Capítulo 5

5.8K 379 53
                                    

18 de diciembre

Luego de siete días sin saber nada de Dylan, tenía una pista. Al menos creo que lo es.

Él había dicho la palabra Mayday, por más de que dijera que era un personaje, y luego dijo que la vio, enfatizando que fueron tres veces. Sin prestarle importancia, aquellas palabras no significan nada. Pero, después de teclear aquello en el buscador, sabía que lo había dicho para que lo descifrara.

El término Mayday se utiliza como una llamada de emergencia en la aviación, fuerza policiales y demás. Proviene de una palabra en francés la cual significa ayuda. Y que haya dicho ''tres veces'' significaba peligro inminente, es decir, riesgo de perder la vida.

Él estaba en peligro y yo no sabía por dónde empezar a ayudarlo. Porque esta era una pista, ¿cierto? No quería pensar en la posibilidad de que estuviera viendo algo cuando en realidad no había nada. Sé que si lo que encontré es verídico, no creo que la policía confíe en la palabra de un chico de diecinueve años desesperado por encontrar a su hermano. Ni siquiera tomarían en cuenta mi palabra por más de que la palabra Mayday despertara un interrogante en ellos.

Lo único que tengo como pista es el video, y lo que puedo saber con éste es que él está en peligro, nada más. Necesito más pistas, algo que pueda servir para localizarlo... Y tengo la certeza de que la policía tiene mucha más información que me podría servir. Cámaras de seguridad en donde aparece Dylan cerca del horario en el que desaparece, el último registro de la ubicación de su teléfono, los interrogatorios a posibles testigos y amigos de él. Debía tener eso en mis manos para buscar alguna pista allí.

¿Cómo hacía para obtenerlo? Desde mi computadora no podía ingresar nuevamente, hacerlo dos veces era tentar a mi suerte. Si descubrían que había hackeado sus computadoras, en cuestión de segundos estarían en mi casa. Demás está decir que no podía tener otro problema que relacione computadoras y la estación de policías.

Ideando alguna manera para obtener esa información, bajé a la sala por algo de comer. Nadie estaba en casa. Mamá había retomado su trabajo en nuestra tienda de golosinas y pasteles, y papá aceptó ir a un viaje de último momento para cerrar algún trato con una distribuidora para su comercio. Seguramente Lanie se encontraba en casa de alguna amiga si no es que estaba ayudando a mamá en la tienda, y de paso robando algunos postres.

Me acerqué a la cocina y, con pereza de prepararme algo para almorzar, tomé la pequeña tarjeta imantada que se encontraba en la heladera y llamé a mi pizzería favorita. Veinte minutos después el timbre de casa sonó anunciando la llegada de mi comida.

Caminé hasta la puerta y la abrí encontrándome con un chico rubio, sonriente, de ojos azules y aspecto atlético al que llamaba mejor amigo.

―Mi deliciosa pizza grande de jamón con queso y... Oh, Ryan Parish. No recuerdo haber pedido uno de esos ―bromeé dejándolo pasar.

Mi amigo sonrió y mientras cerraba la puerta detrás de él se sacó la víscera azul, parte de su uniforme de trabajo.

Debo encontrarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora