Parte / 11

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- Pues esta niña que dijo que no le daban de comer bien y en su cara la desmintieron La madre Superiora mandó llamar a una niña y ella nos dijo lo que realmente comen _ Que pena pasé.

- No niña no digas mentiras, si sigues así te vas a ir al infierno, nosotras no te educamos así.

-Yo iba a replicar, pero mejor me quede callada no me iban a creer.

Los padres de familia ponían toda la comida que traían en la mesa grande del comedor, cuando se llegó la hora de la comida, tomábamos una charola y nos servimos de lo que queríamos era tipo buffet, cada quince días era el único día que verdaderamente quedábamos satisfechas.

A las cinco de la tarde se terminó la reunión se fueron nuestros familiares, quedé muy triste, primero porque se fueron y segundo porque había quedado como una mentirosa, pero eso no fue lo peor que me paso.

Busque a la niña que había dicho tantas mentiras, la encontré y le dije.

-¿Por qué dijiste tantas mentiras, tú comes lo mismo que todas las demás niñas

-Pobre de ti no sabes cómo te va a ir.

Y se fue corriendo, de pronto sentí que me tomaron de un brazo fuertemente , era Sor  Amelia que casi me llevo arrastras a la dirección con la Madre Superiora

-Así que aquí estás  ¿Por qué le dijiste a tu mamá que no te damos de comer

- Yo no dije eso, sólo le dije lo que nos dan de comer

-Silencio no te he dado permiso de hablar

-Mira niña cuando te pregunten tus padres si te gusta la comida, siempre tienes que decir que si, si te dicen que si te gusta vivir aquí siempre tienes que decir sí.

- Pero eso no es cierto y es pecado decir mentiras-

- Que calles. No hables,  has ofendido a Dios y eso merece un castigo, Llevesela Sor Amelia ya sabe qué hacer.

Me arrojó a un salón muy obscuro

- Aquí te vas a quedar acompañada del demonio, eso le pasa a las niñas intrigosas, como tu.

Enseguida cerró la puerta con llave. Yo estaba con mucho miedo, poco a poco mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad, busqué una silla para sentarme pero al parecer el cuarto estaba vacío, me senté en el suelo, empecé a llorar, no supe cuánto tiempo pasó, a mí se me hizo una eternidad

De pronto vi dos  lucecitas rojas en la pared me quedé mirando fijamente y poco a poco se fue formando una imagen, era la figura de un diablo, era muy grande con sus cuernos puntiagudos y su cola muy grande, s e prendió la luz

Y allí estaba obviamente era un efecto especial que las malditas monjas usaban para asustarnos, fue un segundo, se volvió a apagar la luz y yo lancé un grito tan aterrador, sentí que se me aflojo el cuerpo y perdí el sentido del susto.

Cuando desperté estaba acostada en mi cama, ya estaban todas las niñas en su cama le dije a Sor  Amelia

-Sor  Amelia en el cuarto que me llevó vi al diablo

-Todo fue un sueño, yo te traje a tu cama yo no te lleve a ningún cuarto, pero si vuelves a mentir el diablo va a venir por ti y te va a llevar a los apretados infiernos, ahora DUÉRMETE.

Esa imagen diabólica me persigue por toda mi vida todavía algunas veces tengo pesadillas con la imagen que vi.

Pasaron dos meses nada cambio, siempre era la misma rutina, la única alegría que tenía era cuando mis familiares venían a visitarme, pero nunca les volví A decir que siempre me quedaba con el estómago vacío.

La comida no era mala al contrario era comida humilde pero con mucho sazón, pero la cantidad no era suficiente para una niña de siete años.

Llego el fin de clases, todas las niñas estaban felices, le pregunte a  Micaela.

¿Por qué están tan contentas las niñas?

-¿No lo sabes? están contentas porque se van a pasar las vacaciones a su casa.

- ¿También nosotras vamos a ir a nuestra casa con nuestra familia?

-No sé tú, pero yo no,  mi mamá sigue muy enferma

Llena de alegría le pregunte a Sor  Amelia.

- ¿Yo también voy a pasar las vacaciones con mi familia?

-Tú niña, pero si tu prácticamente acabas de entrar, no niña tú te vas a quedar aquí

Sentí como cuando me caía el agua fría cuando me bañaba, sentí tanta rabia

La madre superiora le dijo a mi mamá que yo no podía irme de ahí todavía, porque apenas me estaba acoplando y que si me iba, se iba a perder todo lo logrado conmigo.

Pocos días después Mica y yo vimos cómo las niñas salían contentas para irse a la casa de sus padres, quedamos diez niñas que por algún motivo no podían ir a su casa.

Sor  Amelia me dijo que el quince de Julio llegaban unas alumnas para tomar cursos de verano eran niñas que no habían pasado de año y les iban a dar clases de regularización.

Mica y yo éramos las únicas niñas del dormitorio, junto con las internas también se habían ido la mayoría de las monjas, no sé si a su casa o a su convento, nada más quedaron, Sor   Amelia, Sor valentina y Sor Pauliana, por quince días teníamos casi nula vigilancia, por lo que Mica y yo nos dispusimos a explorar el internado.


Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora