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Sonrió al ver a Gale sentado frente a las llamas, luciendo tan guapo con el uniforme que todos llevamos puesto. Es un chico realmente encantador, inclusive he visto como las chicas se le han quedado viendo mientras no me ha soltado la mano durante el camino. Inclusive han soltado una risita complaciente cuando le he dado un beso en la mejilla como si él fuese de mis pertenecía. Justo en el momento en el cual Gale me ha soltado todos ellos me han explicado que es lo que está sucediendo, ninguno de los tributos quiere matarse... todavía. Me han dicho que todas las muertes hasta ahora han sido por causas no naturales, ninguno ha matado a otro tributo y he escuchado a Cato murmurar "¿Porque nos mataríamos si el Capitolio nos manda?" y todo en mi cabeza tuvo sentido por primera vez.

La noche anterior, donde Gale puso una bala en mi hombro todo fue una locura que ninguno pudo controlar. En el momento en el cual las luces se encendieron y empezó el conteo regresivo para el inicio de los Juegos, todos vieron morir a personas con las cuales habían conversado, tratado o inclusive a compañeros de distrito. En el segundo en el cual Gale y yo tomamos la delantera, todos ya lo habían averiguado: la arena intenta matarnos. Pero he sido tan tonto que no he podido averiguarlo por mi mismo.

—¿Qué tiene eso de novedad? Todos hemos visto las arenas anteriores, son modificadas para matar?—respondí a uno de sus planteamientos.
—Si, pero esta es diferente. No es una arena Peeta, es un lugar natural, no tiene límites pequeños... Ellos no construyeron esto, solo nos pusieron aquí. —responde Gale. Tratando de convencerme.
Le chillo los dientes en modo que se que me están tomando el pelo.
—¿Y que se supone que debamos hacer? ¿Ser mejores amigos? —les recrimino.
Cato niega.
—No, no querido Peeta. Veras, mientras descubrimos cómo este lugar puede matarnos y nosotros podríamos sobrevivir. Más posibilidades tenemos de matarlos a los dos.—dijo sonriente.
Gale me ha asentido y el debate se ha acabado. Todos nos hemos puesto en marcha a un pequeño campamento que han construido para nosotros. Gale me ha dicho que me ha pegado ese rozón para que ellos no pudiesen verme ya que venían persiguiéndole, le estaban pisando los talones y no tenía mucho tiempo. Le he dado las gracias por salvarme la vida una vez más y le he dado otro beso en la mejilla, haciendo que unas chicas se sonrojen de verdad.

Todos los tributos vivos estamos reunidos en la fogata haciendo de comer algunas latas de frijoles que han encontrado la noche anterior en la tienda que se ha hecho pedazos mientras yo estaba dentro. Les cuento lo que me ha sucedido, pero me reservo para mí el encuentro con el muto, decido no contarle a nadie mi pequeña aventura ya que me puede ser útil conocer a esas bestias por si vuelven a aparecer en un rato.

Todos comemos por porciones iguales y doy un poco de mi parte a Gale el cual vacila en aceptar pero toma las cucharadas en grandes bocados provienen de mi parte. Le sonrió con fuerza al ver su cara de crió juicioso disfrutando su comida.
—¿Estas bien? —le pregunto y él asiente.

Aunque sé que Gale no está bien por su manera de mirar a todos a nuestro alrededor. Esa es la manera que tiene para ver algo que le da pena, que sabe que está sufriendo.

—¿Estás pensando en cómo matarlos? —mi voz es tan baja que el solo puede escucharla.
Asiente nuevamente.
—En algún momento el vigilante en jefe notara que esto no funciona. Son demasiadas horas sin acción Peeta. Mira —me dice, mirando hacia el cielo —ya casi es de noche.
Veo al sol ocultándose y sé que tiene razón. Las cosas empiezan a volverse algo aburridas por aquí tomando en cuenta que jamás había existido una alianza de todos los participantes, cuando todos los tributos restantes han preguntado sobre mi rozón y el golpe en la cabeza les he mentido diciendo que me he caído en el bosque en busca de comida, se que a las personas en el Capitolio y los distritos disfrutan de el buen drama televisivo así que decido aplicar mentiras para animar un poco el Juego.
—Tienen razón. ¿Has sido tú el que ha descubierto que esto no es una arena? —le pregunto.
—Sí, cuando ellos me han atrapado se los he dicho y con ayuda de Cato y Marvel reuní a todos los tributos vivos... Intente buscarte, pero no tuve suerte.
—Me he escondido bien, he utilizado los trucos que me enseñaste.
—Te has vuelto más astuto que el maestro, felicidades señor Mellark. —me dice, sonriendo salvajemente.
Le sonrió.
—Aprendí del mejor.
Se sonroja.
—Debemos salir de aquí. Necesitamos un lugar privado.

Los 74ºJuegos del Hambre (Peeta & Gale)Where stories live. Discover now