente no iban con su mirada amenazadora.

Mas Connor ni siquiera le dedicó una mirada cuando ya empezó a trotar lejos. Vi a Garrett correr hacia nosotros pero dos hombres lo sujetaron y empezaron a golpearlo.

Jadeé y dejé de chillar, mirando la escena a duras penas, con los labios entreabiertos.

—¡Connor, Connor! ¡Están hiriendo a Garrett! —Mis palabras salieron entrecortadas, yo solo podía sentir la impotencia y desesperación aumentar en mi—. ¡Connor, por favor!

Pero él solo corría, conmigo encima, lejos de todo. De la sangre que salía de la comisura de los labios de Garrett, de sus gritos llamándome... o de los gruñidos de dolor que él soltaba entre golpes recibidos y dados.

Y entonces lo comprendí.

Llegó el momento.

Mis fuerzas dejaron de serlo, y, de apoco, me rendí. Decepcionada por los sucesos, o de la forma en la que sucedían éstos.

El infiltradoWhere stories live. Discover now