Parte / 15

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Ese día lo llevaban a un internado de puros niños, mi padre a toda costa quería un religioso en su familia, yo me compadecí de él, le dije

- Ni sabes lo que se te espera.

Cuando llegué al internado ya no hice dramas, era como si regresara a mi verdadero hogar, la estancia en mi casa la había sentido simplemente como una  visita.

Pero al ver a mis hermanos vivir con tanta libertad, bien comidos y bien vestidos, mi rencor hacia mi padre aumentaba, mi autoestima estaba por los suelos.

Cuando estuve en mi casa y me daban regalos o tenían alguna atención hacia mí, sentía que no me lo merecía las monjas hacían muy bien su trabajo, para hacerte sentir como una vil chinche.

Ya iba a cursar el segundo año, conforme iba creciendo, también las obligaciones en el internado, yo ya no era de las más chicas, ya era de las medianas, las tareas eran más pesadas.

Los sábados que hacíamos el aseo general, me pusieron a limpiar los candelabros de la capilla y las campanas con una mezcla de bicarbonato con jugo de limón, tenían que quedar brillantes, mis manos me quedaron muy lastimadas, eso hacia cada sábado.

Cada año que volvía de vacaciones de mi casa al internado era lo mismo lo único que iba cambiando eran las tareas cada que pasaba de grado, iban aumentando los deberes,  tanto en la escuela, como en los rezos, y no se diga en el aseo del internado

En tercer grado éramos las encargadas de lavar los floreros de la capilla y ponerles flores nuevas, teníamos que hacerlo con mucho cuidado pues si rompíamos,  uno nos castigaban.

En una ocasión llevaba uno para lavarlo y me resbale porque el piso estaba mojado y me caí y el florero se rompió en mil pedazos, Sor Amelia me levanto del piso de una oreja me dijo.

- ¿Qué acabas de hacer?

-Es que me caí Sor Amelia

-¿Y  Por qué te caíste?  por tirar agua en el piso, eres una descuidada.

- Me llevo jalando de la oreja hasta el patio, me dijo.

- ¡Ponte de rodillas¡

-Si sor Amelia

- extiende los brazos.

-Cuando extendí los brazos me puso una piedra grande en cada mano y dijo.

 Y cuidado con que las dejes caer,  ahí me dejó, mando a una alumna, mientras ella cosía unas bastillas de unos uniformes cuidaba que no me sentara.

No supe cuánto tiempo pasó los rayos del sol caían a plomo sobre mi cabeza el piso estaba muy caliente, la niña se compadeció de mí y me dijo.

Siéntate y cuando vea venir a la madre se vuelves a hincar, así pasamos algunas horas ella me decía aguas, yo sabía que era la señal para ponerme en la posición que Sor Amelia me había dejado.

En cuarto grado nos tocaba trapear el piso, a rodilla, las pobres quedaron sangrantes la primera vez, que hice esa tarea, cuando termine de trapear mi parte me mandaron a la enfermería, la monja enfermera me dijo

- Poco a poco te estas ganado el cielo, ofrécele a Dios este sacrificio.

Cuando regrese de las vacaciones de cuarto grado para empezar quinto, llegue acompañada de mi hermana Carmen la tercera hija tenía siete años la misma edad que tenía yo cuando llegué por primera vez.

Yo ya le había dicho a todo lo que se iba a enfrentar, la enseñe a tender la cama, y la empecé a despertar a las cinco de la mañana le dije que se habituara,  a bañarse con agua fría, ella siempre lloraba pero termino por acceder.

Por lo tanto cuando ella llegó, no se le hizo tan pesado como a mí, y se ganó el cariño de Sor Amelia pues decía que nunca había tenido a una alumna tan inteligente y bien mandada.

- A todas las alumnas de quinto grado nos tocaba hacer las tortillas, para todas las mujeres que vivíamos en ese internado desde niñas, novicias y monjas, todas las niñas de quinto hacíamos esa tarea.

Al principio mis manos se pelaban  después se me hicieron callos, por la mano del metate, después de muchas quemadas en el comal me hice experta en la fabricación de tortillas, tanto que me hicieron la jefa de las tortilleras, ya no no hacía tortillas solamente tenía que vigilar que las otras niñas cumplieran con su tarea.

Empecé el sexto grado Afortunadamente Mica volvió al internado, yo ya interactuaba con otras niñas pero mi mejor amiga seguía siendo Mica.

En el canto iba mejorando,  en una ocasión en que fue de visita el Cardenal amenizamos la misa con nuestros cantos, él quedó fascinado, eso sirvió para que nos invitaran a la catedral a cantar en una misa muy especial.

Desde esa ocasión seguido nos invitaban a diferentes templos a amenizar las misas de bodas, o celebraciones especiales,  esas salidas hacían más llevadera la estancia en el internado.

A los 12 años pase a sexto año, era el último año de la primaria me sentía feliz quizás ese era mi último año en el internado, en ese año a las alumnas nos tocaba lavar las sábanas, mantelería, era un arduo trabajo, poníamos,  toda la ropa en una tina muy grande al fuego con lejía, la ropa hervía y con un palo muy grande le dábamos vuelta, después la sacábamos y la tendíamos al sol con el jabón para que se blanqueara  se serenaba, toda la noche , al siguiente día la enjuagábamos  la exprimíamos y las tendíamos quedaban blanquísimas se veían muy bonitas en el tendedero volando con el viento.

Terminó el año escolar, la madre Superiora me dijo

-Bueno Baudelia ya terminaste tu primaria , no tuviste excelentes calificaciones pero si un buen promedio, me entrego mi certificado de primaria terminada.

-Gracias Madre superiora eso quiere decir que ya no voy a volver al internado.

- Estás en un error, es obligatorio hacer un año de noviciado, al término de ese año te hacemos tu evaluación final y vemos si tienes vocación, para convertirte en la esposa de Jesús.

Yo sentí que me vaciaron un balde con agua fría, no lo podía creer, pero en fin yo no mandaba, las monjas no eran las culpables de mi sufrimiento era mi padre, que en su afán de tener un ministro de Dios en su familia nos hacía pasar por todo eso.

Cuando salimos de vacaciones mi hermana y yo, me encontré con la sorpresa de que a mi hermano lo habían expulsado, por mal comportamiento,  quedé muy sorprendida, y me hice una sola pregunta ¿Por qué no hice lo mismo?

Cuando salimos de vacaciones mi hermana y yo, me encontré con la sorpresa de que a mi hermano lo habían expulsado, por mal comportamiento,  quedé muy sorprendida, y me hice una sola pregunta ¿Por qué  no hice lo mismo?

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Nunca me amaste #SGAWARDS2017#CAJAWards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora