34

4.5K 304 13
                                    

Por la mañana vamos a desayunar al comedor del hotel. Desde hace dos noches no vemos a nuestras familias. Al llegar están todos allí. Después de saludarlos buscamos donde sentarnos ya que su mesa está completa. No se me han pasado por alto las miradas de mi madre y del padre de Peeta, ambos nos miraban fijamente, como tratando de entender algo.

Johanna nos intercepta por el camino.

- Vaya, pero si son los tortolitos. Panadero, descerebrada – nos saluda – venir con nosotros a desayunar.

Antes de poder reaccionar agarra a Peeta del brazo y lo lleva a su mesa, como estamos de la mano no me queda más remedio que seguirlos.

En la mesa está Finnick hablándole al oído a una chica que tiene la mirada perdida. Sus palabras parecen conseguir que regrese a la realidad.

- Hola chicos – dice Finnick al vernos – esta es Annie. Annie ellos son ... bueno ya sabes quien son, todo el mundo lo sabe – añade con una sonrisa.

Al sentarnos recuerdo haberlo oído hablar de ella con Mags. Así que el corazón del mujeriego de Finnick en realidad pertenece a esta joven de aspecto distraído.

- ¿Qué tal vuestra suite? - pregunta Johanna levantando las cejas.

- Bien, es ... impresionante – responde Peeta.

- Ya supongo – contesta Johanna.

Tiene intención de volver a hablar cuando aparece Effie para ponernos al día con nuestra agenda. Nos hemos librado de las incomodas preguntas de Johanna pero aún así miro a Peeta algo aterrada, nuestro día de recreo ya ha terminado y toca volver a las obligaciones.

Nuestros amigos y familiares regresan ya al distrito. Nosotros tenemos una entrevista con Caesar, una comida con gente importante del Capitolio y por la tarde por fin podremos ir a casa.

Nos despedimos de todos y Effie nos mete prisa para volver a la habitación, en ella nos esperan Cinna, Portia y nuestros equipos de preparación.

Se llevan a Peeta al salón y a mi al baño para empezar a arreglarnos y vestirnos.

En la entrada del hotel nos esperan Effie y Haymitch, este luce disgustado. No ha conseguido librarse de acompañarnos.

Pasamos dos horas hablando con Caesar sobre la boda. Volvemos a ver imágenes nuestras tanto de la boda como del paseo. Nada más terminar Effie nos lleva de vuelta al hotel para la comida. Es en un salón privado con unas 50 personas.

Al llegar al tren vamos directos a la habitación a descansar. Hoy nos hemos tenido que besar varias veces, pero eran besos vacíos, fingidos, muy diferentes a los de los dos últimos días.

Su recuerdo me persigue constantemente, con ambos besos volví a sentir lo mismo que en la cueva durante nuestros juegos, cada uno de ellos me hizo desear un segundo beso.

Pero lógicamente es algo de lo que no puedo hablar con Peeta.

Cuando llegamos a casa veo que han traído todas mis cosas. Mi ropa llena unos de los armarios del cuarto de Peeta, la casa está limpia y la cocina llena de comida. Supongo que Effie se ha encargado de todo.

- Tendremos que llamar a Effie para agradecerle por todo esto – le digo a Peeta.

- Si. Ella como siempre pendiente de todo.

Por la tarde decidimos ir a saludar a Prim y a mi madre.

Prim no para de hablar sobre lo impresionada que le ha dejado el Capitolio y todas las nuevas comidas que ha descubierto.

Cenamos con ellas y nos retiramos pronto, aún cansados del viaje y estos días.

De nuevo se me hace raro dormir con Peeta, tengo que hacerme a la idea de que ahora esta es mi casa y mi nueva vida.

- ¿No se te hace raro? - me pregunta leyendo mis pensamientos – antes pasábamos mucho tiempo juntos y dormías muchas noches aquí, pero ahora como que se siente diferente. Antes era nuestra elección, pero ahora estamos obligados. Ahora compartimos casa, vivimos juntos.

- ¿No llevamos ni tres días de casados y ya te quejas de mi? - le pregunto con tono burlón.

- Sabes que no es eso. Estoy encantado de tenerte aquí. Ahora todas las noches podré dormir – contesta risueño.

- Solo me quieres para eso, para poder dormir, vale vale.

- ¿Acaso tú no haces lo mismo?

- Creo que estamos empatados. Quiero que sepas que no soy una mujer convencional, no voy a esperarte con la comida servida tras pegarme toda la mañana limpiando y planchando.

- No espero eso. Espero que sigas con tu vida y no te sientas atada a este matrimonio. No eres mi criada, eres mi cabezota amiga Katniss, el título de esposa te lo ha dado el Capitolio, no yo.

- ¿Así que no me quieres como esposa?

- Katniss, no sigas por ahí – dice dejando a un lado la broma y poniéndose serio.

- Peeta, sabes que bromeo.

- Lo sé, pero ahora no, por favor.

Me levanto y me voy. Esta tontería de conversación se nos ha ido de las manos. Entro en la habitación de invitados con la intención de pasar allí la noche.

Las suaves palabra de Peeta consiguen sacarme de la pesadilla. Él me carga y me mete en su cama.

- Te quiero aquí, en mi cama, conmigo – me susurra – si alguien se tiene que ir del cuarto soy yo. Siento haberme puesto así, es que ...

- ¿Qué? - le aliento a seguir ya que se queda callado.

- ¡Que todo esto me supera! Katniss, claro que quiero que seas mi esposa, pero de verdad, porque tú así lo quieras, no porque el Capitolio lo diga. Yo no quiero esto para ti. No te lo mereces. Soy feliz de tenerte a mi lado, pero luego recuerdo que es algo que nos han impuesto, y me siento mal por estar feliz, por ...

- Calla - le pido - basta Peeta, deja de torturarte. ¿Crees que todas las noches que he dormido contigo es porque Snow me ha obligado? ¿Todos los días que hemos pasado juntos? ¿Crees que soy infeliz a tu lado? ¿Qué podría reprocharte? Te desvives por mi, y yo a cambio ... tú mereces algo mejor que esto. Te mereces una chica que ...

Y me calla con un beso. Parece que se arrepiente al instante e intenta apartarse pero no le dejo.

- Lo siento – trata de decir pero se lo impido, porque no dejo espacio entre nuestras bocas.

Deslizo mis manos por su pelo y él por mi espalda. Tras librar una batalla de lenguas nos separamos agitados. Pongo mi cabeza en su pecho, incapaz de mirarlo a la cara. Después de mucho rato conseguimos dormir. Al día siguiente ninguno menciona el beso. Quiero hablar con él pero no sé qué decirle. Mi cabeza está hecha un lio.

Aprovecho las mañanas para ir al bosque, he estado varias semanas sin ir y lo necesito, además en pocos días nos tendremos que volver a marchar.

Pasamos las tardes juntos, ignorando lo que paso esa noche.

El domingo me encuentro con Gale en el bosque. Por su cara ha visto imágenes de la boda, seguro que también nuestros besos y me conoce lo suficiente como para saber que no eran falsos.

A penas hablamos, el silencio se vuelve incomodo y opto por marcharme pronto. No quiero que nuestra relación empeore aún más.

Por la noche me despido de mi madre y Prim antes de que Haymitch venga a buscarnos para ir a la estación. Effie nos espera en el tren.

Aliados, amigos, mentores, prometidosOnde histórias criam vida. Descubra agora