Capítulo 4

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Capítulo 4.

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Mabel.

Cuando volvía a mi casa, después de colgar todos los carteles, escuché gritos desde dentro del bosque. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, y a pesar de qué estaba muerta de miedo, me volví a adentrar en el tenebroso lugar. Caminé rumbo al lugar proveniente de dichos gritos, cuando llegué vi al chico de mis sueños, hablando con la chica de mis pesadillas.

—Está bien —escuché decir al chico— ¿Volvemos a casa?

—No podemos —le contestó la chica cabizbaja.

—¿Entonces que hacemos? —Al decir eso una idea se me vino a la mente, ¿Por qué no quedarse conmigo? Espero tío Stan no se enoje...

—Pueden quedarse conmigo —hablé sin salir de detrás del arbusto. Ambos se giraron a mirarme.

—¿Quién está ahí? —preguntó la chica con una mueca de desconfianza, no me quedó de otra que darme a conocer.

—S-soy Mabel —sonreí tímidamente—, Mabel Pines.

—Yo soy Dipper —me dijo el chico con una sonrisa, juro que si me seguía mirando así me derritiría por dentro.
—Yo Pacífica Northwest —se presentó la rubia con una mirada dudosa.

—Y bien, ¿aceptan quedarse conmigo? —pregunté con emoción.

—Por mi está perfecto —sonrió— ¿Tú que opinas, Paz?

—Sí así lo quieres, nos quedamos —dijo con una sonrisa.

—¡Vamos! —Tomé la mano de Dipper y empecé a caminar, cosa que lo puso un poco incómodo. De reojo vi como Pacífica me fuiminaba con la mirada. ¿Acaso había algo entre ellos? Al pensar esto sentí una punzada en mi pecho. Bueno, no haría mal preguntar.

—¿Entre ustedes hay algo? —Ellos se miraron mutuamente y luego a mí.

—N-no... —respondieron al unísono, ambos parecían unos tomates. Reí suave y volví a caminar, sin mencionar ninguna palabra al respecto.

Pacífica.

No confío en esta chica, algo me dice que estamos cometiendo un error. Cuando tomó su mano, sentí algo raro... ¿celos? No lo sé, capaz Bill tenía razón. Me ocurre lo mismo al ver como lo mira, ¿debería confesarle a Dipper lo que siento?

—¡Ya llegamos! —exclamó Mabel, sacandome de mis pensamientos. La casa era muy rústica comparada con la mansión, pero sin dudas preferiría estar aquí, antes de estar allá con mis padres.

—Mabel... ¿quienes son estos chicos? —preguntó un anciano, cuando entramos a la tienda.

—Ellos son Dipper y Pacífica —contestó con una sonrisa—, mis nuevos amigos.

—¿Un Northwest de visita por aquí? —dijo con frialdad.

—No vienen de visita —rió nerviosa—, vienen a quedarse.

—¿¡Qué!? —Me dio una mirada fría por la cuál agaché la cabeza—. No dejaré a una Northwest quedarse en mi casa.

—Pero... —se quejó Mabel.

—Pero nada, los Northwest no son buenas personas. —Esto provocó que una lágrima corriera por mi mejilla, miré a Dipper y tenía el ceño fruncido.

—Está bien, igualmente muchas gracias Mabel —dijo Dipper, y me tomó de la mano para irse. A nuestras espaldas se escuchaba la voz de Mabel tratando de convencerlo. Dipper se giró, ya estando en la puerta, y le dio una sonrisa a la chica.

—Esperen... —dijo el señor.

—¿Qué quiere? ¿No nos humilló lo suficiente ya? —Nunca había escuchado a Dipper hablar tan frío.

—Mí tío se quiere disculpar por lo que dijo. —Los tres nos quedamos esperando, pero no parecía querer hablar—. Vamos —murmuró la chica dándole un suave codazo.

—Y-yo lo siento —se disculpó con una cara de disgusto.

—Te entendemos, a nadie le agradan los Northwest —dije soltando una pequeña risa.

—Se podrán quedar... Pero con una condición.

—¿Cuál? —preguntó Dipper ya más animado.

[...]

—Sí hubiera sabido que ésta era la condición hubiera dormido en el bosque —me quejé atendiendo a los clientes.

—No te quejes, a mi me tocó usar este absurdo disfraz —dijo y yo reí bajo—. No es gracioso... ¡Gracias por visitar la cabaña del misterio!

—Esa fue mi idea —dijo Mabel llegando con Stan. Al final no era tan malo, sólo un poco tacaño.

—Aún no entiendo para que agradecer a la gente, además de qué el disfraz no es gratis y tengo que pagar un sueldo. —Sin dudas era muy tacaño.

—¡No me pagas nada! —se quejó Dipper, éste sería una largo día.

Dipper.

Había trabajado todo el día, estaba agotado. Ahora tenemos que decidir dónde dormiremos.

—Tú podrías dormir aquí —me ofreció Mabel señalando una cama al costado de la suya.

—¿Y yo? —preguntó paz.

—Podrías dormir con Dipper, entran ambos en la cama —sugirió el señor Stan entrando con algunas cobijas, lo que provocó un tenue color rosa en nuestras mejillas.

—N-no no, puedo dormir en el sofá —habló Pacífica sonriendo nerviosa.

—Sí así lo quieres —dijo alzando los hombros. Apagó la luz y se fue del ático.

—Buenas noches Dip —me dijo en un bostezo, se veía tan adorable.

—Buenas noches Mab —le sonreí. Me giré hacia ella y la observé, se veía muy linda durmiendo.

—¿Qué tanto miras? —me preguntó con una sonrisa traviesa.

—Eh... Yo no... pensé que estabas dormida, digo, no te estaba observando; p-perdon —aclaré, o al menos intente, desviando la mirada al techo.

—No pasa nada, torpe —rió un poco— ¿Sabes? Siempre me imaginé a una persona en el lugar que tú estás, lo ocupas a la perfección.

—Gracias. —No pude evitar sonreirle, algo en ella me resultaba conocido, cómo si algo invisible nos conectará, ¿que estoy diciendo? esas cosas no existen.

—Ya duerme, tonto —rió con sueño.

—Buenas noches —susurré y me quedé dormido.

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¡Terminó! Espero les haya gustado ;u;

Un abrazo y un beso.

¡Bye bye! ♡




Separados por un demonio. «Pinecest»Where stories live. Discover now