06:43

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El... reloj... avanza.
Qué sueño.

Me gustaría pensar que en cualquier momento entrarás por mi ventana. Me gustaría pensar que estás en tu casa durmiendo.
Me gustaría pensar que estas molestando a los demás en el gremio. Me gustaría pensar que todavía estás aquí.

Pero parte de mí ya lo sabe: no es así.

Dicen que cada vez que una persona llora, un hada muere.

¿Eso me convierte en una asesina de hadas?

De cualquier forma, ya lo soy.

Las lágrimas ya ni tienen que salir, porque no he parado de llorar desde las 6.

Bueno, ¿para qué seguir mintiendo?

En realidad, no he parado de llorar desde Junio.

Esto ya me está mareando.

No queda mucho antes de las 7:00 AM.

(...)

Ya era Abril, y la primavera comenzó a presentarse. Los días eran cálidos y felices. Adivina a quién me recuerdan...

Sí, a ti.

Abril estuvo lleno de amor.

Últimamente no me encontraba bien, y para mi mala suerte, no pude asistir a la fiesta anual del árbol Sakura. La única diferencia fue que, en vez de traerme un árbol hasta casa, cosa que había hecho enfadar al Maestro, tú te quedaste a cuidarme.

De hecho, te preocupaste mucho y fuiste muy atento. Gracias, Natsu.

Ese domingo fue tranquilo. Yo estaba en la cama, envuelta en mantas, y tú no dejabas de traerme cosas, preguntando si estaba bien.

Cálmate un poco —dije entre risas—. Estoy bien.

¿Segura? ¿No sientes fiebre, náuseas, dolor de pies, histeria, pánico, cansancio, o algún otro problema?

¡Natsu, basta de nervios!

¡¿Tienes nervios?!

¡No! —Resoplé—. Sólo un novio sobre protector.

Agachaste la mirada, en señal de derrota:

Bueno, está bien —Te sacaste el delantal que tenías atado a la cintura.

Sí... Un delantal.

Te sentaste a los pies de la cama y sonreíste.

¿Mejor?

—Sí... —Te respondí sonriente también. Luego me puse seria, y me senté en la cama—. Lamento que te pierdas la fiesta.

¿Fiesta?¿A quién le importa la fiesta? —Acomodaste las mantas sobre mí y sostuviste un pañuelo húmedo en mi frente—. Te sientes mal.

Sí, pero... Los cerezos...

Luce, mírame —Te obedecí y me encontré otra vez con tu mirada especial—. Quédate quieta.

Dejaste el pañuelo en el suelo y colocaste tus manos sobre mis hombros.

Comenzaste a observar cada centímetro de mi rostro, a la vez que entrecerrabas los ojos pare prestar más atención.

Natsu... ¿Qué haces? —susurré. Estaba quieta, con la espalda erguida, y con mis ojos siguiéndote mientras tu cabeza se movía alrededor de la mía—. Eso da miedo.

ASUNTOS PENDIENTES ▬ Fairy TailWhere stories live. Discover now