Capítulo 15: Miedo de hermano

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STEPHEN

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STEPHEN

Lo sé, lo sé. La he liado. Pero no me arrepiento, no suelo arrepentirme de nada. Tal vez más adelante sí, pero ahora mismo volvería a repetirlo.

Observo como entra en casa y cierra la puerta. Camino por la acerca, dándole patadas a una piedra y pensando. ¿En qué? Pues en ese desgraciado al que me apetece desmontar como si fuera una figura de plastilina. Solo espero – rezo –, para no volver a cruzarme con él. Mejor dicho, para que el no vuelva a cruzarse en mi camino. Porque no sale vivo. Lo sé.

El móvil me vibra en el bolsillo así que lo saco y veo el nombre de Kenny en pantalla.

-       Dime.

-       ¿¡Dónde coño estás!?

-       Ya voy. Qué pasa, ¿has tenido una pesadilla? – Bromeo.

-       Ha habido una explosión en el hotel. Ven cagando hostias.

-       ¿Qué? – Pregunto deteniéndome en seco, en medio de la calle. – ¿Estáis todos bien?

-       Todos menos el entrenador. Ha pillado parte de su cuarto y le están atendiendo. Tío, esto está hasta el culo de prensa. ¿Dónde estas?

-       Ahora te cuento. Te cuelgo que voy a llamar a un taxi.

-       ¿¡Un taxi!? ¿¡Pero dónde coño...!?

Sin dejarle terminar, cuelgo la llamada y marco el numero de los taxis, el cual llega en dos minutos.

-       Déjeme aquí. Quédese con el cambio. – Digo dándole un billete de cincuenta. Has hecho su noche, macho.

Me pongo la capucha de la sudadera y las gafas que le he mangado al taxista. Camino hasta la entrada, anegada de paparazzi y de bomberos, y trato de pasar desapercibido. En vano.

-       ¡Sinclaire! ¡Sinclaire! ¿¡Algo que decir sobre lo ocurrido!? ¿¡Están todos bien!? ¿¡De dónde vienes!? – Gritan. Cada uno proveniente de una cadena de televisión diferente. Y de la radio. Y de revistas. Y de periódicos...

-       ¡Échense para atrás, por favor! – El de seguridad tira de mi brazo para que me dejen pasar, pero no es suficiente así que salen dos más.

Una vez dentro, veo a parte del equipo en la zona de recepción, sentados en los sillones y hablando, todos con cara de dormidos.

-       ¡Tío! – Grita Duncan cuando me ve. – ¿Dónde cojones te metes?

-       Después os cuento. ¿Dónde esta el entrenador?

-       Se lo han llevado hace unos minutos.

-       Joder. ¿Pero está bien?

-       Tendrá que pasar allí la noche, tiene varias quemaduras. Pero se recuperará.

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