Peligrosa Obsesión

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Si logró verla, luego de tantos días vagando tras ella y asesinando a su antojo. Ya no era él, ahora sí era el diablo.

Su búsqueda lo llevó a un hospital psiquiátrico que literalmente estaba en llamas, y justo antes de que explotara en mil pedazos, la vió entre los brazos de un médico.

Él no lo sabía, pero aún la amaba, y fue ése amor, el que lo llevó a su propia destrucción.

Ella estaba muerta. Nada había valido la pena porque ella, Maggie, estaba muerta. Por primera y única vez en su vida, se arrepintió de toda su vida: los asesinatos, la traición y el diablo que era.

Y era, porque al saber que ya nada valía la pena y que las autoridades ya sabían quién era él, simplemente decidió tomar la misma pistola con la que disparó a Maggie y meterse un tiro en la cabeza. Acabó con todo.

No sintió nada, solo que la vida se le íba y que perdía literalmente todo.

Y así, uno de los peores asesinos acabó con su existencia por enamorarse. El amor era un sentimiento muy puro, para alguien impuro como él. La muerte lo hizo comprender.

Fin