Capítulo 7

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Capítulo 7.

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Dipper. 

—¡Bro bro!, ya es hora de desayunar.  —Miré a mi al rededor, me encontraba en mi cama. 

—Tengo sueño—contesté apenas abriendo los ojos, observé a la persona que acababa de hablarme y solo vi una figura distorsionada.

—¡Te espero abajo!—dijo y escuché sus pasos en la escalera.

Me levanté de la cama tratando de mantener el equilibrio, me sentía un poco mareado. Caminé hacia el baño y me mojé la cara con la fría agua.

¡Vamos que se enfriará! —me gritó una voz que me resultó conocida. Sin más, me dirigí a la escalera, que se encontraba en frente a la habitación. Al bajar, vi a tres personas desayunando. Y, sin saber porqué, me senté junto a ellas. Todo me era borroso, inclusive la comida; tomé el tenedor con dificultad y llevé un trozo de carne a la boca.

—Chicos, les tenemos una gran noticia —rompió el silencio la mujer sentada a mi derecha— ¿Le dices tú o les digo yo?—consultó al hombre que se sentaba frente a ella. Él en respuesta se aclaró la garganta para hablar.

—Dipper, Mabel, irán a pasar el verano junto a su tío Stan.  —Al escuchar esos nombres todo se aclaró, distinguía perfectamente a las personas junto a mi. Después de eso todo volvió a ser blanco...

—¡Dipper, despierta!—escucha el eco de una voz en mi cabeza, abrí los ojos y vi Mabel agachada frente a mi. Todo era calma y paz... cerré los ojos con fuerza y reaccioné, aún me encontraba frente al portal, el laboratorio secreto se estaba derrumbando. Sentí como unos brazos me tomaban y volvió a ser todo blanco...

Mabel.  

El portal se activó y una potente luz salió de él, junto a la silueta de una persona. La luz fue cesando y la persona se logró distinguir con claridad, era muy parecida a tío Stan. Pero no todo fue tan simple, el laboratorio comenzó a temblar y el portal se abrió en dos, observé a mi costado y vi a Dipper tirado en el suelo junto a una alarmada Pacífica. 

—¿Qué pasó? —pregunté preocupada.

—No lo sé —respondió con temor, me agaché a la altura de Dipper y, sin más, comencé a sacudirlo.

—¡Dipper, despierta! —grité con los ojos llorosos, el techo se había comenzado a partir y amenazaba con ceder. Unos brazos me tomaron a mi junto a Dipper, miré hacia arriba y pude distinguir, con dificultad, que se trataba de Tío Stan.

—¿Están todos bien?—preguntó y yo asentí.

—Espera, ¡Pacífica!

—Aquí estoy—dijo saliendo de la nube de polvo. 

—¿Y Ford? —Miró a Pacífica con preocupación.

—No lo sé, lo vi juntando los libros y luego todo comenzó a caer —contestó mirando a la cabaña que ya estaba, en su mayoría, derrumbada.

—No... —dijo cayendo de rodillas—, te perdí una vez, por favor, no hagas que te pierda dos. —Nunca lo había visto de esta manera, tan sentimental. 

—No te preocupes, hermano. Aún me quedan cinco vidas —dijo sacudiendo el polvo de su ropa.

—¡Estás vivo! Por cierto... ignora todo lo anterior, por favor —dijo con seriedad y ambos soltaron una risa.

—Vaya, vaya, vaya; un encuentro de hermanos —interrumpió un ser triangular que flotaba en el aire. El rostro de los hermanos cambió a uno serio.

—¿Qué haces aquí, Bill? —preguntó Ford con seriedad.

—¿Acaso no puedo felicitarlos? Me ofendes cerebrito —dramatizó con una mano en su supuesto corazón.

—¿Qué pasó? —preguntó Dipper tocando su cabeza.

—Ow, mira quien despertó, el pequeño genio.

—¿Qué quieres, Bill?—volvió a preguntar Ford.

—Lo mismo que tú, dame los libros.

—Sabes que jamás los tendrás.

—Espera... ¿Usted es el autor? —preguntó Dipper con emoción.

—Sí, y tengo algo muy importante que contarles a ustedes dos —dijo señalándome a mi y a Dipper.

—¿A mi? —pregunté con curiosidad.

—Ustedes dos son... —no pudo continuar ya qué cayó al suelo desmayado. 

—¿Qué le hiciste, demonio? —preguntó Stan con furia.

—Nada, solo lo puse a dormir una larga siesta —respondió con simpleza— Tengo muchos tratos que hacer, ¡nos vemos luego! —dijo y con un chasquido de sus dedos desapareció.

—Maldito demonio —murmuró Stan entre dientes.

—Ayúdenme, hay que llevarlo a dentro —dijo Dipper, y entre todos lo cargaron hasta la habitación de huéspedes. 

Narrador.

Tres días después.

—Dipper, debes descansar un poco —dijo Mabel refregando sus ojos. Ya eran cerca de las tres de la mañana, el mencionado se encontraba sentado en su cama, con unas grandes ojeras, leyendo los libros. Intentando buscar una supuesta cura a lo que hizo el demonio—. Vamos, puedes seguir mañana —Bostezó con cansancio.

—Está bien —dijo agotado—, descansa Mab.

—Tú igual, Dip —dijo con una sonrisa y ambos quedaron dormidos.  

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Espero les haya gustado c:

¡Un abrazo y un beso!

¡Bye bye!  


Separados por un demonio. «Pinecest»Where stories live. Discover now