Capítulo 1.

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Capítulo 1.

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Dipper. 

La gran reja de la mansión se abrió, dejando pasar la larga limusina que nos transportaba. De ella bajamos yo y el mayordomo, que como siempre, bajó las maletas hasta la entrada. Allí me esperaban mis familiares, vistiendo muy formal, como era costumbre en ésta casa. 

—Bienvenido, Dipper —me saludó el señor Northwest, con cordialidad.

—Gracias, tío —contesté con una sonrisa y el mayor negó en reproche, por lo cuál fruncí el ceño.

—Llámame señor, por favor —me pidió, o más bien me ordenó, a lo cuál asentí.

—Hola, Dipper —saludó Pacifica, manteniendo la distancia. Me acerqué para proporcionarle un abrazo, pero como era de esperarse, su padre sonó la campanita que tanto odiaba—. Lo siento—dijo dando una paso atrás y yo la imité.

—Hola, paz—me limité a decir con una sonrisa. Desde pequeños habíamos entablado una buena amistad que, creo, había perdurado hasta ahora; a pesar de que hacía dos años no nos veíamos.

—Pacifica, llévalo a su habitación—habló ésta vez su madre. Ella no me caía mal, pero era muy estricta—. Debe estar muy cansado por el viaje—dijo y yo asentí, ya que era verdad, el viaje me había dejado muy agotado y apenas podía con mis pies.

—Ven, Dipper—me llamó caminando con elegancia, por cierto, parece muy cambiada respecto a como era antes. La casa sigue iguál que siempre, pareciera que tuviera un hechizo mágico que limpia y ordena todo en su sitio.

—Aquí es. —Me sacó de mi nube de pensamientos, le regale una sonrisa a la cuál respondió con una mueca rara, que no logré entender y luego se retiró. Cerré la puerta atrás de mi y me tiré de espaldas en la cama...

—¿Hola?, ¿hay alguien aquí?—llamé sin obtener respuesta, todo a mi alrededor era negro. Algo se empezó a formar y enseguida me di cuenta que era el hospital donde nací, se escucharon dos llantos. Me adentré en el hospital siguiendo el ruido, después de caminar por algunos pasillos pude distinguir el lugar del que provenía dicho llanto, abrí la puerta y ahí me vi a mi mismo, observé la habitación y en una esquina vi algo que me hizo quedar helado, se trataba de un ser que nunca había visto. Tenía forma triangular y un solo ojo, éste murmuro una palabras, que no logré entender, y desapareció. En lo que sea que estaba se desvaneció lentamente y sentí como mi mano se encontraba un poco húmeda, baje mi vista hacia el lugar y vi como Pacifica lloraba, arrodilla a un costado de la cama.

—¿Qué pasó?—pregunté extrañado y un poco preocupado, levantó la vista hacia mi y vi como sus ojos se notaban tristes. 

—Nada, lo siento—se limitó a decir, alejándose hacia la puerta.

—Pacifica...—llamé pero ésta no me hizo caso, por lo tanto me levante y la seguí por el pasillo—. Paz—volví a llamar, al ver que tampoco me hizo caso, la tomé del brazo con suavidad y la guié a la habitación de huéspedes que tenía a un costado—. Me vas a decir ya que pasa—le hablé con suavidad.

—No puedo. —Bajó la mirada—. Ni debo—agregó con los ojos ya cristalizados.

—¿Por qué?—pregunté algo extrañado a lo cuál ella quedó en silencio—, puedes decirme—le hablé intentando convencerla, pero negó y se fue. Me volví a mi cuarto y me acosté en mi cama pensando sobre lo que acababa de ocurrir, en ese momento me llegó la imagen de ese ser, pero supuse que solo era un sueño así que volví a dormir.

Mabel.            

Después de largas horas de viaje en autobús y avión, por fin llegué a mi destino, Gravity Falls. Seguía iguál que hace tres años. Al bajar vi como me esperaban mi tío Stan, Sos y Wendy, ya hacía mucho que no los veía, ¡que emoción!

—¡Pequeña traviesa!—saludó mi tío y le di un corto abrazo. 

—Se te ha echado de menos—me dijo Sos con una sonrisa.  

—¡A ti también! —le contesté con alegría.  

—Tengo muchas cosas que contarte, cosas de chica—me habló ésta vez Wendy.

—Quiero oírlas todas—dije con una mirada picara. Después de tan linda bienvenida subimos al auto de mi tío y nos dirigimos a la cabaña del misterio, entramos y la observé, seguía igual que antes; aún no entiendo como la gente la visita, debe ser por los encantos de mi tío.

—¡Si no va a comprar, no toque!—le dijo tío Stan a unos de los clientes y rodee los ojos, tal vez no sea por eso. Se acercó a mi y me sostuvo de los hombros.

—Debes estar muy cansada, ¿por qué no duermes un rato?—me sugirió y yo asentí retirándome al ático. Subí las escaleras y me tumbé en la cama, observé con nostalgia la cama vacía, que desde siempre se había encontrado al otro lado de la habitación. Aún no entiendo porqué pero siempre me imaginaba diciéndole un "buenas noches" a otra persona. Fui cerrando los ojos hasta quedar dormida.

Todo estaba oscuro, a lo lejos se veía como algo se acercaba. Al estar más cerca pude distinguir su forma triangular y su raro aspecto. Me sonrió y yo fruncí un poco el ceño extrañada.

—¡Mabel!—exclamó alegre—. ¿Quisieras...?—no pudo terminar la pregunta porque algo me despertó, abrí los ojos despacio y vi a mi tío a lado de mi cama.

—Ya está la cena—me dijo y yo asentí con sueño.

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¡Hola! ¡Felices fiestas!, tomen éste capítulo como regalo de navidad^^  

Espero les haya gustado:3 

¡Bye bye! 

      

    

    

     





Separados por un demonio. «Pinecest»Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin