Capítulo 27

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Mi cabeza da vueltas, y un extraño y molesto zumbido la invade por completo en el momento en que mis párpados comienzan a removerse con molestia intentando abrirse. El único sonido que logro que logro distinguir es el de mi respiración tranquila y pausada, mis sentidos se sienten adormecidos y no tengo idea de donde me encuentro. Los recuerdos de la última vez que abrí mis ojos son tormentosos y extraños, tanto así que algo se revuelve en mi estómago en el momento en el que revivo la desesperación que sentí cuando alguien desconocido se encargo de ahogarme hasta dejarme sin conciencia.

El pánico me invade cuando agudizo el oído y escucho que no estoy sola, y que alguien mas está conmigo. Saber esto hace que incremente mis esfuerzos por levantar mis párpados, y, luego de varios intentos, mis pestañas se van corriendo, al igual que unas cortinas, dejándome ver un panorama mas oscuro que el que tenía cuando no podía ver. Todo a mi alrededor se encuentra en penumbras, debido a que no hay una sola luz en toda la habitación, por lo que solo distingo varias góndolas, como si me encontrara en una especie de depósito, dichas góndolas están cubiertas de cajas polvorientas y llenas de moho, el olor a humedad es fuerte y asfixiante, y el calor dentro del lugar hace que me sienta aún mas ahogada. Mis ojos recorren con lentitud la estancia intentando encontrar algo que se me haga familiar, pero no logro hacerlo, nada de lo que observo se me hace conocido, y en un punto, eso me aterra.

-¡Al fin despertaste!- Una voz de hombre un tanto burlona me saca de mis cavilaciones de un segundo a otro. Frunzo el ceño y giro mi cuello intentando encontrar la fuente de esta voz. Al hacerlo, mis ojos chocan con un hombre de mediana edad, sentado en una silla de madera. Debido a la oscuridad, no logro distinguir bien sus facciones, pero si puedo ver que, escondida entre una frondosa barba, se encuentra una sonrisa brillante y cínica.- ¡Tenía miedo de que Travis te hubiera matado! No sabes cuanto me alegra que estés aquí.- Su voz me recuerda a la de Merle Dixon, porque me irrita de la misma manera, pero a la vez, es tan desconocida que me desconcierta.

-¿Quien eres?- Susurro con voz inestable debido a que recién acabo de despertar.

-Me llamo Ben, dime Ben.- Frunzo el ceño ante su estúpido comentario y no entiendo si lo dijo como una broma o en verdad es muy imbécil, pero no me deja demasiado tiempo para pensarlo porque continua hablando.- ¿Sabes dónde estás?- Trato de recordar algo, lo que sea, que me diga cuál es mi paradero, pero estuve dormida hasta hace unos minutos, así que nada viene a mi mente.

-No.-

-Eso es bueno.- Susurra mas para sí mismo.

-¿Dónde está Daryl?- Pregunto con un poco mas de seguridad.

-¿El cazador? Se escapó, por lo que me dijo el imbécil que te trajo, Travis. Espero que así sea.- Algo se revuelve en mi estómago, y siento que no puedo respirar. ¿Donde está Daryl? ¿Y si le pasó algo malo? ¿Y si este hombre está mintiendo y en realidad lo mataron? Mis ojos se llenan de lágrimas ante todas estas crueles preguntas, pero no puedo evitarlo, no puedo evitar sentirme impotente ante todo esto. Mi estómago gruñe porque estoy hambrienta, mi garganta está demasiado seca, y mi espalda y cuello duelen como si hubiera dormido en una posición equivocada durante horas. Quiero irme, quiero volver a ver a Daryl y besarlo, y decirle que lo quiero mucho, porque ni siquiera tuve tiempo de hacer eso, y ahora tal vez jamás lo vuelva a ver. Quiero abrazar a Rick, a Maggie, a Glenn, a Beth, a Carl, a Sasha, quiero verlos a todos nuevamente, decirles lo importantes que son para mi, pero no puedo, y tal vez nunca pueda hacerlo.

Mi corazón se quiebra ante estos pensamientos, y aunque lo haya evitado por mucho tiempo, aunque haya escondido mis lágrimas de todo el mundo por tanto tiempo, ni siquiera intento detenerlas, cuando éstas salen a la luz frente a este aterrador desconocido. Lloro durante unos segundos como un maldito bebé, mis lágrimas cubren mis sucias mejillas, y, realmente, no me importa, ya nada me importa.- ¿Que te sucede?- Pregunta el tal Ben sobre mi llanto.- ¿Por qué lloras? ¿Crees que no verás a tu novio nunca mas?- Su voz es tranquilizadora, pero se siente como si fuera errónea, como si esa en realidad no fuera su voz, sin embargo, me permito asentir, mientras el tacto vuelve a ser uno de mis sentidos, y me entero de que mis muñecas están atadas a un tubo detrás de mi con una soga que lastima esta zona de mi piel.- ¡Oh! ¡Pero vas a volver a verlos!- Dice con fingida felicidad. Levanto mi mirada y me esfuerzo por dejar de llorar, para que se dé cuenta de que tiene mi atención.- ¡Claro que si! Ellos solo tienen que aceptar el trato que les ofrecemos. Sabemos que viven en una prisión, y que están cargados de armas, solo les pedimos un porcentaje de estas armas, por la vida de Isis. ¿Que piensas? ¿Aceptarán?- No estoy segura de qué es lo mas escalofriante, si la forma en la que me habla, si el hecho de que han estado observando todo el tiempo, o el hecho de que sabe mi nombre. No respondo a sus preguntas, pero por dentro me siento reconfortada, ya que creo que si lo harán.

Apocalypse| twdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora