VI

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Tenía planeando, al llegar a casa, tomar el fierro oxidado que se encontraba en la cochera y cuando el idiota abriera la puerta, soltarle un buen golpe en el estómago. O tal vez tomar la maceta de flamenco que tanto odiaba de su madre.

Pero no podía hacerle daño a su preciado cuerpo, aunque tampoco podía hacerle nada al cuerpo del moreno porque temía que le doliera a él.

Llegó a su casa pero antes de tocar escuchó unas risas dentro. Era obvio que aún estaba Chanyeol en su casa y no podría entrar haciendo un alboroto frente al gigante. Así que no le quedó de otra que irse a casa del moreno y esperar a la partida del amor de su vida.

-¡Miren quién esta aquí, chicas! -dijo una señora gorda a más no poder con exceso de maquillaje desde el otro lado de la puerta.

El gritó lo aturdió ¿qué mierda...?
¿Pero a quién le dice chicas?

En ese lugar sólo había señoras de mínimo cuarenta años y una anciana entre los ochenta y la muerte.

—Mi retoño ya llego —dijo la señora Kim mientras llevaba una charola con tazas de café a la sala.

KyungSoo no entendía por qué había tanta mujer en esa casa comiendo galletitas y tomando café.

¿Retoño? Que ridículo.

—Hijo, siéntate y comienza desde donde nos quedamos la sesión pasada.

Le dio un libro con el título "Las mujeres que aman descontroladamente". El cual todas tenían uno, le llevó sólo unos segundos entender la situación.

¡JongIn esta en un grupo de lectura!

No pudo evitar reír para si mismo, tenía suficiente material para burlarse y chantajearlo por el resto de sus días.

El mejor día de mi vida.

Después de leer unas cuantas veces KyungSoo empezó a aburrirse. No era nada más que relatos de mujeres donde afirmaban tener al hombre de sus sueños y como los empalagaban con tanta mierda ¿cómo era que a JongIn le gustaba hacer eso?

Aprovechó mientras las señoras tomaban un descanso, para correr hacia su habitación encerrándose y no salir durante todo lo que restaba del día.

Ya no aguantaba más el olor del perfume empalagoso y barato que traían las señoras.

Con la colcha se quitó el resto de labial que tenía en las mejillas por los besos, producto de la ternura que le causaba a las señoras.

Se dio un baño, el cual fue incómodo, pues tenía que tocar la parte baja de JongIn y no le agradaba la idea, tan sólo pensar que el moreno hacía lo mismo en su cuerpo le daba vergüenza.

Cuando salió se puso una pijama blanca que encontró en el armario.

Sin más que hacer se tiró en la cama cayendo arriba de algo que lastimó su espalda haciendo que se retorciera de dolor, había caído arriba del control remoto. No entendió por qué estaba allí, si en su habitación no había televisión.

Sobó la zona afectada y alzó la vista, esa habitación era un asco y KyungSoo no aprobaba el desorden y sin más que hacer, empezó a limpiar.

Puso toda la ropa sucia en el cesto —que era una enorme cantidad—, barrió y limpió los muebles, y acomodó el armario.

También limpio bajo la cama, donde encontró algunas revistas XXX que no le sorprendió ni un poco, pero si le asqueó. No quería imaginar lo que hacía JongIn en sus tiempos de soledad. Obviamente se fueron a la basura con los empaques de frituras que habían en toda la habitación.

Después de un rato el cuarto quedó impecable, estaba orgulloso de si mismo, pero todavía había algo que no lo dejaba tranquilo, las cosas asquerosas de ocho ojos.

Levantó un poco la sábana, que no se había atrevido a quitar antes, para dejar al descubierto tres peceras con animales probablemente hambrientos.

¿Cada cuándo comían esas cosas?

Al final eran seres vivos y ellos no tenían la culpa de ser horribles.

Tomó un bote que decía "alimento" y lo abrió. Dentro de él habían demasiados grillos, que con todo el asco de mundo metió la mano y tomó uno de las patas traseras.

Al momento de querer meterlo a alguna pecera el animal se retorció y se escapó de sus dedos.

Tampoco fue buena idea que dejara el bote destapado porque pronto todos los grillos estaban saltando por la habitación.

—mierda.

Empezó a tomar a los animalitos metiéndolos al frasco pero era casi imposible, porque mientras metía a uno, otro salía saltando.

