Capítulo 37.- Sillas vacías, corazones rotos

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~Michael~

Hace tres días había invitado a Damián a salir. Hace tres días me había besado... 

Todo parecía ser genial ahora; Damián tenía su cabeza recargada en mi hombro y estaba abrazado a mí mientras veíamos películas en la televisión. Bajé mi cabeza hasta quedar cerca de la suya y besar su frente.

Cambió de posición, ahora poniendo su cabeza entre mi hombro y mi pecho.

—Hueles bien—habló aspirando.

Bajé la cabeza y estiré mi camisa para olerla.

—Ni siquiera me he duchado—se alejó de mí y sonrió.

—Arruinas los momentos lindos—se quejó.

—Oh, ¿era un lindo momento?—me acerqué y besé la punta de su nariz.

Todo era genial, al menos dentro de éstas cuatro paredes. Sólo había un pequeño detalle...

—Te quiero—al igual que las otras veces que se lo dije, sonrió y volvió a pegar su cabeza en mi hombro.

No debía ni quería presionarlo, pero dolía.

El timbre de la casa se escuchó y Damián intentó levantarse, pero lo tomé del brazo y lo detuve.

—Iré yo—se encogió de hombros y se quedó sentado. Pluto no tardó en correr y sentarse a su lado.

Una chica de estatura baja apareció cuando abrí la puerta, tenía una vasija en sus manos.

—Hola—el tono que había usado hizo que el saludo sonara más como una pregunta—. Me llamo Fernanda. Vivo allá enfrente—apuntó en dirección al departamento que creí estaba deshabitado. ¿Por qué siempre confundo el género de las personas?—. Mi pareja, Carolina, preparó pastel—me entregó lo que tenía en sus manos—, y pensó que sería una linda forma de presentarnos con ustedes. Es algo tímida... Seguro está viendo por el picaporte—volteó a la que era su casa.

Reí al igual que ella.

—Está bien, muchas gracias.

—Oh, de nada. Esperamos llevarnos bien contigo y tu novio.

Oh.

—Él... Él no es...

—¿No son pareja?—abrió los ojos—. Dios, disculpános. Nosotras creímos...

—No importa, es algo... Complicado—susurré la última palabra y ella se acercó a mi.

—¿Amigos con derechos?—susurró ella también. Levanté los hombros riendo con ella—. Bueno, nos vemos después...

—Michael.

—Michael—repitió sonriendo—. Bien, hasta pronto.

Esperé a que se alejara y cerré la puerta

Pareja.

¿Qué se supone que somos?

¿Amigos? No.

Sólo Damián y Michael.

—¿Quién era?—preguntó Damián abrazándome por la espalda ya en la cocina.

—Una vecina, nos trajo pastel.

~Mike~

—Es... Difícil de explicar—dije cerrando los ojos, como si eso fuera a calmar todo lo que estaba sintiendo.

Fobia: El círculo de las sillasTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang