Capítulo 5

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Capítulo 5.

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Narrador.

Era un nuevo día en Gravity Falls, todo transcurría normal, la cabaña del misterio ya había abierto las puertas al público y los chicos se preparaban para un nuevo día de trabajo.

—Vamos Dipper —dijo Mabel, ya frustrada, jalando al chico para que baje a desayunar.

—Un ratito más... —le contestó éste leyendo su libro.

—Deja ya ese tonto libro, tío Stan se enojará —argumentó.

—Está bien... Pero estoy seguro de qué este libro esconde algo —dijo con un rostro de incertidumbre.

—¡Ya vengan a desayunar! —gritó Stan desde la planta baja.

—¡Ya vamos! —respondieron ambos a coro mientras bajaban del ático.

—¿Qué tanto demoraban? —preguntó Pacífica.

—Este tonto no quería soltar su libro —dijo Mabel, dándole un golpe en el hombro mientras soltaba una risita inocente.

—¿Qué libro? —preguntó Stan encarnando una ceja.

—Uno de criaturas mágicas, ¡está muy interesante! —respondió con una pizca de emoción en su voz.

—¿Me lo muestras? —pidió con una sonrisa.

—¡Claro! —Iba a subir para buscar el dicho libro, pero una voz lo interrumpió.

—¡No lo hagas! —Su rostro demostraba seriedad, Dipper la miró y ella negó.

—¿Por qué no? —preguntó Stan con una sonrisa— No tiene nada malo... ¿o sí?

—No claro qué no —aclaró Pacífica—. Es qué a Dipper le gustan los cuentos infantiles —dijo con una sonrisa burlona.

—¿Qué? No... —Recibió una mirada asesina de Pacífica por lo cuál tragó saliva—. ¡Digo, sí! me encantan esos libros.

—Bueno —dijo Stan inseguro—. ¡Coman el desayuno que les espera un largo día de trabajo! —todos suspiraron con cansancio y se sentar a comer el "sabroso" desayuno.

Stan.

Éste chico y ésta chica esconden algo, lo noté en su mirada, no saben mentir.

—¿Tú crees que ellos puedan ser los poseedores del libro? —pregunté mirando al portal qué hace un tiempo atrás, por mi culpa, se había llevado a mi hermano.

Sí así fuera, conseguiría ese libro a toda costa, unos chicos mimados no se me interpondrán.

Mabel.

Regalaba stickers de agradecimiento a los clientes que visitaban la tienda, como de costumbre. Un plan se formaba en mi mente para hablarle a Dipper.

—¡Hey, Dipper! ¿me ayudarías a alcanzar esa bolsa? —pedí y el se acercó, cuando estuvo a la distancia suficiente me solté cayendo en sima de él—. Lo siento, sólo quería esa bolsa —dije haciendo un puchero.

—N-no pasa nada. —Round uno completado—. ¿Estás bien?

—Sí sí, caí sobre algo suave —contesté con una sonrisa traviesa.

—B-bueno. —Oh dios, lo ponía nervioso, eso debe ser buena señal.

—He estado pensando... Y me di cuenta que casi no sé nada sobre ti, ¿Te parece si nos conocemos mejor? —pregunté con una sonrisa inocente.

Separados por un demonio. «Pinecest»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora