43: Empezar de cero.

27.7K 2.6K 773
                                    


... fuertes vientos arrasando por la ciudad. Esta semana la temperatura no subirá de los dos grados Celsius, siendo probable la caída de nieve el... 

Luhan apagó la televisión con un bufido y lanzó el control remoto a la otra esquina del sofá.

Tal como había predicho, después de esa tarde en la que visitaron el parque, el cielo no volvió a mantenerse despejado por mucho tiempo. El sol salía de a ratos, iluminando un momento para desaparecer detrás de alguna gruesa nube gris demasiado pronto. Yixing le dijo que el clima allí no solía ser tan húmedo y apagado, que él también estaba un poco sorprendido por el mal tiempo constante. Luhan, en respuesta, había graznado con disgusto, diciéndole que probablemente mejoraría cuando él se fuera.

Se puso de pie y se estiró,  provocando que varios huesos de su espalda crujieran por el movimiento. Cuando terminó de desperezarse, los bordes de su visión se oscurecieron y se sintió mareado, sus rodillas temblorosas como la gelatina. Sacudió la cabeza y se sentó de nuevo sobre el sofá. Se sentía fatigado, con una aspereza molesta en la garganta cada vez que tragaba, un indicio claro de que estaba por conseguir un resfriado.

El gruñido de su estómago le recordó que llevaba bastante sin comer, ya que se había levantado pasada la hora del desayuno, y había sido muy perezoso como para calentar su porción y comérsela. Con la idea de ir a la cocina, se incorporó de nuevo, entonces sus ojos se fijaron nuevamente en una de las estanterías, esa que desentonaba un poco entre los muebles a juego en la sala de estar. 

Ahora que se encontraba solo en la sala, pues todos menos la abuela habían salido a encargarse de otros asuntos, se tomó la libertad de estudiar ese mueble, que se encontraba a sí mismo mirando más seguido que cualquier otro mueble en esa habitación; quizá porque la estantería estaba demasiado llena, o porque su tono rojizo la hacía desentonar de entre los demás muebles oscuros.

Ya se sabía de memoria todas las fotos y recuerdos que se exponían sobre cada estante de madera de cerezo. Cuatro cuadros familiares, siete fotos pequeñas de la niñez de Yixing y Qian. La fotografía más reciente y con el cuadro más nuevo era de Meimei en un tutú haciendo una pose de danza. Esparcidas por el espacio restante, varias estatuillas de madera: una con la forma de un tigre, otra de dos personas abrazadas, una virgen con el rostro desgastado por los años; y algunas otras talladas en marfil, como el elefante con la trompa extendida hacia atrás hasta tocar su propia cabeza. Sobre el estante más alto, habían libros. No los tocó antes porque sentía que sería grosero, pero ahora estaba solo, y ya había extendido el brazo para tomar lo que resultó ser un enorme diccionario, seguido de una biblia. Al tercero solo necesitó verle la raída tapa de cartón forrado para volver a dejarlo en su lugar.

Chocó la yema de los dedos en el lomo descocido de uno de los últimos, el que descubrió era un álbum al pasar las gruesas páginas coloridas. Bajo cada foto, una suerte de epígrafe en trazos desordenados que formaban los caracteres del mandarín, volviéndose ilegibles por el roce constante de la hoja que iba y venía encima. Las fotografías no estaban en orden y pasaban de un niño sonriente con un hoyuelo, sentado sobre un caballo de madera rojo, a un bebé de mejillas rosadas y redondas, con los mismos ojos y la misma sonrisa y el mismo hoyuelo profundo, entre los brazos de una niña que reconoció como Qian. 

Tardó más de lo que debería en reconocerse a sí mismo en la página contigua, de niño, vestido en una chaqueta de mezclilla abotonada hasta arriba y la mano cerca de la boca, la cual se alzaba en una risa infantil y alegre. Bajo esa foto, otra en la que se estaba riendo también, mientras Yixing tenía la cara roja de llanto y Qian le secaba las lágrimas, los tres en el patio delantero, la punta de cada dedo corto y regordete teñido de azul por haber estado recogiendo moras del árbol.

Toska «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora