Entre carrozas y recuerdos

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"No importa el parecido que tengan, sino cómo se diferencian"

Albus Dumbledore, en Harry Potter y el Cáliz de Fuego.

Los había unido un hecho completamente sencillo la primera vez que se habían visto, el primer día de clases del segundo año que asistían a Hogwarts. A partir de ese día no se habían separado, eran tres criaturas incomprendidas, las únicas que podían verlos en toda su hermosura.

En este momento se encontraban juntos, entrando de nuevo tras las puertas de lo que para ellos es sólo una cárcel.

Pero es el último.

Añoran desde hace mucho tiempo ese último curso, para alejarse de las responsabilidades y las ordenes impuestas por personas que creen inferiores a ellos mismos.

Miran hacia los lados, sus brazos cuelgan muertos a los costados de su anatomía. Están esperando las carrozas que parecen no querer llegar más.

La joven de corto cabello negro mira el cielo oscuro, las estrellas al anochecer aparecen casi sin ser llamadas, están desprovistas de lo que parece ser algún impedimento visual, como alguna nube que anunciara tormenta. El frío corta despacio la piel de la joven.

«Me estoy volviendo un poco anciana efectivamente, a pesar de que tengo menos de veinte años», piensa entre murmullos de frío gélido. Pero, cada vez que alguien le decía que parecía tener más edad de la que le correspondía debido a sus extrañas acciones, ella simplemente respondía: "mi alma llora cenizas desde hace mucho tiempo y mi cuerpo se acostumbra muy despacio al cadáver dentro de mí". Cuando lo hacía, aterrorizaba a más de un estudiante ignorante.

La joven siente un viento suave pasar entre su rostro, crispado ante la incomodidad del frío. Al ver que el viento no disminuye, vuelve a sacudir su cuerpo en un baile sin música para mantener su calor corporal. Comienza a distraerse con sus propios recuerdos y vaga explícitamente en las últimas vacaciones, donde había visto el cielo tenue todas las noches, esperando que aquella pesadilla alarmante terminara de una vez y por todas. Un aroma dulce a pino le inunda la memoria, junto con un dolor articular añejo en los recuerdos, producido por el ejercicio en exceso que habían tenido que hacer sus padres y ella para poder llegar a su destino: una terrible excursión compartida con seres desagradables que no paraban de sacar fotos con sus cámaras de tecnología avanzada. Criaturas que caminaban con dos piernas, similares a las que ahora a ella la sostenían de pie pero que jamás merecerían siquiera el nombre humanos.

Despreciables seres que no deberían tener la posibilidad siquiera de poder respirar dentro de este mundo... muggles.

―¿Sigues dudando? ―pregunta Derya alarmantemente cerca de su rostro, haciéndole despertar a la realidad e inundarse en los vagos recuerdos, en las esperanzas rotas que desde hace mucho la persiguen.

Su rostro angular la mira desde abajo con excentricidad, desde su escaso metro sesenta. Está en puntas de pie e incluso de aquel modo no la iguala en altura. Pero, aun así, pone su rostro casi pegado al suyo.

Su forma de actuar siempre le llama la atención. Sus ojos verdes, nítidos, planean constantemente algo que no terminará bien para todos, pero para ella misma sí.

―Sí ―contesta amargamente, con la mandíbula tiesa, mientras se aleja unos centímetros de aquella sonrisa de lado que le exhibe.

―Tal vez tengas razón, nunca se sabe ―inquiere risueña bajo una suave aura gris.

Redención | Harry Potter FanFiction [Sábados]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora