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Despierto descansada. Hace mucho que no me levantaba así. Oigo a Peeta trastear por el piso de abajo.

- Creo que puedo acostumbrarme a esto – digo al entrar en la cocina y ver el desayuno.

Peeta se gira al escucharme y me sonríe.

- Tu madre ha llamado para asegurarse de que estabas aquí.

- Vaya, no me he enterado del teléfono.

- Dormías muy profundo.

- ¿Quieres decir que estaba roncando? - pregunto bromeando.

- Yo no he dicho eso. Sólo que estabas profundamente dormida, no malinterpretes mis palabras.

- ¿Desayunamos?

- Como te gusta cambiar de tema cuando te conviene.

- Que bien me conoces – digo antes de meterme un trozo de pan a la boca.

Él suelta una pequeña carcajada mientras se sienta frente a mi.

Escuchamos abrirse la puerta. Sólo puede ser Haymitch, es el único que entra en nuestras casas sin llamar. Aunque en la mía sólo lo hace cuando está seguro que de Prim y mi madre no están.

- Vaya, ¿pero qué tenemos aquí? Risas, un rico desayuno, ... yo sé de dos que están ensayando para vivir juntos.

- ¿Estás borracho? - le suelto.

- No tanto como quisiera preciosa. ¿Puedo? - le pregunta a Peeta.

- Sírvete.

- No bebas nada más el resto del día Haymitch, mañana ...

- Es un día muy muy importante, no me recuerdes a Effie – me corta.

- Haymitch, por favor – le pide Peeta.

- Si, tranquilos. Y aunque quisiera no puedo beber más. Se me ha acabado el alcohol y cada vez es más complicado conseguirlo. Mañana estaré puntual y limpio. Ahora dejarme desayunar en paz.

Peeta sujeta mi brazo por encima de la mesa anticipándose a mis movimientos. Le hago una señal de rendición y decido no pensar en nada más que en mi delicioso desayuno.

- Sae vendrá a mi casa a preparar la comida, os espero, ¿vale? Así podremos hablar calmadamente.

- Allí estaremos – contesta Peeta. Haymitch querrá estar sobrio para poder aconsejarnos sobre lo que se nos viene encima. En parte entiendo que se sumerja en la bebida para poder llevar todo esto.

Ambos me miran y asiento. Necesitamos que nos prepare todo lo que pueda para mañana.

Después de recoger me voy a casa. Llevo ya mucho fuera. Como Prim hoy no tiene colegio decido ir a pasear con ella toda la mañana. Al volver voy directamente a casa de Haymitch y veo que ella en vez de ir a nuestra casa va a la de Peeta. Así que en cuento él llega le pregunto:

- ¿Qué quería mi hermana?

- ¿Tu hermana?

- Si. La he visto ir a tu casa.

- Nada, sólo ha venido a saludar – me dice apartando la mirada. Algo traman.

Comemos en silencio escuchando a Haymitch. Nos da un montón de consejos y advertencias.

Al terminar decido ir al bosque para despejarme.

- Ven más tarde a mi casa, ¿si? - me dice Peeta antes de irme. Asiento y me voy.

Tras un par de horas en la tranquilidad del bosque, donde he podido desconectar y olvidarme de todo regreso.

Llamo en casa de Peeta y me abre una sonriente Prim.

- ¡Katniss! Justo a tiempo. Ve al jardín, por favor.

Obediente me dirijo hacía allí. Prim me hace caminar rápido por la cocina sin dejarme ver nada.

Una vez en el jardín veo varias mantas en el suelo y al momento aparecen Prim y Peeta con bocadillos y pastelitos recién hechos.

- ¿Qué es todo esto? - les pregunto.

- Siéntate – me dice Peeta – es un picnic. Fue idea de Prim.

- Es el mejor lugar que se me ocurrió para hacerlo.

- Gracias Prim. ¿Tú has hecho todo esto? - le digo señalando la comida.

- Peeta me ha ayudado.

- Sólo he supervisado – comenta él – pero no hace falta, ella lo hace muy bien.

- Algún día me gustaría llevaros a un sitio muy especial para mí. Está en el bosque.

- Algún día – concede Prim. A ella no le gusta ir allí. Y a Peeta nunca lo he llevado tan adentro, tampoco se encuentra a gusto, le recuerda mucho a los juegos.

Prim desaparece dentro de la casa.

- Así que sólo había pasado a saludar, ¿no? Serás mentiroso – digo dándole un inofensivo manotazo.

Él se hace el inocente y Prim regresa con una jarra llena de limonada y vasos.

Pasamos la tarde entre bromas y risas. Es la mejor forma de acabar el día, una bonita escena para recordar en estos duros días que se acercan.

Cuando empieza a oscurecer nos tumbamos en las mantas a contemplar las estrellas.

Me apoyo en el hombro de Peeta escuchando a Prim hablar sobre el colegio y sus amigos.

Un rato después me percato de que lleva ya mucho rato callada y me giro a mirarla.

- Está dormida – le digo en voz baja a Peeta.

- Yo no sé que os pasa a las Everdeen conmigo. ¿Tan aburrido soy que termináis siempre dormidas?

Le doy un golpe flojo en el estómago.

- ¡Oye! - dice girándose hacia mí, quedando enfrente mío – ya es el segundo golpe que me gano hoy.

Le saco la lengua haciéndolo reír.

- ¿Me ayudarás a llevarla a casa?

- Claro – me contesta. Bajo la cabeza escondiéndome en su pecho, preparándome para la siguiente pregunta que le quiero hacer. Pero él se me adelante - ¿Quieres quedarte a dormir?

Asiento y él me abraza, colocando su barbilla sobre mi cabeza.

Después de un momento así rompe el silencio:

- ¿Vamos?

Vuelvo a asentir y de mala gana me separo de él. Coge a Prim en brazos y le voy abriendo las puertas para que pase. Una vez en mi casa la cojo de sus brazos y la subo a su cuarto.

Aviso a mi madre de que dormiré en casa de Peeta. Ella asiente sin decir nada. No sé lo que opina de esto, creo que estas últimas tardes comprobó que al lado de Peeta consigo descansar. Pero no sé si le parece bien o mal. De todas formas da igual, dentro de unos meses será así lo apruebe o no.

Al llegar a casa de Peeta recogemos el jardín y subimos a su cuarto.

Una vez en la cama me acomodo en su pecho y nos quedamos despiertos bastante rato. Es complicado dormir pensando en lo que pasará dentro de unas horas. Cuando empieza a acariciar mi cabello comienzo a relajarme despacio y al final me duermo.


Aliados, amigos, mentores, prometidosOnde histórias criam vida. Descubra agora