7. Luke

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Después de unos cinco minutos de que el rubio oxigenado se hubiera ido, él se quedó ahí, parado como un idiota-recién-rechazado.

—Vaya, vaya —Escuchó decir a sus espaldas el rubio—, no me lo esperaba de ti, Hemmings.

El de ojos azules se dio media vuelta lento con los ojos cerrados, para luego abrirlos al instante. Él hizo una mueca.

—Chad... —No encontraba excusa alguna para explicar lo sucedido con Michael.

—No tienes porqué dar excusas —mencionó serio él—. Te pillé, Hemmings.

Se quedaron en silencio por un momento.

—¿Y ahora qué? —cuestionó Luke—, ¿también me harás bullying?

Chad negó con la cabeza como por un minuto. Dejó de hacerlo y cerró los ojos fuertemente.

—Ven.

—Tengo que almorzar, lo siento —dijo frío el de iris azulada.

—Te lo recompensaré con un almuerzo luego.

Luke suspiró y siguió al castaño al gimnasio. Se sentaron en las gradas de este.

—Te comprendo.

Quería confesarse.

—No, no lo haces, es imposible... —Chad suspiró—, ¿eres gay?

—Algo así... —El castaño hizo una mueca—, soy bisexual, ¿okay?

—¿Qué? —Exageró Luke—. ¡¿Qué?! ¡¿Entonces por qué molestas a Michael?!

—¡¿Por qué lo haces tú también?! —le gritó de vuelta Chad.

—¡Porque me gusta!

—¡Pues a mí me gustaba! —Luego susurró:— Hasta que llegaste tú...

—Espera... —Frunció el ceño Hemmings—, ¿t-te gusto?

—Sí... —Agregó después de unos segundos:—. No diré nada si tú no lo haces y no molestaré más a Michael, pero no te puedes seguir juntando con nosotros.

—¿Por qué?

—Tengo miedo de que algún día me pase lo mismo que a ti.

—¿O sea?

—Que a tu "mejor amigo", si es que me puedes llamar así, le gustes y a ti te gusta la persona a la que molestas... Un día te descontrolas y lo besas. Él te rechaza por ser un hipócrita —comentó Chad—. Simplemente... no pasó nada, ¿okay? Nada de esto, ni siquiera nuestra amistad pasó, ¿trato?

A Luke le costaba asimilar todo, pero de todas formas estrechó la mano del castaño. Él la aceptó, pero luego sonrió y tiró del brazo del rubio para poder darle un fuerte abrazo.

—Fue un gusto ser tu amigo, Luke.

—No podría decir lo mismo, Chad —bromeó el rubio. El castaño rió.

—Fuera de lo de Michael... igualmente la pasaba bien contigo.

—Puedo decir lo mismo —confesó el ojiazul.

Ambos se levantaron de ahí y fueron a la cafetería, aunque ya era muy tarde. El almuerzo había acabado.

—Te odio por esto.

—Hey —Chad frunció el ceño—. Ya, basta, Hemmings.

—Es cierto, perdón.

—Adiós —Se despidió el castaño.

—Adiós...

Le sonrió para luego irse de ahí.

Hemmings suspiró. Ahora tocaba historia, ugh. Flojera.

[...]

Al salir del instituto se sintió raro. No iba en compañía de nadie y eso realmente lo hacía recordar a los viejos tiempos, aunque no le tomó importancia.

Ya tenía la reputación de ser un matón -aunque claramente no lo era-, y de igual manera iba a quedarse solo.

Su estómago se revolvió. Sentía nauseas en sólo pensar que Mike no le volvería a hablar... aunque había sacado algo bueno de todo esto: probar los labios del teñido.

Eran tan dulces. El ojiazul podría jurar que no volvería a besar a otra persona después de eso, se sentía tan bien, incluso el mero recuerdo.

Fue pensando en el beso con ese chico mientras iba caminando hacia su casa, y el tiempo se le pasó volando.

Entró con sumo cuidado y encontró a su madre haciendo comida.

—Hola.

—Hola, Luke, ¿cómo te fue?

El rubio suspiró. Al menos tiene a la mejor consejera del mundo: su madre.

—¿Qué me dirías si... te digo que besé a Michael y me rechazó, Chad nos vio y... me confesó que le gusto?

—¿Qué?

La madre del rubio se echó a reír. ¿Qué le causaba tanta gracia?

—Siempre supe que ese chico... Chad, se sentía atraído por ti.

—¡¿Y POR QUÉ NO ME LO DIJISTE?!

—Eh, baja el tono —Lo regañó la rubia—. No me ibas a creer de todas formas, Lukey.

Sí... quizá su madre tenía razón.

Comió con su mamá y el resto de su familia lo que sería su almuerzo y cena.

Nadie lo notó, pero Luke se sentía vacío. Completamente. Como si le faltara algo... Más bien, todo.

Inmediatamente después del almuerzo-cena, el menor de los Hemmings se encerró en su alcoba.

Cualquiera pensaría que en ese momento se largaría a llorar... pero no. El de ojos claros simplemente se saco la ropa quedando en bóxer, se metió debajo de la cama y pensó... Pensó, pensó y pensó más, hasta quedarse dormido.

let's be friends ✻ mukeWhere stories live. Discover now