6. Michael

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Habían pasado dos días desde aquella salida entre Michael y Luke. El de cabello blanco había estado "ignorando" al de iris azulada.

Clifford bufó al entrar a la escuela, había llegado tarde. Al menos, no tendría que suportar golpes por la mañana y por ende, no se encontraría a Luke.

El día anterior, el ojiverde sintió todo el tiempo esa cálida mirada en él, pero no le prestó atención.

Mordió su labio mientras miraba su horario: biología. Ugh, esa clase le tocaba con el rubio.

¿Por qué la mayoría de las clases le tocaban con él? Señor, ¿por qué?

Por lo tanto, decidió saltársela. Aunque su plan fue abortado cuando la directora pasó al frente de él.

—Buenos días, Clifford. ¿Llegó tarde?

—Sí, directora —contestó, maldiciendo en su cabeza.

—Oh, yo lo acompaño a su clase.

Gruñó. «Uy, que señora».

Ambos partieron a la sala de biología y la directora dio tres golpes y abrió la puerta luego de escuchar un "adelante".

—Buenos días profesor y alumnos —saludó la directora. Luego de que todos los presentes la saludaran se dirigió al profesor—, Michael llegó tarde, Smith. ¿Lo deja pasar a su clase?

—No hay problemas, directora —Sonrió el señor Smith—. Clifford, copie lo que está escrito... y siéntate al lado de Luke.

«Oh, tenía que ser una broma. Una jodida broma».

—Profesor —La voz de Hood se hizo presente—, ¿puedo sentarme yo con Luke? Él está más cerca de la pizarra y de aquí no veo muy bien.

«Bendito sea Calum», pensó el teñido.

—Claro, Hood. Michael siéntate donde Calum estaba sentado.

Y ahí pasaron dos cosas; la sonrisa del moreno y la mirada de odio del rubio.

[...]

El ojiverde había pasado todas sus clases con suma normalidad. Ni Luke, ni Chad habían aparecido a arruinarle el día o algo por el estilo.

Aunque ahora venía la parte peligrosa; la hora de almuerzo.

Michael se dirigía a la cafetería pero justo, unos segundos antes de entrar, alguien lo empujó haciendo que cayera hacia un lado, pero en algo muy blando... o mejor dicho, alguien.

—¿Q-qué...? ¿Luke? —El mayor frunció el ceño—. Suéltame, joder. ¿Qué te pasa, maldito hipócrita?

—Michael, por favor... sólo escúchame, ¿sí? Dos minutos.

El mayor relajó sus facciones. ¿Valía la pena perder dos minutos de su almuerzo por ese rubio?

Sí.

—Dos minutos.

El ojiazul sonrió.

—Bien, escucha. Primero debo decirte toda la verdad... desde el comienzo.

—Claro, te escucho.

El teñido se acomodó en las piernas del rubio ya que ahí había caído. La posición quizá no favorecía a lo que podía pensar cualquier persona que pasara por ahí. Incluso si pasaba uno del grupo de Chad, ambos estarían muertos. Pero eso no pareció importar.

—En mi antiguo instituto me molestaban por... ya sabes... —El otro asintió—, y yo no quería pasar por lo mismo. No pude dejar pasar el verte ahí mientras Chad y los otros te golpeaban pero... M-michael... yo sólo quería tener un grupo. Si te defendía, lo más probable es que ahora yo también estuviese lleno de moretones.

El mayor sintió ganas de llorar.

—Mike, en serio. Perdón, y-yo sólo... no quiero estar solo. Y Chad es alguien... bueno conmigo fuera del instituto —continuó.

—Tú sabes lo que siento ahora, entonces —respondió el teñido—, sabes perfectamente lo que es ser abusado por ser homosexual, Luke. ¿P-por qué lo hiciste, entonces?

El menor sintió sus ojos aguarse. Ni él sabía la respuesta.

—Y-yo...

—Luke, no puedo creerte. Lo siento —Se levantó de las piernas del rubio para poder irse—. ¡No confío en tí, joder! Puedes ser tan amable conmigo en un momento y luego andas con mis abusadores. ¿Cómo p-puedo confíar en alguien así?

—Sólo... una oportunidad —pidió el menor ya con un mar de lágrimas corriendo por sus mejillas.

—Ya tuviste una, Luke. Fue cuando no me defendiste el primer día. Al contrario, me golpeaste.

Ambos chicos se encontraban llorando. Cada palabra llegaba directo a su corazón y... dolía.

—Puedes irte a la mierda, Luke. ¡Nunca debí haber aceptado ese estúpido león y esos chocola...!

Pero sus palabras fueron interrumpidas en cuanto el ojiazul tomó a Clifford de sus mejillas y lo besó.

—Cállate, Michael. Cállate —dijo, para luego volver a besarlo.

Mike se separó. No podía simplemente creer lo que había pasado.

Luke le había besado.

«Santa mierda», se dijo sonriendo en su mente. Mientras que fuera de esta, su semblante era el de una persona que había visto un fantasma o algo parecido.

Piel palida. Ojos extremadamente abiertos. Labios rojos...

Miró a su alrededor, sólo había una persona...

Caminó lentamente lejos de aquel lugar, dirigiéndose hacia otra parte que no fuera la cafetería. Se le había quitado el hambre.

No soportaba esa mirada sobre él. Tampoco la triste mirada de Hemmings al verlo caminar.

Siendo indirectamente rechazado a los ojos del rubio. Pero asustado y confundido en la cabeza del ojiverde.

let's be friends ✻ mukeWhere stories live. Discover now