Capítulo 20.- Ocho años atrás

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~Kenia~

Toqué mis labios. Estuve a punto de hacerlo...

—Kenia, no-intentó acercarse de nuevo.

—No me toques—me alejé. Me horrorizaba el hecho de que casi lo hago: casi beso a alguien.

—Kenia, cálmate—pidió.

—¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡Estuve a punto de besar a alguien!—grité. Las lágrimas saldrían en cualquier momento... Pero no frente a él.

Giré la perilla de la puerta y salí de ahí cerrándola detrás de mí. Bajé las escaleras y atravesé la sala escuchando unos gritos que me llamaban.

Al llegar a la acera, un intenso dolor en el pecho se hizo presente, pero eso no fue suficiente para detenerme. Ir a verlo no fue buena idea, definitivamente. Necesitaba llegar a casa lo antes posible, sentarme y calmarme.

El bolso en mi hombro hacía más difícil la tarea, comenzaba a agotarme, mi condición física era buena pero estar nerviosa era una carga más.

Vivíamos bastante cerca, pero el camino cada vez parecía más largo y el sudor se hacía presente.

Mi vista se nubló y mi respiración se volvió más pesada. El dolor comenzaba a hacerse insoportable. Caí al suelo y no pude saber nada más.

~Vania~

-Ocho años antes-

—¿Qué?—pregunté aunque había entendido a la perfección lo que dijo. A mi lado estaba Daniel y al igual que yo, estaba sorprendido.

Julia resopló.

—Estoy embarazada—dijo de nuevo, demasiado emocionada—. Me acabo de enterar, no sabía a quién decírselo primero, así que junté a mis dos personas favoritas para dar la noticia—sonrió.

Al parecer Daniel salió de su shock y se levantó para ir a abrazar a mi hermana mayor.

Todo el embarazo de Julia fue tranquilo, no hubo ningún problema. Daniel era demasiado protector con ella, eran una pareja adorable.

Sabíamos que tendría una niña, mi madre se lo dijo apenas se enteró de su embarazo y así fue.

Ya estaba todo preparado, la habitación, la ropa, incluso el hospital. Nadie se esperaba lo que sucedió.

—Por favor, necesito entrar—suplicaba al doctor que cubría la puerta.

—Por favor, señor, cálmese. Necesito revisar sus heridas—le insistía la enfermera.

Apenas me vio entrar, Daniel corrió hacía mí.

—Vania, diles que necesito ver a Julia—llevaba sangre encima, no sabía si era de él o Julia, aparte de varios cortes en el rostro.

—Daniel, necesitas atender tus heridas.

—¡No! ¡Vania, no entiendes!—estaba muy afectado, incluso lloraba—. ¡Fue mi culpa...! Vania, necesito verla.

—Todo estará bien, Daniel, ella y Eleanor estarán bien—tenía un nacimiento pronto y apenas tenía poco más de ocho meses pero ya nos habían avisado que daría a luz hoy.

—Vania, ella no estaba respirando—se estiraba el cabello con ambas manos y me miraba con los ojos rojos.

Varios médicos y enfermeras corrían con el cuerpo de una mujer sobre una camilla, saliendo de la sala de emergencias.

Fobia: El círculo de las sillasWhere stories live. Discover now