31. Amigos

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Anne me recordaba un poco a Jack, al menos en un solo aspecto; ella al igual que él se negaba con todas sus fuerzas a aceptar la naturaleza de sus sentimientos. Anne creía en la magia de manera ciega aunque difícilmente lo diría en voz alta, mientras que Jack parecía que nunca se atrevería a decir ciertas cosas.

Después de varias horas y algunas caídas logré que Anne aprendiera a volar, me había costado más esfuerzo del previsto. La dejé con los niños perdidos para poder ir a ver a Jack mientras ellos daban un recorrido por la isla, Tink me había dicho que él estaba durmiendo en mi habitación.

Entre sigilosamente para encontrarlo dormido en la hamaca, sonreí al ver su rostro tan sereno.

—Jack, despierta —susurré.

Abrió los ojos con lentitud y se levantó con un bostezo, estirando sus brazos.

—¿Cuánto dormí? —dijo con la voz ronca.

Sonreí con malicia ante el recuerdo de la broma que él me había hecho cuando me debilité, recordaba ese momento porque nos habíamos hecho más cercanos cuando cuidó de mí.

—Dos días —dije fingiendo mortificación—, me tenías tan preocupado.

Sus ojos se abrieron hasta su máxima capacidad, reprimí la tentación de reír ante su rostro impresionado.

—¿¡Dos días!? —chilló sobresaltado.

Rompí en carcajadas al ver que cayó de la hamaca, Jack me lanzó lo primero que tuvo a su alcance al descifrar que le había mentido.

—Un par de horas —sonreí esquivando una espada de madera.

—Eres un idiota —murmuró.

Volvió a recostarse en la hamaca haciéndome sonreír al ver sus cejas juntas en un gesto de molestia, debía admitir que me gustaba fastidiarlo un poco.

—¿Por qué tan feliz, niño del bosque? —preguntó malhumorado.

Me sorprendió el tono de voz que estaba usando y aunque agradecí que parecía haber vuelto a la normalidad, extrañaría la forma en la que Jack había estado actuando. Echaría de menos al pequeño Jack adorable y sincero.

—Anne está con los niños perdidos —anuncié con una sonrisa—, ya cree en la magia. Ellos están dándole un recorrido, pensé en que nosotros podríamos ver la isla calavera.

—Así que es por eso que estás radiante, tu Wendy ha regresado —escupió furioso.

Me quedé un par de segundos observándolo, su gesto había cambiado de un momento a otro sin saber cómo responder a sus palabras llenas de cólera. Me pregunté si por efecto del alcohol había olvidado lo que sucedió entre nosotros, o quizás estaba volviendo a fingir.

—¿Te sientes mal, Jack?

Su rostro pareció encenderse, inclusive sus orejas se colorearon de rojo, a diferencia de hace unas horas esta vez no era por sentirse avergonzado.

—Estaba un poco ebrio pero no soy estúpido, sólo querías deshacerte de mí para estar con esa rubia amargada —dijo entre dientes.

—Estoy feliz por ella, pero sólo porque ya cree en la magia —le expliqué con voz calma—. Algo tan pequeño no me tendría de buen humor, en realidad...

No me dejó terminar de hablar, sus ojos brillaron en comprensión y parecía haberlo iluminado un pensamiento.

—¿Qué sucedió? —exigió saber.

Un súbito rubor se instaló en mis mejillas, haciéndome desviar la mirada de Jack. Me arrepentí de mencionar el muérdago, me avergonzaba evidenciar que me había hecho feliz algo que quizás no tenía valor para él.

En busca de la magia (Jack Frost X Peter Pan)Where stories live. Discover now