Capítulo 3

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Basil Lithium

Soy tomado bruscamente por una mano helada y hostil, me aprieta el cuello con tanta fuerza que puedo sentir mis latidos vibrando a través de él. Necesito escapar, sé que debo hacerlo, pero quedo paralizado al ver aquellos ojos carmesí resplandeciendo en la oscuridad. Emana un brillo amenazante, prometiendo sangre, anhelando destrucción. Hace que la emoción inunde mi ser por segunda vez en tantos años, logrando que desee permanecer justo aquí.

Porque estoy harto de no sentir.

—¿Eres la muerte? —pregunto con fascinación, queriendo ver a la criatura frente a mí. Sin embargo no hay ninguna respuesta, solo un gruñido furioso que emerge de sus labios.

—No —contesta una voz grave y profunda, erizándome la piel—. Pero podrás conocerla pronto.

Me empuja hacia atrás, pierdo el equilibrio sin oportunidad de aferrarme a nada. Mi cuerpo es golpeado contra cada escalón, crujiendo tétricamente; ni siquiera ante tal violencia consigo percibir dolor, la adrenalina nubla cualquier sentido. Emma solloza en algún rincón, aterrada. Escucha todo, incluso cómo a su primo se le disloca el hombro, de no ser por el ruido jamás me hubiese dado cuenta. Tal vez muera hoy, pero si no tengo dicha suerte y la nefasta niña es asesinada, Dante y Eleonor estarán insoportables. Tendré que protegerla para evitar la molesta burocracia de un funeral, sin mencionar el llanto vacío e inútil proporcionado por Hannah.

—Cuando se vuelve noche, y nuestra luz se va, ve al final del bosque, para descansar en paz —canta Emma, repitiendo la tortuosa melodía como mantras incesantes—. Velle Tenebris quiere, más allá de sangre, un acompañante, que su alma sane.

Bien, que la mate.

Me levanto sin ningún cuidado, ignorando los pasos que descienden a mis espaldas. Camino hacia aquella mocosa, guiándome por su molesta voz. Está recitando parte del mito, el cual dicta que, si Velle te ha encontrado, debes enfrentarlo invocando sus recuerdos. Normalmente estaría burlándome, pero sería estúpido: él es real. Aunque no implica que su leyenda también lo sea.

—Cállate. —Detengo mi andar cuando la siento cerca. Ella rompe nuestra distancia, abrazándome. Quiero patearla.

—Hay que espantarlo. —Se sorbe la nariz, el asqueroso sonido hace que apriete los dientes. Está ensuciando mi ropa con sus mocos—. Mamá dijo...

—Tu madre es una inútil que no terminó la secundaria y se dedica a acostarse con el primer imbécil que le mira el culo —respondo mordaz—. Así que nunca escuches lo que ella diga, más bien hazme caso o ambos moriremos.

—¡Mi madre no es inútil! —grita apartándose, ni siquiera sé dónde nos encontramos, si la pierdo podría ser el fin.

—Regresa —ordeno.

—Ella me quiere mucho —solloza caminado cada vez más lejos, logrando irritante.

—Algunos niños son simplemente idiotas —murmuro—. ¿Quieres saber algo? Hannah te odia, busca cualquier excusa para dejarte aquí, en mi maldita casa.

—¡Es mentira! ¡Lo dices porque a ti sí te odian tus padres, les das miedo! —grita furiosa.

Toda la habitación es inundada por risas desquiciadas, retumbando entre los rincones, vibrando maliciosamente. Fuertes pisadas resuenan, avanzando con rapidez. Varios objetos caen al suelo, partiéndose. Espero algún golpe, un movimiento brusco o nuevo empujón, pero nada llega.

—Basil, lo siento —empieza a disculparse, nerviosa. Es extraño que cambie tan rápido de temperamento—. Ahora bájame, por favor, no es divertido.

Mentes Frías |BL| ©Where stories live. Discover now