Desesperado por atraparlos chocó con la repisa haciendo que las peceras cayeran al suelo y se rompieran en pedazos.
Se congelo viendo como salían corriendo las tres criaturas escondiéndose debajo de la cama.

KyungSoo como el hombre que era, subió a la cama buscando con la mirada a las tarántulas, tal vez si no hacía ruido saldrían y podría atraparlas pero no hubo señal de ellas.

Tal vez harían un nido debajo de la cama donde pondrían huevos y de ahí saldrían miles de animales asqueroso.

Sólo tenía algo claro, no dormiría en ese cuarto, junto a una plaga de grillos y tres tarántulas rondando

¿pero qué haría?
Si bajaba de la cama corría el riesgo de que algún insecto se le subiera, así que sin pensarlo, salió por la ventana.

Lo mejor sería quedarse en su habitación.

Con toda la torpeza del mundo se lanzó a un lazo que usaba su madre para colgar la ropa mojada y se balanceo hacía la otra ventana cayendo de rodillas en el balcón.

Rápidamente entró y notó la habitación vacía. Se acostó en su cama, por fin se encontraba en su dulce hogar, ahora podría relajarse. e
Extrañaba el olor a lavanda de su habitación.

Empezó a quedarse dormido.

—¿Qué haces aquí?

Alguien le pegaba con una ¿almohada?

—déjame en paz. No quería dormir en tu cuarto.

Se giró dándole la espalda sin abrir aún los ojos.

—¿Por qué?

Le dio un último golpe que hizo que KyungSoo de levantara molesto. Se sobresaltó.

—¿no me digas qué encontraste algo cómo...?

—tranquilo, tus revistas están sanas y salvas en la basura.

JongIn lo miró mal en respuesta

—en realidad, hubo un accidente y ahora tus tarántulas y unos cuantos grillos están sueltos en la habitación.

Se encogió de hombros y se volvió a acostar.

—¡Pues atrápalos!

Molesto lo empujó al piso con dificultad. Aún no se acostumbraba al cuerpo tan débil en el que estaba.

—No. Quiero dormir aquí —hizo un puchero y se sobó la cabeza.

—duerme en el piso, entonces —le sacó la lengua y se metió bajo las cobijas.

—Este es mi cuarto ¡Tú, duerme en el piso!

Quiso volver a subir a la cama pero JongIn lo empujó.

—Tengo problemas de espalda —se defendió el JongIn torpemente.

—yo estoy en tu cuerpo, yo soy el que tiene dolores de espalda, imbécil.

¿Realmente el ser humano evoluciona?

Con un movimiento rápido subió a la cama y aventó con una patada a JongIn, seguido de una almohada para que dejara de molestar.

Y se dio cuenta de que funcionó, por fin se había rendido.

De nuevo empezó a cerrar los ojos, pero cuando por fin estaba quedándose dormido escuchó a JongIn chocando los dientes.

Se asomó y el ex moreno se encontraba en posición fetal. KyungSoo sintió algo en su pecho, el tan sólo verlo así causó que su corazón se hundiera.

Tal vez era porque no querían que le pasará nada malo a su cuerpo y sentía que se hacía daño así mismo.

No lo dejaría dormir ahí ¿cierto?
No sería tan malo ¿o si?

Sacó un pie de la cama y lo dirigió al hombro de su cuerpo picando constantemente.

—¿Ahora qué quieres, enano?— preguntó con voz ronca y molesto.

—sube.

Abrió los ojos y lo miró sorprendido, raspó la garganta.

¿KyungSoo siendo bueno con él? El mundo estaba de cabeza.

No podía decir nada. Estaba sorprendido y lo miraba anonadado.

—Si no quieres no subas.

Se giró y se tapó hasta la cara indignado, después de unos segundos sintió como entraba a la cama y se pegaba hacia él.

El pequeño abrió los ojos como platos y se destapó la cara.

—JongIn ¿qué estás haciendo?

Nunca lo había tenido tan cerca, trató de levantarse pero fue inútil porque JongIn lo abrazo.

—Tengo frío. No hagas un alboroto.

El pequeño trago saliva y asintió, era extraño pero estando así de cerca era vulnerable.

🦔

¡Éste No Es Mi Cuerpo! [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora